Jaron Lanier: «Ser crítico es el último acto de optimismo»

Jaron Lanier quiere acabar con la Internet que conocemos. En su opinión, el modelo no es sostenible porque solo unas pocas compañías extraen todo el valor en la sociedad digital. Lo hacen modulando nuestro comportamiento y nuestras voluntades a partir de los datos que obtienen de cada uno de nosotros. Si todos aportamos información, debería establecerse un nuevo modelo de relaciones económicas. «Todo el sistema tiene que cambiar», afirma.

—Usted ha sido muy crítico con el progreso tecnológico y lanza constantes advertencias sobre el riesgo de desigualdad social y la pérdida de libertades. ¿Será mejor el futuro? 

—Creo que las cosas han ido mejorando a lo largo de la historia gracias a los más pesimistas. En otras palabras, es la gente crítica, la gente que hace demandas, la gente que se preocupa, la gente que intenta mejorarlo todo la que hace que las cosas mejoren. No creo que nada suceda automáticamente. Ser crítico o ser pesimista es el último acto de optimismo. Aunque tuvimos que hacer frente a muchos grandes desafíos en el pasado y, en ocasiones, nos comportamos de manera horrible y estúpida, hemos tenido éxito en hacer las cosas cada vez mejor. En el transcurso de la historia la situación para los humanos ha mejorado cada vez más, lo que me lleva a ser optimista respecto al futuro. Por mi experiencia y desde lo más profundo de mi corazón, sinceramente creo que las cosas pueden mejorar.

Habrá que trabajar intensamente para corregir las distopías y evitar que los peores análisis se cumplan.

—Hay una tendencia tremendamente fuerte que está muy relacionada con la fiebre de las redes de computación. Quienes tienen las computadoras más potentes en la red pueden almacenar la información y con ella hacer predicciones y correlaciones para descubrir cosas sobre los demás y así capitalizar los datos. No son un jugador más. Están en el centro del sistema, por lo que tienden a concentrar riqueza y poder; tienden a manipular a todos los demás hasta volverlos locos mediante el uso de técnicas para la modificación de la conducta y la generación de una adicción. Es, prácticamente, hipnosis. Así es que creo que tenemos que concentrarnos en establecer algún mecanismo que permita evitar la concentración de poder alrededor de quienes controlan los equipos de computación más grandes porque no creo que podamos sobrevivir si siguen haciendo eso. En todos los momentos de la historia, se ha demostrado que esta situación de poder se vuelve corrupta, traicionera, cruel. Lo hemos visto con experimentos comunistas y podemos verlo hoy día.

Detrás de esas grandes redes hay personas, ¿quién controla el mundo en este momento?

—Las personas tenemos diferentes grados de influencia en el mundo, pero no creo que nadie realmente lo controle. No creo que ni las personas más poderosas en estos momentos entiendan claramente lo que están haciendo, y lo digo porque conozco a algunas de ellas. Desde luego, si echas un vistazo a la lista de las personas más ricas del mundo verás que quienes se han unido a ella en los últimos diez o veinte años son personas cercanas a las computadoras de una forma u otra. Se enriquecen con información, pero no creo que haya un plan malvado para dominar el mundo. Quiero pensar que estas personas tienen buenas intenciones, aunque quizás estén en un error. Y, por eso, tengo aún esperanza en poder influir sobre esta nueva clase de mandatarios para que se extiendan a todos los beneficios del sistema.

—¿De qué forma?

—A veces las empresas se muestran dispuestas a hacer cambios. Pero en última instancia, de lo que estamos hablando es de modificar las bases del sistema económico actual. La economía, desafortunadamente, domina sobre las leyes y las ideas; por tanto, los cambios tienen que ser de carácter económico. Las compañías tecnológicas nos dicen que nuestros datos sirven para desarrollar sistemas inteligentes que contribuirán al bienestar de todos porque nos permitirán trabajar mejor. Pero si van a tomar nuestros datos, que paguen por ello. Es un principio básico del mercado: si los datos de las personas son valiosos, deben pagar por ellos. De hecho, deberían incentivarnos para conseguir que nuestros datos sean buenos, más útiles y mejores.

Tenemos que cambiar el modelo. Toda la economía se basa en manipular a las personas

¿Podemos creer aún que internet y las redes sociales servirán para empoderar a la ciudadanía?

