La OTAN, Gran Bretaña, Argentina y la guerra cognitiva

Esta nota, originalmente publicada por Zona Militar, explica como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por los Estados Unidos, ensaya nuevos modos de guerra híbrida contra sus autodeclarados adversarios, como la guerra económica, la ciberguerra, la guerra de la información y la guerra psicológica. Ahora, la OTAN está desarrollando un tipo de combate totalmente nuevo que ha denominado guerra cognitiva. Descrito como el «armamento de las ciencias del cerebro», el nuevo método implica «hackear al individuo» explotando «las vulnerabilidades del cerebro humano» para implementar una «ingeniería social» más sofisticada.

La naturaleza de la guerra a través del tiempo no cambia, es la imposición de la voluntad de uno sobre el otro, cambian los modos. La OTAN mediante un estudio patrocinado por el Allied Command Transformation (Comando Aliado de Transformación, área que opera sobre pensamiento estratégico, desarrollo de capacidades, educación, formación y cooperación) continúa avanzando en el esquema planteado por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en su  introducción al Concepto Operativo Integrado 2025 (Introducing the Integrated Operating Concept) presentado en Septiembre de 2020, por el jefe del Estado Mayor de la defensa británica, general Sir Nick Carter, una doctrina que rompe con el concepto tradicional del uso, los recursos  y las aplicaciones  del instrumento militar.

En el documento británico —posteriormente actualizado en agosto de 2021 por el Centro de Desarrollo, Conceptos y Doctrina (grupo de expertos del Ministerio de Defensa del Reino Unido)— se establece un nuevo enfoque en el uso del instrumento militar dentro del sistema multilateral utilizado hasta la fecha y se plantea la necesidad de adaptarse a la «guerra política».

A partir del planteo del año 2020 hoy, a los cinco dominios de la guerra (aire, mar, tierra, espacio y ciberespacio) debemos agregarle un sexto dominio, el dominio cognitivo. Al hablar del dominio cognitivo como nuevo  escenario de batalla no estamos hablando de la aplicación de propaganda o de operaciones psicológicas, algo común a los escenarios de guerra desde siempre; estamos hablando de algo más profundo y constante en el tiempo, no necesariamente en escenarios de guerra convencional o conflictos armados y que combina herramientas multidominio integradas en procesos sedimentarios: se busca cambiar no sólo lo que las personas piensan (operaciones psicológicas, propaganda, desinformación) sino también cómo actúan.

La intención es la fragmentación social del objetivo para condicionar su capacidad de movimiento y toma de decisiones. En la actualidad las sociedades y sus organizaciones militares desarrollan las actividades en un entorno impregnado de tecnología y sobrecargado de información. La dependencia tecnológica es cada vez más concentrada y la opinión pública pueden influir alterando el orden político en la toma de decisiones ya sea de manera directa o indirecta, de forma violenta o en el límite del umbral de la guerra, generando una tensión constante que afecta las percepciones y creencias de la población y condiciona las acciones a tomar para el uso de las capacidades propias para alcanzar los objetivos estratégicos determinados por el poder político.

La guerra cognitiva combina herramientas multimediales con el cúmulo de ciencias cognitivas (psicología, lenguaje, neurología, lógica, filosofía, antropología, informática, etcétera) con la intención de degradar las capacidades del saber, la comprensión; es decir, frustrar el conocimiento de la población en general, no solamente las áreas militares o institucionales de una nación. Los ámbitos político, económico, cultural y social son los objetivos sobre los que operar de manera integrada y constante mediante recursos vinculados a la dependencia tecnológica, tanto en lo referido a vida militar como a lo relacionado con la denominada «internet de las cosas».

La velocidad en el avance del desarrollo de tecnología de la información y la posibilidad de operar en una escala y velocidad nunca antes vista permite manipulaciones cognitivas en un umbral que no se contrapone a la guerra física tradicional sino que forman un conjunto de ataque continuo aún en tiempos de paz. La disponibilidad de información en el ciberespacio y la posibilidad de realizar «minería» y análisis de datos permite rápidamente identificar los centros de gravedad de las poblaciones y sus vulnerabilidades para erosionar la confianza dentro de la estructura social, destruir el contrato social que une a las comunidades convirtiendo al individuo en un arma donde no se opera sobre lo que piensa sino en la forma en la que piensa; se busca influir en las actitudes y comportamientos de los ciudadanos para hacer o dejar de hacer cosas.

