La misoginia no suma votos

Fernando Iglesias y Wado Wolff van quedando más solos que Adán en el Día de la Madre

Las intervenciones del diputado nacional Fernando Iglesias tienen como sello la provocación, la misoginia y la agresión explícita. Así, el discípulo de Patricia Bullrich construyó una carrera política que no quedará en la historia por sus aportes, pero que le ha permitido facturar y realizar inversiones que le costaría mucho poder justificar. De hecho, apenas dos días atrás el diputado nacional Rodolfo Tailhade (Frente de Todos) presentó un escrito ante la Fiscalía Federal Nro. 1 solicitando que se investigue si Iglesias posee cuentas en el exterior sin declarar, en el marco de la causa que se le sigue por enriquecimiento ilícito.

Recientemente, tanto Iglesias como su colega, también del PRO, Waldo Wolff, se dedicaron a solazarse con un festival de agresiones y descalificaciones a la actriz Florencia Peña por su visita a la Quinta de Olivos para discutir con Alberto Fernández la situación que atravesaba el mundo del espectáculo nacional duramente golpeado por la cuarentena y la pandemia. La visita de Peña fue una de las tantas que recibió el presidente de figuras del mundo artístico, incluidos por ejemplo Luis Brandoni o el empresario teatral Carlos Rottmeberg. Pero ni Iglesias ni Wolff asociaron esas reuniones con intercambios sexuales ni dedicaron términos agraviantes a los asistentes masculinos, como si lo hicieron con Peña o con la periodista Úrsula Vargues. Tampoco mencionaron las visitas de Viviana Canossa. Tal vez porque consideraban que al ser opositora no estaba «contaminada de espíritu festivo». Para el gorilaje, todas las «putas» son peronistas, o tratan de ese modo a las mujeres del campo popular con convicciones políticas, algo que no abunda del otro lado de la grieta, donde el único criterio es el interés.

Ahora, Iglesias y Wolff deberán afrontar la demanda por «violencia de género» que presentará la actriz y el pedido de sanciones que exigió a la Cámara de Diputados la legisladora Gabriela Cerutti.

Llamativamente, mientras que todo el oficialismo, muchas asociaciones civiles y cualquiera que amerite condiciones de humanidad, sentido común o solidaridad condenaron las declaraciones sexistas y misóginas del diputroll —tal como se lo conoce en el medio a Iglesias—, en Juntos por el Cambio se transitó entre el respaldo a éstas, la amonestación y el silencio de radio.

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Barbarismos republicanos

POR EMANUEL RESPIGHI

La primera candidata a diputada de la lista de la gestión de la CABA, María Eugenia Vidal, insistió en declarar que se sentía orgullosa de todos los integrantes de su lista, aunque, al leer las encuestas, debió volver sobre sus pasos y afirmar: «No estoy de acuerdo con esa manera de expresarse. Como mujer, no puedo acompañar esa manera de expresarse sobre otras mujeres. Creo que, si queremos de verdad avanzar a una sociedad más igual, tenemos que cuidar esas expresiones».

Llamativamente, mientras que todo el oficialismo, muchas asociaciones civiles y cualquiera que amerite condiciones de humanidad, sentido común o solidaridad condenaron las declaraciones sexistas y misóginas del diputroll —tal como se lo conoce en el medio a Iglesias—, en Juntos por el Cambio se transitó entre el respaldo a éstas, la amonestación y el silencio de radio.

La primera candidata a diputada de la lista de la gestión de la CABA, María Eugenia Vidal, insistió en declarar que se sentía orgullosa de todos los integrantes de su lista, aunque, al leer las encuestas, debió volver sobre sus pasos y afirmar: «No estoy de acuerdo con esa manera de expresarse. Como mujer, no puedo acompañar esa manera de expresarse sobre otras mujeres. Creo que, si queremos de verdad avanzar a una sociedad más igual, tenemos que cuidar esas expresiones».

La educadora Mónica Marquina, segunda candidata de la lista de Adolfo Rubinstein, le recordó a Iglesias que «tenemos que ser muy respetuosos. Vemos los chisporroteos pero estamos más preocupados en discutir los temas de fondo».

