Siguiente objetivo: el Ministerio de Economía
Los medios opositores ponen en la puerta de salida al ministro Martín Guzmán, a nombre de los intereses económicos nacionales e internacionales que dictan su desempeño editorial, después de festejar la derrota kirchnerista en la aprobación parlamentaria del acuerdo con el FMI, que «hizo posible» Juntos por el Cambio, como lo dicen todos los días, en todos los artículos.

«Tambaleante», «derrotado», «debilitado», «colgado del pincel» y otra vez «tambaleante» son las palabras elegidas en notas de Clarín, Infobae y La Nación para alentar la salida de Guzmán, a quien combatieron intensamente durante la renegociación de la deuda privada, cuando también sentenciaron con insistencia que tenía los días contados.
En Clarín, Bonelli blanqueó estos propósitos incluso abriendo una lista con dos o tres nombres de supuestos candidatos para, al final, hacer propaganda por el preferido: Martín Redrado, «el único con equipo y plan» y, para más virtudes, con buena imagen en Wall Street.
La ofensiva por otro avance en contra del proyecto político que el Frente de Todos expresó en 2019 y que obtuvo respaldo electoral está matizada en algunos casos con malabares para tirar la piedra pero esconder la mano: los que quieren echar a Guzmán son los kirchneristas, dicen algunos columnistas, aunque entre líneas perdidas se reproducen juicios adversos del «albertismo» contra el ministro, siempre mediante fuentes si nombre.
El regodeo por la aprobación del acuerdo, por la legitimación indirecta de la deuda contraída y fugada por Macri, llega al éxtasis por la suposición de que la ansiada fractura del FDT está a un paso: «Cristina se está yendo», tituló La Nación el domingo, con firma de Morales Solá. La interna oficialista, sostuvo Van der Kooy en Clarín, demuestra «el fracaso» del armado político de «Ella».
Incluso se sienten con aire para recuperar también la idea de un presidente que gobierne no con su Frente, sino con la derecha. Roa lo tipeó el sábado en Clarín, y Rodríguez Yebra el domingo en La Nación, con el título «Cómo construir un nuevo gobierno».
Cuando en 2015 estos medios hacían campaña a todo vapor para el triunfo de Macri, avizoraban un futuro inmediato en el que el kirchnerismo quedaría reducido a una «facción» del peronismo. Ahora recuperaron este sueño.
Ven «derrotada» a Cristina Kirchner en la votación de esta semana en el Senado, porque el bloque oficialista está dividido. Clarín llegó el lunes a la formidable patraña de afirmar que será la primera vez que varios votarán por primera vez con independencia y «en línea con el Gobierno». Lo insólito es que la misma nota dice en párrafos finales que el bloque ya votó con diferencias, cuando se aprobó la despenalización del aborto. Pero según el texto parece que fue un asunto menor, «no se trataba de una iniciativa clave para el Gobierno ni las provincias».
Algo infrecuente en el batallón mediático opositor: hay matices al interpretar la situación en Juntos por el Cambio. De hecho, parece que, para algunos, Clarín se volvió ¡kirchnerista! Es que Morales Solá se esmeró en decir que es falso que el patrón Macri se haya retirado ofuscado de la reunión de Juntos por el Cambio el domingo 6, porque la mayoría no respaldó su propuesta de votar contra el acuerdo.
Esa versión, tipeó el también empleado de TN, fue de «los medios K». Pero Bonellí lo desmintió el viernes, diciendo que «le torcieron el brazo» al gran endeudador. El multioperador del grupo Clarín fue a su vez desmentido por Carpena, exfuncionario macrista, en Infobae: Mau consiguió una «nueva centralidad» y además se considera triunfador porque el texto de la ley «liquida la causa penal», por el endeudamiento y la fuga de divisas.
La guerra por Ucrania, en tanto, sigue mostrando la peor cara del periodismo bananero, con infinidad de títulos falsos y versiones sin comprobación que, sin embargo, se propalan como hechos consumados. En esto, los medios argentos llegan a extremos que no se consiguen en sus pares conservadores de otros países. Mientras aquí se titulaba, por ejemplo, «Rusia atacó una mezquita», Folha de Sao Paulo, que no puede ser considerado anti-OTAN, encabezó así: «Rusia es acusada de atacar una mezquita». De manual.
Hubo un momento de esperanza. En días pasados, La Nación tituló: «Occidente ayudó a activar la bomba». El incauto lector pensó: ¡Por fin! ¿Será el primer artículo decente de La Nación desde que empezó la guerra? ¿Pondrá en juego que la OTAN viene avanzando hacia el este, incluso sin necesidad alguna de avalar por ello el ataque ruso? Ilusión vana: el error de Occidente, escribió Guyot, fue comerciar con Rusia. Ni los halcones de la Casa Blanca llegan a tales ocurrencias.