El magnánimo Mauricio (que es Macri)

La prensa opositora se volcó a la exaltación de la figura de Mauricio Macri, presentándolo como ajeno a la lucha interna en Juntos por el Cambio y dedicado a conciliar, desprendido y por encima de todas las ambiciones, aunque Clarín marcó en un espacio de gran peso editorial que «crece» su marcha hacia la candidatura.

Son definiciones editoriales significativas por más que, como es habitual, las disputas del Frente de Todos insumen la porción más grande del despliegue, cuando son igual de estruendosas que las de la oposición pero también cuando son menos estruendosas, y sin necesidad de que lleguen a amenazas boxísticas.

El miércoles Clarín se abstuvo de dar como noticia la enésima expresión de violencia de la Pata Bullrich, una más y no tan grave como encubrir crímenes de Estado que la tuvieron como cabecilla. En efecto, en lugar de la amenaza el título fue «Macri pide parar las peleas», y al día siguiente repitió el mensaje, y el viernes otra vez, el buen Mauricio haciendo esfuerzos por «bajar la tensión».

«Busca mediar», exaltó La Nación ese mismo día, aunque se permitió reproducir brevemente un reproche de allegados a Bullrich diciendo que el expresidente también tensa la interna, por ejemplo con sus ataques a los radicales y la denostación de Hipólito Yrigoyen.

El jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, marcó línea de fondo el domingo, cuando escribió que «crece» la instalación de Macri hacia la candidatura, e incluso la sembró en un clima social que, dijo, reclama una figura visible y ordenadora, que es la de él. Así, deduce, las otras candidaturas se mantienen únicamente para evitar una «rendición incondicional».

En el mismo diario, Van der Kooy se quejó de la «interna salvaje» en la derecha, menciona a Larreta y Bullrich pero elude quirúrgicamente incluir a Macri. Y la misma estrategia desplegó, con mucha menos delicadeza, Morales Solá en La Nación. Menciona peleas, el «campeonato de egos» y el acto de hace una semana de la UCR, que de reivindicar a Raúl Alfonsín pasó a ser, reprocha con indignación, «un acto contra Macri».

El columnista se lanza a una exaltación fanatizada del libro publicado a nombre del expresidente y se pregunta «quién no puede estar de acuerdo» con el «cambio» del que se habla en esas páginas.

Y si acaso a alguien del equipo económico se le ocurriera hacer algo por el bolsillo de las y los argentinos, Clarín avisó el jueves que, en caso de congelamiento de precios, «los super temen desabastecimiento». El fantasma de la góndola vacía, el insumo histórico del caceroleo.

Y, acorde con la misma decisión editorial, el diario representó en una caricatura los enfrentamientos internos de Juntos por el Cambio, con dos grupos belicosos en medio de los cuales emerge Él, el pacificador, el bueno, el que escucha a todos y todas. El texto desliza la posible conformación de listas «cruzadas» para conformar a todos los sectores, aunque esto conlleva la capitulación del radical Manes, quien según este esquema deberá conformarse con disputar la gobernación bonaerense.

Es mucho más fácil para estos medios opositores desplegarse sobre la interna del oficialismo: son todos malos y malas por igual, en especial Ella, obvio. La cobertura obtiene en este caso hasta tres títulos de portada en un mismo día, eso sí, sirviéndose de la manifiesta incapacidad oficialista para evitar la disputa a través de actos públicos y declaraciones a los medios. Muchos títulos pero una sola línea editorial, como la del lunes: Clarín e Infobae usan la palabra «guerra» en el oficialismo. La Nación, «batalla».

Es constante la claridad de propósitos respecto de otro partido, el judicial, que mantiene su cronograma para, como dice Van der Kooy, someter a un «martirio» a Cristina Kirchner, en una «cuenta regresiva» que es larga de enumerar: la condena ya prevista en la causa Vialidad, la revisión del sobreseimiento en las acusaciones por Hotesur, el recurso periódico de remover el cadáver de Nisman, en lo que se anotó una vez más Jaime Stiuso. El procurador interino Casal, soldado macrista al que el oficialismo no fue capaz de remover, se despachó con el dólar futuro, una acusación que si bien es fantasmagórica cumple la función de seguir generando títulos.

El resto de las fuerzas es destinado a aplaudir a rabiar las acciones de la carroña judicial para ir cerrando todos los caminos que lleven a establecer la conexión política y financiera de los gestores de la violencia contra el Gobierno, incluyendo en lugar preponderante el intento de magnicidio del primero de septiembre.

Los hermanitos Caputo fueron bendecidos con varios artículos que los preservan de toda complicación, entre ellos un generoso reportaje de La Nación al extremista Jonathan Morel. La Cámara Federal ordenó la semana pasada liberar a una de las acusadas, Agustina Díaz, Lanata le hace un «reportaje» en canal 13 y lo publican al unísono Clarín, La Nación e Infobae. Secuencia perfecta, con orden y disciplina.

Los intentos oficiales contra la remarcación ininterrumpida de precios son tan desmañados y erráticos que los medios opositores necesitan apenas un par de días para pararlos en seco con títulos que denuncian «presión» y «amenazas» a los sacrificados empresarios argentos. Y si acaso a alguien del equipo económico se le ocurriera hacer algo por el bolsillo de las y los argentinos, Clarín avisó el jueves que, en caso de congelamiento de precios, «los super temen desabastecimiento». El fantasma de la góndola vacía, el insumo histórico del caceroleo.

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Hugo Muleiro

Periodista y escritor.

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