Medios opositores fijan objetivos a Juntos por el Cambio
Juntos por el Cambio debe tramitar su interna para conseguir un objetivo inmediato: impedir que el Frente de Todos consiga en noviembre una votación que le dé quorum propio en la Cámara de Diputados. Este es el guion trazado en los medios opositores, que multiplican sus temores por el impacto del avance de la vacunación. Feroz pero también desopilante embestida contra Axel Kicillof.

Hay más títulos y comentarios sobre las elecciones en Clarín, Infobae y La Nación que acciones o pronunciamientos de los partidos políticos. Esto se expresó en el llamado al macrismo para enfocarse en la economía en lugar de la vacunación, contenido en varias notas y reforzado el lunes 7 por Fraga en Clarín.
Ese mismo día Jacquelin alertó en La Nación sobre el «laberinto» en el que está la oposición. Macri, dice, no actúa «como árbitro», Bullrich sigue en el tono que gusta a sus fieles y Larreta hace solo «tacticismo», por su «fobia a confrontar». Así no alcanza, avisa.
Después vino una muy forzada ola de optimismo editorial: buen diálogo en una reunión partidaria, acuerdos, «sin tensión», etcétera. El despliegue incluyó un engaño de Clarín a sus incautos lectores: aunque Macri no asistió, incluyó una foto de archivo donde él está. Quien no haya leído en detalle o el epígrafe, se quedó con la idea inversa a lo sucedido.
Las discusiones en Juntos por el Cambio pueden ser inconvenientes, sí, pero según Van der Kooy de Clarín se deben a que es una fuerza «más horizontal» que el peronismo, donde «Ella» impone su autoritarismo y, para colmo, «tiene a La Cámpora».
Kirschbaum, el jefe de redacción del diario, advierte el domingo 13: «La clave de la estrategia opositora es que la capacidad del Gobierno para conseguir quorum en Diputados se aleje aún más».
Este acompañamiento editorial a la derecha renovó fuerzas basándose en las muy criticadas definiciones del presidente Fernández, ametrallado con toda clase de descalificaciones, mucho más duras que cualquiera de las conocidas en Brasil o México.
No obstante ese contexto tan favorable, Clarín retomó el sábado las exigencias al alcalde Larreta, en una nota en la {«type»:»block»,»srcClientIds»:[«a50bb055-be28-41e2-a5e1-6d89d32ac735″],»srcRootClientId»:»»}que Lanata le reclama «una prueba de liderazgo ante la política, los medios y la gente», porque aquel rechazo a la estrategia sanitaria del gobierno nacional, que tuvo complicidad de la Corte Suprema, «no alcanza». El diario declara expectativas en la definición de María Eugenia Vidal, que aparentemente las comunicará tras un viaje a Estados Unidos del que no da ningún detalle.
Kirschbaum, el jefe de redacción del diario, advierte el domingo 13: «La clave de la estrategia opositora es que la capacidad del Gobierno para conseguir quorum en Diputados se aleje aún más». En La Nación, Matías Moreno explica que lo que tienen en común los sectores internos del macrismo es el odio a Cristina Kirchner. Luego detalla los propósitos del accionista Macri: frenarla a «Ella» y que el Frente de Todos no tenga quorum propio en Diputados.
Línea idéntica en Infobae, el mismo día. A pesar de las frases del Presidente, lamenta el redactor Cárpena, «la felicidad nunca es completa», porque Juntos por el Cambio no puede asegurar que podrá aprovecharlo en las urnas. Entonces se impone una «cumbre» entre Macri y Larreta, porque si bien se dice que hablan permanentemente, no se ven «acuerdos mínimos».
Estos desvelos conviven con el regocijo por las frases presidenciales y la exaltación de las réplicas en Brasil y México, aunque no hayan alcanzado el tono insultante de los columnistas «compatriotas»: grosero, impostor, soberbio, ignorante, devaluado, detonado, papelón, etc., en un despliegue que recorre a columnistas de los tres medios, en los que es obvio que no faltaron menciones al «silencio» de Cristina Kirchner.
Desesperados por sacar provecho del infortunio presidencial, no faltó sin embargo alguna contradicción. Roa en Clarín dice que el kirchnerismo «celebró» los errores de Fernández, pero Infobae habló de «malestar» por ellos y diagnosticó que el episodio rompió un acuerdo de enfriar las diferencias internas en el Frente de Todos. González de Clarín la ve a la Vicepresidenta mientras «patea sillones», igual que Morales Solá en La Nación, que habló una vez más de «ataque de furia».
Engolosinada con el favor político, la oposición mediática se dio sus lujos, como por caso Clarín y La Nación, que el domingo dieron notoriedad a una nota de The New York Times recomendando a la Argentina «conversar sobre racismo». Viniendo del país que viene, una osadía difícil de calificar.
Aunque con espacios no tan reiterados como en semanas precedentes, la lucha editorial contra el avance de la vacunación se mantiene. La censura a la noticia de llegadas de vacunas es casi constante, atenuada por algún título aislado. Los avances con AstraZeneca fabricada en el país y envasada en México, y con la Sputnik en Argentina, son puestos bajo la amenazante figura de «empresarios amigos».
Usaron también el anuncio de donación de Estados Unidos de vacunas que «no llegarán a la Argentina», dicen los titulares. Solo leyendo los últimos párrafos se podrá saber que en realidad la promesa es para los países más pobres y no por ningún conflicto como el de Pfizer.
Aunque con espacios no tan reiterados como en semanas precedentes, la lucha editorial contra el avance de la vacunación se mantiene. La censura a la noticia de llegadas de vacunas es casi constante, atenuada por algún título aislado.
Hubo metralla concentrada también contra el gobernador Kicillof, el dirigente que motiva más desvelos y rencor en los columnistas opositores. El relato ya repetido sobre su dominio del ministro Guzmán subió de tono con González de Clarín, quien a propósito de la reunión entre ambos puso al titular de Economía como «alumno, durante tres horas».
Pero tampoco alcanza: el viernes Bonelli dice en el mismo diario que el insaciable gobernador no solo controla a Guzmán, sino también a Matías Kulfas y Miguel Pesce. La Nación remató el domingo con dos notas, una de ellas una mera expresión de odio en la que abundan referencias al comunismo y a la Unión Soviética (o Rusia, lo mismo da). Una vez más, el senador McCarthy podría enorgullecerse de sus discípulos criollos.
Para la ya extendida galería del oprobio periodístico quedaron otros insumos: Pagni en La Nación dice que la «visita socialista» (sic) española incluyó a empresarios. ¿Interesados en explorar negocios y en ver posibilidades de las tan reclamadas inversiones? No señor, no señora: vinieron a quejarse del Gobierno argentino. Donovan, en el mismo diario, da cuenta de inversores que retoman contactos en el país. ¿Hay algún mérito del Gobierno en esto? No señor, no señora: solo ocurre por la «liquidez mundial». La nota no se priva de un toque de malicia: en Wall Street, afirma, se espera un «cambio de signo» en 2023, sea con el macrismo o con Sergio Massa, figura «amigable para los mercados».
En esta competencia por la deshonra político-periodística, es difícil igualar a Van der Kooy, quien enojado por el saludo del Presidente al virtual presidente electo de Perú describe así a Pedro Castillo: «Un maestro rural de izquierda radicalizada». Es probable que Soledad Acuña, especialista en expresiones de desprecio a las y los docentes, haya sentido envidia.