La guerra cognitiva utiliza un cúmulo de recursos que se aplican de forma sistemática, simultánea, segmentada, en un mismo lapso de tiempo, de manera combinada y de forma constante diferenciándose de la herramienta propaganda dado que en ella el individuo se sometía pasivamente a la información en cambio ahora es el individuo el que contribuye, el que es parte de esa propaganda algo sobre lo que opera la ciberpsicología y la AI (inteligencia articifial).

En este contexto, la Directiva de Política de Defensa Nacional en la República Argentina es el instrumento jurídico y político institucional que enmarca al conjunto de la política de defensa nacional. A partir del Ciclo de Planeamiento de la Defensa Nacional, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas formula el planeamiento estratégico militar, que generará directivas o documentos: La Directiva para la Elaboración del Planeamiento Estratégico Militar (Depem); la Apreciación y Resolución Estratégica Militar (Aremil); la Directiva Estratégica Militar (Demil); el Plan Militar  de  Corto  Plazo  (PMCP); el Plan  Militar  de  Mediano  Plazo (PMMP) y el Plan Militar de Largo Plazo (PMLP).

Dentro de la DPDN 2021 se identifican distintos tableros estratégicos, conectados entre sí pero analíticamente distinguibles, a los efectos de comprender las dinámicas internacionales actuales y proyectar las futuras posibles. De esta manera se identifica un tablero estratégico militar, uno económico comercial y un tablero de relaciones transnacionales pero en ninguna parte de la apreciación estratégica del escenario global actual aparece la amenaza de la “guerra cognitiva”.

Mientras tanto Ben Wallace, Ministro de Defensa Británico, considerado el arquitecto de la Fuerza Cibernética Nacional donde el gobierno del Reino Unido planea invertir cinco mil millones de libras esterlinas (u$s 6.800.000.000) en los próximos años, afirmó el 21 de febrero de 2022 ante la consulta del parlamentario Jamie Stone sobre qué respuesta podía brindar Reino Unido frente a una salva de ciberataques rusos: «No puedo comentar sobre las operaciones que emprenderá, pero soy un soldado y siempre me enseñaron que la mejor parte de la defensa es el ataque».

Recordemos que el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció el 19 de noviembre de 2020, la creación de la National Cyber Force una nueva fuerza militar cibernética con sede en la ciudad de Samlesbury, condado de Lacashire en el noroeste de Inglaterra. El National Cyber Force reúne a personal del Government Communications Headquarters (GCHQ, una de las tres agencias de inteligencia británicas), el Ministerio de Defensa, el Servicio Secreto de Inteligencia (MI6) y el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa (DSTL), bajo un comando unificado por primera vez según documentación oficial y pública del gobierno británico (https://www.gov.uk/government/news/permanent-location-of-national-cyber-force-campus-announced).

Así como la minería de datos con Cambridge Analytica (empresa del SCL Group, contratistas del Ministerio de Defensa británico) brindó la información necesaria para el desarrollo de operaciones sobre la población civil de 32 países soberanos mediante herramientas y recursos de la vida civil como por ejemplo lo ocurrido en Trinidad y Tobago con el movimiento civil Hazlo, o incluso en Gran Bretaña la campaña del Brexit, el conjunto de recursos no bélicos aplicables a la población civil, de manera constante, sistematizada, con alternancia, con procesos sedimentarios y con capacidad de condicionar severamente la capacidad de movimiento y decisión de las sociedades, son las tácticas a las que nos enfrentamos en el presente (Las operatorias en Bielorrusia, Kasajistán y Ucrania presentan una suma de elementos vinculados a las acciones combinadas en diversos escenarios).

La guerra cognitiva es hoy por costos, resultados, escala y beneficios lo que forma parte de los actores y herramientas a ser utilizados en los tableros estratégicos detallados en la Directiva de Política de Defensa Nacional de 2021. Cabe preguntarnos: ¿Cómo nuestro Sistema de Defensa se prepara para enfrentar esta amenaza tan bien manejada por quienes ocupar militarmente nuestro territorio insular en el Océano Atlántico y cómo se articula con el sector civil (empresas, universidades, institutos, sindicatos) para operar contra y a partir del multidominio aplicado a la guerra cognitiva? El desarrollo de las tecnologías, su aplicación en el escenario militar y sobre todo durante las denominadas zonas grises obligan a que actualicemos nuestros conceptos sobre la defensa nacional y la articulación con los distintos sectores de la vida nacional.

Daniel Symcha

Periodista y productor en radio Mestiza de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Maestrando en Estrategia y Geopolítica (Undef). Estudiante de Relaciones Internacionales (IRI-UNLP). Licenciado en Artes Plásticas (UNLP)

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