Karina Banfi, diputada nacional de la UCR, consideró que Iglesias «tendría que pedir disculpas por lo que hizo y de esa manera correr el eje porque lo que estamos esperando es una respuesta del Presidente«. Y agregó: «Debemos proteger por sobre todas las cosas la intimidad de las personas y, en especial, de las mujeres, producto de una cultura machista que debemos erradicar».

Paula Olivetto, diputada nacional de la Coalición Cívica, afirmó que no compartía «en nada lo que hizo Iglesias pero a la mujer se la defiende siempre, ni cuando es de un sector político aprovechando la movida para desviar el tema y callándose en un montón de otras situaciones».

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La diputada nacional de la UCR por Santa Cruz, Roxana Reyes, escribió en su cuenta de Twitter: «Repudiamos los tweets desafortunados y machistas de diputados de nuestro espacio @FerIglesias y @WolffWaldo sobre Florencia Peña. Ahora bien, la demagogia y la arbitrariedad con la que se manejan las diputadas del @FrentedeTodos no puede pasarse por alto».

Otros les restaron importancia. Cristian Ritondo, por ejemplo, afirmó que «No estoy de acuerdo con ninguna declaración de esa característica, cualquier cosa que tenga que ver con el ataque a una mujer por el sexo o el género no estoy de acuerdo». Para agregar que: «(Iglesias) no es chistoso y hay que respetar a las mujeres. La política tiene otra altura, no comparto ese tipo de chistes».

Silvia Lospennato, por su parte, sostuvo que «lo que tuiteó Fernando Iglesias está pésimo. Hay que pedir explicaciones convincentes sobre la actividad de los no esenciales en Olivos, especialmente a altas horas de la noche, pero de todos, varones y mujeres y hacerlo sin insinuaciones ni prejuicios».

Llamativamente, ni la UCR, ni el PRO, ni la Coalición Cívica solicitaron sanción interna alguna para Iglesias o Wolff, ni mucho menos que fueran separados de sus listas. A lo sumo aparecen algunos comentarios negativos, que en seguida adoptan una actitud contemplativa al comparar la acción de Iglesias con supuestos despropósitos del oficialismo, aunque nunca se especifica de cuáles se trata.

Mientras tanto, asustado por las consecuencias que podría sufrir, Iglesias salió a negar sus palabras denigratorias y su asociación de cada visita de una mujer a la Quinta de Olivos como una «visita sexual» o, como ahora afirma que no dijo, «peteras» del Presidente.

En su limitado pensamiento binario, el diputroll no puede entender que una mujer visite a alguien con otros fines que participar de una «fiesta sexual». Lo cual lo define más a él, y a su calidad humana e intelectual, que a las visitantes.

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¿Por qué razones Iglesias no incluyó a Viviana Canossa, Luis Brandoni o Carlos Rottemberg dentro de los participantes de las «fiestas sexuales», a pesar de haber concurrido a la residencia de Olivos? En su limitado universo sexista, el diputroll sólo asocia las «visitas sexuales» con mujeres peronistas o k. Así se entiende perfectamente su actitud amargada y violenta. La diversidad y el pensamiento binario nunca se cruzan.

Si bien la Ley Micaela  o Ley de capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado (N° 27499) establece la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. ¿Habrán aprobado estas capaciones obligatorias Iglesias y Wolff, o también habrá esquivado su cumplimiento? La Ley no es optativa. ¿No habría que sancionarlo también por esto?

Juntos por el Cambio no deja de asombrar en esta campaña electoral. Cuando no adopta un discurso negacionista sobre la dictadura cívico-militar y los desaparecidos, como han vuelto a hacerlo Silvina Ajmeche, otra discípula de Patricia Bullrich, o Ricardo López Murphy, que insisten en reconocer la soberanía británica sobre las Malvinas, como lo hacen las propias Ajmechet y Bullrich o la progresista escritora Beatriz Sarlo.

Tal vez la semana entrante reclamen el restablecimiento de la Santa Inquisición.

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Alberto Lettieri

Historiador, analista político y ensayista. Es doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (2001), investigador independiente del Conicet y profesor titular en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado numerosos trabajos en publicaciones nacionales, de México, España y Chile y varios libros: Vicente Fidel López: la construcción histórica de un liberalismo conservador, La república de la opinión, Industrialización y desarrollo, Seis lecciones de política y La civilización en debate, entre otros.

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