—Sé que es una de las grandes decepciones. Originalmente la idea era que la influencia política y el poder se iban a distribuir mucho más con Internet; y lo que está sucediendo es lo contrario. La internet, tal y como la conocemos hoy, se basa en la manipulación y la modificación de las conductas sobre la base de las emociones. La consecuencia de todo ello es que se ha impuesto la negatividad en lugar de la positividad porque las corrientes emocionales negativas son más fáciles de crear y se extienden más rápidamente. Todo el sistema tiende a ser más eficiente para generar emociones negativas que positivas. La negatividad se amplifica y se vuelve más poderosa. Y, a pesar de todo, creo que internet está empoderando a las personas y descentralizando el poder.

¿Cree que necesitamos más regulación, algún tipo de institución que vele por las buenas prácticas en Internet?

—Creo que la regulación puede ser muy positiva y útil. No me opongo en absoluto y, de hecho, he estado involucrado en los procesos de definición de lo que serían propuestas éticas en un mundo digital para la Unión Europea. Hago mis investigaciones para una de las grandes compañías tecnológicas en este momento, Microsoft, que en mi opinión se convirtió en una mejor compañía porque está regulada. Fue beneficioso para ella. Sin embargo, lo fundamental es cambiar el modelo económico.

¿Por dónde habría que empezar?

—Hemos creado un sistema con compañías como Facebook o Google en el que si dos personas desean conectarse, la única manera posible para que el sistema se financie es que haya una tercera parte que desea manipularlos. Entonces ya no hay una conexión clara entre las personas. Su relación tiende a ser manipulada utilizando emociones negativas, con el consiguiente aumento de la negatividad en la sociedad. Esa estructura tiene que cambiarse desde su núcleo. No podemos tomar medidas gradualmente, debe ser transformado. Debemos actuar desde la regulación y también desde las propias compañías de internet, mejorando sus prácticas y autorregulándose. También hay un espacio para la acción ciudadana y para que se lleven a cabo campañas de concienciación. Todo el sistema tiene que cambiar.

¿Qué papel le queda a los Estados y a los gobiernos?

—Eso depende de los detalles. La solución que prefiero para arreglar Internet sería aquella en la que las personas empiezan a recibir pagos cuando algunos de sus datos resultan valiosos. En ese escenario, los gobiernos tienen un papel como regulador. Es un papel clásico, pero clave. Déjame decirte un poco más sobre esto. Si vamos años atrás, había una creencia generalizada acerca en la cultura digital según la cual en el futuro no habría periódicos, no habría revistas, no habría películas, estudios…, no habría ningún productor de televisión. En su lugar, solo habría versiones de la Wikipedia; es decir, que los ciudadanos se unirían y pagarían voluntariamente en línea para crear sus películas, sus programas de televisión, sus periódicos y todo lo demás. Y había muchos cándidos idealistas que creían que esta sería la mejor manera de funcionar. Sin embargo, mientras realizábamos el experimento, otras compañías como Netflix intentaron algo diferente: dado que ahora tenemos Internet podemos tener conexiones directas con los usuarios y cobrar una tarifa a cambio de la televisión que realmente les gusta. El resultado del experimento ha sido que a ninguna de las áreas de voluntariado para crear estudios o películas le ha ido muy bien y los que crearon nuevos periódicos se han vuelto terriblemente malhumorados. En cambio, la nueva televisión se paga, principalmente a Netflix o HBO, y además se percibe como la mejor televisión de todos los tiempos. Creo que una buena labor para los gobiernos sería actuar para evitar que se produzcan estos desequilibrios porque los mercados pueden fallar, los mercados pueden generar burbujas. No creo que los gobiernos sean simplemente una fuerza atroz para castigarnos, el gobierno somos todos nosotros mientras no estemos locos.

Es necesario evitar la concentración del poder en quienes controlan los equipos de computación más poderosos

¿Nos queda mucho por vivir aún en lo que respecta al desarrollo de nuevos modelos?

—Es una revolución enorme, un cambio enorme el que tenemos que afrontar. En los comienzos de Internet, en los años sesenta, estábamos en el camino correcto y al final del siglo nos desviamos. Este sistema en que toda la economía se basa en manipular personas solo ha existido desde hace una década o algo así. Podemos deshacerlo. Realmente creo que todavía hay tiempo para rehacerlo.

