Carlos Caramello: «Alberto quiere que todo el mundo lo quiera»

Entrevistado por Dante Palma en el programa radial No estoy solo, el licenciado en Letras y analista político opina sobre el resultado de las elecciones primarias el domingo 12 de septiembre, la exposición de la imagen del Presidente, las expectativas que tenía sobre el gobierno de Alberto, la carta de CFK y la comunicación gubernamental.

 

—¿Te sorprendió el resultado de las elecciones?

—No, la verdad que no me sorprendió y los que leyeron o venían leyendo lo que yo escribía desde antes de las elecciones de 2019, ustedes saben —y digo ustedes porque sé que vos me leés y hemos cambiado opiniones al respecto—, de alguna manera mucho de lo que ocurrió antes del domingo estaba implícito en las cosas que yo veía y pensaba. Hay un artículo mío de hace tres meses que se llama Ni volvimos ni mejores en donde de alguna manera planteo estas especies de lugares oscuros del gobierno nacional y lo que de alguna forma iba a ser también el costo electoral de eso.

—Apelo ahora a tu cuestión más de analista de la comunicación y la imagen. En los últimos meses me da la sensación o más bien es un dato de la realidad que el Presidente cometió muchísimos errores en sus apariciones públicas. A su vez, esta es una interpretación mía, vos decime si estás de acuerdo, probablemente por saber su propia debilidad, su condición de haber sido puesto por otra persona allí, parece que sobreactúa o que a veces se pone en este caso, por ejemplo, la campaña y la elección al hombro. Si vos fueras el asesor hoy, ¿creés que él está demasiado sobreexpuesto y eso lo puede llevar a cometer errores?

—Sí, esa sería una parte de la lectura. Es decir, esta necesidad que tiene el Presidente y su equipo de centrar la comunicación en su persona. Esto tiene mucho que ver también con que Alberto Fernández ha sacado —para algunos, no para otros— chapa de gran comunicador, de hecho él ha dado conferencias sobre comunicación política en España. Ni bien ganó en 2019 fue a dar una conferencia a España sobre el tema. Me parece que está sobrevaluado él ante él y ante su equipo de comunicación, pero además hay como una especie de pecado original en esto que es que ellos creen de verdad que la comunicación es un negocio y cuando creés que la comunicación es un negocio y no un derecho de la sociedad en general tendés a confundirte porque seguís el dictado de los negocios de la comunicación. Es como si yo te dijera que la política es un negocio seguramente me equivocaría, porque más allá de que pueda hacer buenos business, buenos acuerdos, seguramente estaría perdiéndome el sentido fundamental y básico de la política que es la utilización de esa herramienta para cambiarle favorablemente la vida a la gente. Además, Alberto tiene algo que es ya directamente el pecado original: a él le gusta que el mundo lo quiera y eso te complica la comunicación porque hace tu discurso un discurso demasiado variopinto, depende donde estés parado, en qué lugar o frente a qué interlocutor.

—Cuando uno rastrea las redes, charla con amigos o incluso en intervenciones públicas en los medios observa que hay una parte de los votos que se perdieron desde 2019 hasta ahora que hablan de una decepción; es decir, este gobierno me desilusionó yo aposté y esto falló. ¿Era el gobierno de Alberto que vos esperabas o justamente esperabas otra cosa?

—Yo esperaba otra cosa y creo que gran parte de la sociedad esperaba otra cosa, la verdad es que los compromisos que se votaron que fueron compromisos de agenda de campaña están muy lejos de los compromisos que se ejercieron. Me parece también que la opacidad que produce la pandemia sobre la política se le dio casi te diría como justificativo para el incumplimiento de una cantidad de compromisos de ese estilo. Yo hubiera hecho todo lo contrario, yo hubiera aprovechado la crisis. Me parece que la crisis siempre te ayuda a producir los cambios necesarios. Acá se eligió nada más que producir el combate con el virus y la agenda de reformas que se prometieron, incluso si leés el discurso de asunción del Presidente, quedó absolutamente vacante… El lawfare está intacto, no ha habido ningún tipo de investigación ni de explicación sobre la deuda, la deuda social está absolutamente incumplida, no ha habido reforma en lo judicial en lo más mínimo, se ha perdido mucho tiempo en ese sentido y la presencia de la ministra Losardo durante casi un año y medio en el Ministerio de Justicia fue una pérdida de tiempo infernal. Después me parece que ha operado sobre el Presidente una vieja identidad, que es esta de jugar con todos los empresarios que siempre tienen un lugar demasiado importante en su corazón y entonces empiezan a aparecer cosas como la que apareció el lunes 13 por la mañana que terminó desembocando en la carta de la Vicepresidenta. El domingo a la noche perdés mal las elecciones, decís que escuchaste las urnas e inaugurás la semana charlando con los empresarios que son de alguna manera parte de los que te hicieron perder las elecciones porque el gobierno argentino se ha quedado en el tema del control de precios pero el empresariado argentino no ha hecho absolutamente nada para colaborar con eso, todo lo contrario. Entonces me parece que en ese sentido el pueblo naturalmente siente una especie de decepción, «desencanto» dice Giovanni Sartori en un excelente libro de ciencia política.

Mencionaste la carta de Cristina que más allá de algunos nombres propios hace un diagnóstico del Gobierno siendo parte de la fórmula del Ejecutivo. ¿Coincidís con ese diagnóstico?

