El macrismo, el salvador de la patria
La prensa opositora enfoca la semana de debate en el Congreso en torno del acuerdo con el FMI con su inamovible esperanza de quiebre en el oficialismo, pero presentando además a Juntos por el Cambio como garantía de la «salvación» que, dice, representa evitar el default, incluso a pesar de las diferencias entre las huestes del macrismo.
Varios columnistas deslizan versiones sobre el fuerte activismo de la Embajada a favor del acuerdo que terminará legitimando la deuda que contrajo Macri. Por una parte, dan a entender que la Argentina votó contra Rusia en la ONU, como pedía Estados Unidos, porque fue condición inevitable para la refinanciación del Fondo. Por la otra, que el macrismo extremo retiró, aparentemente, su propuesta de rechazar el acuerdo en Diputados.
Los títulos del lunes 7 dan a entender que Juntos por el Cambio hará ese esfuerzo patriótico aún sin resolver sus diferencias, que se administrarán mediante la fórmula de aceptar la refinanciación pero con rechazo al plan económico que es condición para obtenerla.
En tanto, la guerrilla mediática se centra, una vez más, en el kirchnerismo y, en particular, en Máximo Kirchner y La Cámpora, objeto del título principal de Infobae el lunes por la mañana.
En estas fórmulas desemboca el relato coordinado en decenas de artículos sobre la Asamblea Legislativa, el discurso del presidente y la reacción opositora. Alberto Fernández «atacó», «agredió», «rompió puentes», «ofendió», «provocó» al macrismo, por decir que la deuda contraída con el FMI pasó de largo y no dejó ni una carretera.
La descripción apuntó a dar una justificación de fondo a la retirada del PRO, aunque algunos columnistas se dieron el lujo de deslizar alguna crítica tímida, pero no por el significado institucional de esa acción, sino por algo muy diferente: lo que lograron, reprochó Van der Kooy en Clarín, es que quedaran en segundo plano los problemas del Frente de Todos, sobre todo por la ausencia de Máximo Kirchner. Es que la foto de la salida de la banda amarilla «se superpuso con la de un mandatario que parecía arrimarse a un naufragio» y «opacó la fractura expuesta del oficialismo», tipeó. Morales Solá publicitó la misma conclusión: la retirada fue un favor a Fernández porque «distrajo» sobre sus propios problemas internos.
Una pena, convalidó Kirschbaum, porque el presidente «está en manos de la oposición». En la nota del domingo 6, el jefe de redacción de Clarín quiere encontrar una coincidencia entre La Cámpora y Macri: tal vez ambos buscan el desastre final del Gobierno. En el caso del expresidente, la idea con la que supuestamente juega es que fracase el acuerdo, que haya default y que esto derive en una crisis que llevará a un cambio político de fondo, que incluya de facto las ansiadas «reformas» que, promete Alberto Fernández, no entran en el actual entendimiento.
También en Clarín, Bonelli no se privó de un toque cizañero para la interna de la derecha opositora: escribió que la propuesta de organizar la retirada de la Asamblea fue del senador Lousteau. Macri, agrega, se enfureció porque el exministro kirchnerista traicionó el acuerdo —¡qué sorpresa!— y se quedó sentadito en su banca.
Naturalmente, ahora todas las cámaras y plumas están preparadas para registrar en las sesiones legislativas los gestos de cada diputado camporista, en especial de Máximo Kirchner, quien recibe de paso no pocas chanzas respecto de si apelará a algún otro argumento de compromisos familiares para pegar el faltazo.
Pero hay también varios avances para dar una imagen de caos en el bloque oficialista en el Senado y para recuperar la idea de deserciones en las filas de Cristina Kirchner, antiquísimo anhelo de la prensa opositora. Para esto, uno de los Wiñazki apeló a gastadas metáforas boxísticas, al escribir que la campanilla de llamado a sesión salvó a Mayans en medio de un presunto combate con sus pares de bloque.
Termine como termine el tratamiento parlamentario, el resultado será malo para el Frente de Todos, sentenció Clarín. Kirschbaum dice que para este «acuerdo necesario» con el FMI habrá rechazo o, en el mejor de los casos, «aprobación penosa». Confesión de algo sabido: la derecha no dará tregua aún con el FMI cogobernando.
La guerra en Ucrania también es usada, sin descanso, para hostilizar al Gobierno. Tras afirmar que el voto contra Rusia en la ONU fue forzado por Estados Unidos, no hay expresión oficialista sobre el conflicto que estos medios no hagan pasar por el tamiz de la Embajada.
Una vez más, el tono más fanatizado lo aportó Morales Solá: dijo que la condena de Fernández en la Asamblea no fue suficientemente «clara», y para colmo elogió a China pero no a Estados Unidos y, peor aún, no le agradeció al FMI la refinanciación.
En la intensidad de estos despliegues mediáticos se pierden otras acciones oprobiosas: una de ellas, la censura al favor que Casación le hizo a uno de los miembros de la Corte de la suprema indecencia, Horacio Rosatti, que removió a un juez santafesino por investigar acusaciones de corrupción en su contra cuando era funcionario de Néstor Kirchner. Rosatti se fue de ese gobierno, justamente, haciendo denuncias de corrupción.