¿Qué hacemos con aquellas personas cuyas tareas van a ser realizadas por máquinas?

—La idea original de la renta o ingreso básico es apoyar a la gente más pobre y eso no es de lo que estamos hablando; estamos hablando ahora de apoyar a todos partiendo de la idea de que los trabajos serán realizados por robots y no necesitaremos a nadie más. En ese escenario, en el que todos obtienen el mismo ingreso básico, lo que sucedería sería una lucha muy cruel para obtener las ayudas y otras ventajas. Creo que esto crearía una sociedad muy cruel. Puedo entender que suene atractivo para algunas personas porque es tan fácil como sentarse mientras que los robots están haciendo todo el trabajo, pero el hecho es que los robots no están haciendo todo el trabajo. Hay otro aspecto. Y es que estaríamos diciéndole a la gente: ya no eres útil, la razón por la que obtienes este ingreso básico es porque la sociedad no te necesita y te está apoyando porque no queremos que mueras en la calle. Ese es un mensaje terrible porque es una mentira. Es una mentira porque todos estos robots toman los datos de cada uno de nosotros, hacen su trabajo porque toman nuestros datos, lo que convierte esa afirmación en una mentira y en un fraude.

—Estamos viviendo en un momento en el que las realidades alternativas se han impuesto. ¿Qué significa realidad virtual? ¿Llegaremos a una situación en la que la vida se desarrollará en una realidad física y en otra realidad virtual? ¿Cuál será la vida real: virtual, alternativa o física?

—Prefiero creer que la realidad virtual es fundamentalmente un medio dentro de la realidad, al igual que la televisión, las películas o los libros. Es un tipo de medio más intenso que cualquier otro. Puede ayudar a las personas a tener experiencias entre sí de una naturaleza más, digamos, orgánica, quizás psicodélica e interesante. Y creo que también podría ayudarnos a apreciar la realidad física, porque la realidad física siempre será más rica, más real, más intensa, así que creo que en un contraste entre la realidad virtual y la realidad física podemos aprender a apreciar la realidad física. La realidad física siempre será lo más real. Esta es una gran pregunta sobre la que habrá muchos argumentos, pero esa es mi conclusión. Creo que el tema clave de la realidad virtual realmente tiene que ver con lo que hablamos: estructura económica, redes sociales… Si la realidad virtual hace referencia y se financia con cargo a compañías que quieren manipularla, entonces, por supuesto, puede ser algo muy horrible y puede convertirse en otra forma de control mental.

Los ciudadanos descubrimos periódicamente lo codiciados que son nuestros datos, pero no estoy seguro de que haya alguna reacción significativa. ¿Cuál cree usted que es la diferencia entre los casos de Cambridge Analytica2 y Edward Snowden?

—Hablé con Snowden algunas veces, incluso le di un premio una vez. Mi impresión es que él es sincero. Es posible que haya mucho más en el caso Snowden de lo que sabemos, aspectos que harían la historia aún más siniestra porque tenía todos los datos sobre lo que ocurre en Rusia y todavía sigue viviendo allí. No estoy seguro, pero mi impresión es que Snowden estaba actuando sinceramente y que para él resulta maravilloso hacer lo que hizo y aún siendo un delator. Dicho esto, cuanto más hemos sabido acerca del trabajo que realiza la inteligencia rusa para desestabilizar a Occidente, más nos preocupa que, tal vez, en cierto sentido, Snowden haya sido utilizado por los servicios orientales de una manera que ni él ni nosotros entendimos en el momento en que se conoció que la Agencia Nacional de Seguridad de EE. UU. tenía acceso a los datos de ciudadanos en todo el mundo. Es una posibilidad. Con Cambridge Analytica no existen dudas, lo sabían, era una operación cínica, malvada. En Cambridge Analytica todo estaba claro. Eran conscientes de que se habían involucrado con el poder para desestabilizar la democracia occidental, ya fuera para manipular unas elecciones o para agitar los populismos en Europa. No creo que hayamos escuchado aún todo lo que estaba pasando, creo que hay mucha más información por venir y eso afecta al mundo entero. Creo que toda esta situación es realmente desesperante.