—Sí, en muchas cosas coincido. Primero coincido en que se lo venía avisando, supongo lo haría en las reuniones privadas, y establece también en qué fecha y lugar dijo que había funcionarios que no funcionaban, en qué fecha y qué lugar dijo que a los que no les gustaba esto había otros trabajos, que se buscaran otro laburo, en qué fecha y en qué lugar dijo que la economía iba a crecer pero no era cuestión de que se lo quedaran cuatro vivos como siempre, todas estas cosas que fueron cosas públicas. Así que sí, claro, no puedo menos que coincidir porque además de lo que tenga de cosmético este cambio de gabinete es evidente que responde a muchísimas de las cosas que planteaba Cristina en esa carta. De hecho yo podría decirte malamente y solo para ponerme insidioso que la única que ganó después de las PASO fue Cristina.

Sí, de hecho la interpretación que aparece en algunos diarios es que Cristina avanzó en el gabinete…

—Sí, avanzó en el gabinete en el mismo registro en que tenía parte del gabinete porque, convengamos algo, avanzó en el gabinete con Aníbal en Seguridad, con Julián Domínguez en el área de ganadería y agricultura, avanzó en el gabinete en el lugar de Perczyk que va a ser un excelente ministro de Educación, pero en las cosas que afectan directamente al pueblo Cristina está ausente, no avanzó en Economía, no avanzó en Producción. Eso está ahí, no ha cambiado nada, por eso digo esperemos también a ver qué políticas cambian porque ahora cambiaron los nombres de ministerios que, casi te diría, si le preguntabas al común denominador de los argentinos qué ministerios iban a cambiar, ninguno de estos estaba en consideración, nadie pensaba en Basterra ni en Frederic, aún ni en Felipe Solá, aunque creo que ahí no cambió nada sino que se profundiza la idea de política exterior que tiene Alberto. Pero me parece que ninguno de esos nombres estaba en discusión. Sí me parece que estaba en discusión Guzmán y está impertérrito, me parece que estaba en discusión Kulfas y está más firme que nunca. Los que modulan de alguna manera toda esta política económica macro y micro que es la que afecta directamente al pueblo ahí quedaron. El gabinete se peroniza en nombres, hay un brillo personal de los propios ministros nombrados que de alguna manera va a operar en términos de iluminación, de una aparente recuperación peronística y una recuperación del cristinismo y el kirchnerismo. No es un dato menor que Cristina haya cambiado en su Twitter el nombre de su nick, se sacó Cristina Fernández de Kirchner y puso Cristina Kirchner. Lo que quiero decir es que ella también tiene un punto de responsabilidad y ella lo reconoce, en la carta hay un mea culpa, ella sabe, Cristina es la mejor guionista que yo he conocido en mi vida y una directora de cine infernal, maravillosa. La cagada es cuando se pone a hacer casting, tendría que dejarle el casting a los demás de alguna manera. Y me parece que en la carta también hay un reconocimiento. Estoy hablando de la mejor dirigente política de la Argentina desde Perón a esta época, así que no tengo mucho más que agregar.

Creo que no todo puede reducirse a un problema de comunicación, generalmente escuchamos análisis que nos dicen que en el macrismo las políticas eran pésimas pero eran muy buenos comunicadores y en los gobiernos populares eran todas maravillosas y muy mal comunicadas. Más allá de eso te pregunto por la comunicación de este Gobierno y específicamente por la comunicación que llevaba adelante su vocero. ¿Cuál es la evaluación que vos hacés?

—Bueno me parece que la comunicación no la llevaba adelante su vocero, la contracara de Pepe Biondi que es un tipo tan afable, tan agradable y dicen los que lo conocieron profundamente tan buen tipo, estaba puesto ahí más que nada como un operador, operador en el sentido de los aspectos destructivos de la comunicación. Vos sabés que hay una comunicación constructiva y una comunicación destructiva. Y Biondi cierra su pésima gestión con un gesto que lo define con toda claridad: cuando va a hablar con los periodistas para decirles que había presentado su renuncia en mano al Presidente, firmada y no de boquita y por los diarios y un periodista le pregunta si había hablado con la Vicepresidenta, con Cristina Fernández de Kirchner, Biondi le dice «¿quién?». Entonces, me parece que ese gesto es como que redondea a Biondi; es un operador de sectores que además detestan a Cristina y que de ser posible tratarían de hacerla desaparecer y cuando digo «hacerla desaparecer» digo políticamente, pero que hubieran deseado verla presa, que hubieran querido tantísimas cosas negativas y, por otro lado, sectores que además son profundamente antiperonistas, que este es el otro tema. Acá hay un debate de si el peronismo sí o peronismo no, porque el peronismo es una idea política de movilidad ascendente y en este momento tenemos una Argentina donde la economía empieza a destapar, la economía empieza a crecer no te digo desaforadamente pero después de un parate grande empieza a tomar algún vigor y los salarios siguen planchados, tenemos un cincuenta por ciento de argentinos por debajo de la línea de pobreza, muchos de ellos con trabajos registrados con lo que esto dista bastante del peronismo.

Dante Palma

Profesor de Filosofía y doctor en Ciencia Política. Conductor de No estoy solo, programa radial de cultura, análisis y entrevistas que se emite los sábados de 10.00 a 13.00 h. por La RZ de la ciudad de Buenos Aires.

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