Alguna vez tengamos en la Argentina medios públicos estatales y no gubernamentales
Pero para eso, lo más importante es que sigan en manos de la Administración nacional y no que se privaticen o cierren.
Estimo que la defensa de la existencia de medios públicos (TVP, Radio Nacional, Télam) debe hacerse con argumentos que se alejen de las habituales palabras con las que, hasta ahora, siempre se intentó darles valor. Nada significan frases como que son esenciales para la vida democrática, o que aseguran libertad de expresión, diversidad de voces, etcétera. No porque no sea cierto, sino porque esas variables de gestión no se han aplicado con justicia en casi ningún gobierno de la historia argentina.
Con más o menos buena voluntad siempre el rumbo de los medios públicos siguió el sesgo político, informativo y cultural que sus autoridades, vinculadas al poder gubernamental del momento, decidieron impulsar.
Eso debe modificarse para una mejor distribución de la información, teniendo como sostén de calidad el profesionalismo y correctas intermediaciones entre los fenómenos de opinión pública y las audiencias. Y cambiar esto no pasa por hacer desaparecer los medios públicos con rústicas referencias a costos o dimensiones laborales, dos aspectos que también pueden y deben mejorarse.
La afirmación del presidente electo Javier Milei de que «todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado», haciendo expresa referencia a la TVP, radio Nacional y Télam, es una mirada que surge naturalmente desde su lógico sentido común en virtud de la alineación ultraliberal que lo formatea. Pero cae en falacias y errores. Precisamente todo lo que menciona, no puede ni debe estar en manos privadas.
Lo de los medios públicos cae de maduro y por su propia definición ¡Si son públicos es porque no son para que lo administren los privados! No hay nada de nuevo en esto, se trata de añejas aspiraciones liberales y del permanente interés de empresas periodísticas de acá y de afuera de quedarse con las frecuencias públicas del espectro de TV y radios, y de desmontar la única agencia de noticias, Télam, que tiene el Estado.
En ambos casos, los medios públicos audiovisuales y Télam cumplen el rol de equilibrar y federalizar la información, el entretenimiento y parte de la cultura y la educación que se expresa en la industria audiovisual y periodística.
Y sí es correcto mencionar que la federalización, en estos medios, es una realidad, ya que ubican su tarea profesional en todo el territorio argentino, alejada esta cuestión de conveniencias de mercado. Los medios se mueven en un espacio de mercado, desde ya, pero no toda la comunicación es solamente mercado y en este caso priorizan (o debieran hacerlo) el interés público por sobre estándares comerciales y ratings que evalúan, y muy mal, algunas audiencias y no miden valoraciones de contenidos y necesidades culturales.
En casi todo el mundo hay medios públicos. En la muy liberal EE. UU. existe la Public Broadcasting Service (PBS), que es la red de televisión pública de ese pais. Es una organización sin fines de lucro y se conforma con más de 350 emisoras públicas de todos los estados y está presente en absolutamente todo el territorio norteamericano. La idea primigenia de su fundación se sostiene en ser una alternativa a la televisión comercial y queda claro su cometido cuando vemos que la PBS reemplazó en 1969 a la National Educational Televisión/NET que era nada menos que una red de televisiones educativas. ¡Más sentido público, imposible! Su programación es generalista y muestra un amplio catálogo de documentales de ciencia e historia, TV educativa, espacios de servicios públicos y cine.
Como si fuera poco, como «mal ejemplo» para nosotros con tanta crítica infundada a Paka Paka, está también el PBS Kids, que es la marca de programación infantil pública con variedad de contenidos educativos, dibujos animados y espacios de divulgación. Hoy en día, PBS Kids es el único bloque infantil de la televisión generalista en abierto de los Estados Unidos.
En Europa es más fácil hallar medios públicos en muchísimos países, y existen variedad de formas mixtas en su financiamiento que van desde aportes estatales hasta publicidad comercial pasando por auspicios y donaciones.
Existe en España, Francia, Italia, Gran Bretaña y otros, algo que habría que implementar en la Argentina con obligación legal, pero más como una práctica que las audiencias valoren y exijan, que es entregar información balanceada y plural con puntos de vista disímiles y generar contenidos de entretenimiento con diversidad cultural y nada de estar atado a necesidades y gustos de los gobiernos de turno.
Alguna vez en Argentina tengamos medios públicos estatales y no gubernamentales. Pero para eso, lo más importante es que sigan en manos de la Administración nacional y no se privaticen o cierren.
Respecto a Télam, también en otros países hay agencias de noticias estatales, como EFE en España que es la cuarta más importante del mundo y brinda información a centenares de periódicos y emisoras y posee oficinas en 180 ciudades de 120 países.
Télam hoy es una sociedad estatal, la mayor agencia de noticias de Latinoamérica y la segunda más importante en lengua castellana y también tiene portales en portugués y en inglés. Además de los clásicos servicios de cables, fotografías e infografías, ofrece servicios audiovisuales, un suplemento literario, historietas, radio, producciones multimedia y un reporte que distribuye en formato de diario.
Y para finalizar, digamos que todos los medios audiovisuales que usan espectro radioeléctrico son públicos, en virtud de ser el Estado nacional el administrador de dicho espectro, que no reconoce «propiedad privada» en ninguna de sus formas. Cada Estado nacional puede dar en explotación a terceros privados parte de ese espectro (frecuencias de radio y televisión) pero estos son «posesionarios» y no «propietarios», como por lo general se cree. Y entre tanta cantidad de medios y de explotaciones concedidas, no está de más que el Estado tenga su parte.