Es la gente crítica, la que hace demandas, la que en realidad hace que las cosas mejoren

¿Qué podemos hacer?

—Necesitamos monetizar Internet. Realmente, creo que debemos iniciar un proceso de eliminación y de transformación porque es la solución que tiene sentido.

Solemos poner énfasis en la educación, la información y el conocimiento para que los ciudadanos tomen las riendas de lo que estamos viviendo…

—Por sí misma, la educación no construye una sociedad mejor porque puedes tener una sociedad con personas bien educadas que, sin embargo, no sacan partido de la educación recibida. Hay mucha gente educada, por ejemplo, en Venezuela. Aún no somos una sociedad fallida, porque no hemos fracasado, pero vamos en esa dirección porque hemos construido una estructura en la que las empresas más grandes solo tienen éxito al manipular personas. Es una locura, nos hace disfuncionales.

¿Qué debería estudiar un niño que empieza hoy su carrera escolar para su futuro?

—He estado pensando mucho sobre eso porque también tengo una hija. Una de las cosas que realmente me molesta en este momento es que todo el mundo dice que los niños tienen que aprender al menos algo de informática para su futuro, pero cuando van y aprenden informática, lo que les han enseñado es la informática de los años cincuenta. La cuestión es que el tipo de informática que realmente maneja nuestras vidas no es lo que están aprendiendo los más jóvenes. Es muy diferente y actualmente de lo que la gente necesita aprender hay muy poco conocimiento accesible. Eso me molesta mucho y quiero cambiarlo. Quiero crear algo para niños, para personas sin conocimientos técnicos, para que puedan tener acceso a la informática de nuestro tiempo. En este momento, si quieres planificar para el futuro, mantente cerca de una de las cinco grandes compañías tecnológicas mundiales porque ahí es donde está todo el poder. Es ahí donde radica el problema: con esta increíble concentración de poder e influencia hay menos opciones para las personas. Además están la biología, la semiología, la genética…

¿Qué hay de la música? La música ocupa un lugar muy importante en su vida, casi tan relevante como la informática…

—Tengo un pequeño problema, mi carrera en la escritura y la ciencia me llevan tanto tiempo que no tengo la oportunidad de ser un músico como me gustaría. Normalmente concentro esta tarea el sábado a la noche y es realmente bueno.

Lanier en tres títulos imprescindibles

¿Quién controla el futuro?

Una reflexión sobre la ingente cantidad de dinero y poder que mueven las redes digitales. Lanier piensa que el auge de las redes digitales ha conducido nuestras economías a la recesión y ha diezmado las clases medias. A medida que la tecnología destruye más y más sectores –desde medios de comunicación hasta la medicina o la industria–, afrontamos mayores desafíos al empleo y la prosperidad individual. Con todo, existen alternativas para evitar que la tecnología, concentrada en lo que Lanier llama «servidores sirena», se apropie de nuestro futuro.

Contra el rebaño digital

Un manifiesto que reivindica internet y sus aplicaciones desde un punto de vista humano, que prima la utilidad frente a la rentabilidad, el progreso continuado frente al resultado inmediato y el individualismo frente a la mentalidad de masa. El texto recuerda que la tecnología y los dispositivos con la que trabajamos y convivimos es resultado de la voluntad y del esfuerzo humano. No debería condicionarnos, sino servirnos. Lanier expresa una idea que será una constante en todos sus análisis: el totalitarismo tecnológico digital es la nueva amenaza para el orden social, como lo fueron el fascismo y el comunismo anteriormente. Frente a esa amenaza, cabe renovar el contrato social para un nuevo contexto.

El futuro es ahora

Lanier muestra el componente humanístico que la realidad virtual aporta a la tecnología. Expone la capacidad de la realidad virtual para amplificar la comprensión sobre nuestra especie y ofrece a los lectores una nueva perspectiva sobre cómo el cerebro y el cuerpo humano se conectan al mundo. La realidad virtual se convierte en una frontera en la que explorar la creatividad, la expresión y la experiencia humana. Crítico con las redes sociales y otras manifestaciones de la tecnología en sus obras anteriores, en este libro concluye que la realidad virtual puede hacer que nuestra vida sea más rica y completa

Juan Zafra | Telos

Director de la revista Telos (https://telos.fundaciontelefonica.com/)

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