Riesgos sociales de la inteligencia artificial generativa
Lo que fue ciencia ficción ahora es realidad cotidiana. Computadoras y software (algoritmos más datos) crean contenidos propios que amenazan a millones de puestos de trabajo y la veracidad sobre la información que fluye en las redes digitales. De la mano de la inteligencia artificial generativa (IAG) comienza una nueva era en la vida cotidiana.
Uno de cada cuatro trabajos en el mundo se ve expuesto a la IAG. Así lo muestra el reciente estudio realizado por expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Instituto Nacional de Investigación de Polonia (NASK). El mismo, publicado a fines de mayo de 2025 como Generative AI and Jobs: A Refined Global Index of Occupational Exposure (La IA generativa y los empleos: un índice global actualizado de exposición ocupacional); incorpora un nuevo índice global sobre el impacto negativo que este tipo de «inteligencia» puede representar para las fuentes de trabajo.
El estudio ofrece a los dirigentes de cada país una herramienta importante para anticipar y gestionar dicho impacto, el cual ya está afectando dramáticamente a vastos sectores en todo el mundo.
A diferencia de la inteligencia artificial tradicional, que se concentra en el procesamiento de datos para el análisis, clasificación y predicción, los modelos de algoritmos de IAG aprenden patrones y estructuras de grandes conjuntos de datos que pueden generar nuevos contenidos.
Estos contenidos pueden ser textos, imágenes, videos, códigos, música o diseños que hasta ahora solo podían ser producidos por la mente humana. La presencia de este tipo de IA está penetrando de la mano de aplicaciones (herramientas de software) en diferentes sectores de la producción y el diseño. Desde el entretenimiento y la moda, hasta el marketing y el desarrollo de software.
Por otra parte, esta IA está modificando la vida cotidiana y la forma del trabajo, de una manera que hasta hace poco parecía sacada de la ciencia ficción. Ya no se trata solo de que los dispositivos computacionales analicen datos: ahora también pueden crear contenido, como si tuvieran creatividad propia.
Lo significativo es cómo la IAG está modificando la forma en que trabajamos, creamos e innovamos, ya que promueve empresas más ágiles, diseñadores con nuevas herramientas en sus manos y programadores que ahora tienen un «copiloto inteligente» que ayuda a construir más rápido y mejor. Maneja patrones y grandes volúmenes de datos, los cuales, manipulados creativamente, le permiten generar resultados que parecen creados por humanos, aunque son totalmente artificiales. Se trata de una tecnología que ha evolucionado muy rápido y que se integra cada vez más en herramientas cotidianas.
Sin embargo, no siempre los procesos más rápidos y la mayor agilidad productiva se corresponden con mejoras en las condiciones sociales y laborales. Puede verse, por ejemplo, el reemplazo de cajeros humanos por cajeros automáticos en los supermercados, máquinas que implican pérdidas crecientes de trabajo para las personas que hasta hace poco se encargaban de esa tarea. Lo mismo ocurre con los sistemas inteligentes de traducción, de impacto definitivo para intérpretes y traductores. En la industria gráfica, el avance de sofisticados programas de diseño está liquidando casi completamente aun las versiones más avanzadas de tipografía e imprenta. Prácticamente ya no queda ninguna actividad humana a salvo de este avance de las herramientas de IAG.
Trabajo: riesgos y desafíos
El estudio de la OIT incorpora un nuevo índice, lo que constituye un hecho relevante. Ese índice representa la evaluación global más detallada lograda hasta la fecha sobre cómo la IAG puede llegar a remodelar el mundo del trabajo.
El nuevo índice ofrece una visión única de cómo podría transformar el empleo en los distintos países. Para ello logra combinar los datos de cerca de treinta mil tareas ocupacionales con validación de expertos, puntuación asistida por IA y microdatos armonizados de la OIT.
Al presentar el estudio, Paweł Gmyrek, su autor principal, afirmó que se va más allá de la simple teoría para construir una herramienta basada en empleos reales. Gmyrek, que forma parte de la OIT desde 2008, es doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Ginebra (Suiza) y tiene un máster de la Escuela de Economía de Varsovia (Polonia).
Los resultados del análisis están basados en una evaluación global de las 436 ocupaciones detalladas que conforman la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones.
Cada ocupación se compone de tareas. Cada tarea dentro de una ocupación recibió una puntuación de automatización potencial de 0 a 1: 0 indica que no es posible y 1 indica que es totalmente posible realizar la tarea con IAG.
La figura representa estas ocupaciones según su puntuación promedio (media de todas las tareas dentro de una ocupación) y su desviación estándar (la dispersión de las puntuaciones de automatización a nivel de tarea dentro de una ocupación).
La intersección de estas puntuaciones se utilizó para elaborar un marco de clasificación basado en las siguientes categorías:
En el gráfico interactivo de trabajos afectados por IAG se puede visualizar por cada gradiente expuesto los tipos de trabajo que están afectados según categoría, desde exposición máxima a mínima por cada sector de empleo y la visualización general, que se muestra más arriba.
En general, los hallazgos indican que pocos empleos consisten en tareas totalmente automatizables con la tecnología IAG actual; casi todas las ocupaciones incluyen tareas que requieren intervención humana. Los gradientes 1-3 comprenden ocupaciones donde la automatización de tareas específicas es limitada y existe cierto grado de variabilidad en las tareas.
Los aportes de la inteligencia artificial en diferentes sectores de la vida social son determinantes. El sector salud muestra el gran avance en el diagnóstico y tratamiento con la automatización de dispositivos y asistentes de IAG. Pero es importante advertir sobre eventuales riesgos y peligros. Principalmente el alerta sobre los desafíos éticos, de seguridad y sociales ligados a la IAG.
Entre esos riesgos, enumera los deepfakes, vídeos hiperrealistas generados por IA que hacen parecer que alguien dijo o hizo algo que nunca ocurrió. Se utilizan en campañas de desinformación, fraudes o incluso chantajes, y representan una amenaza para la confianza pública y la seguridad individual.
La IAG puede también facilitar el phishing avanzado, técnica que permite crear correos electrónicos falsos muy convincentes y que un ciberdelincuente envía a un usuario simulando ser una entidad legítima (red social, banco, institución pública, etc.) con el objetivo de robarle información privada, imputarle un cargo económico o infectar el dispositivo.
Se suma a estos riegos, la producción y difusión fake news (noticias falsas) o manipular contenido con fines antidemocráticos. Métodos empleados en los últimos años en campañas electorales y en la vida política en general para desacreditar un candidato contendiente o una fuerza rival. Formas tan generalizadas de manipulación digital que pueden llegar a amenazar el sentido mismo de la democracia.
Complementariamente, coincidiendo con el estudio de la OIT, la Escuela Superior de Audiovisuales señala, como no menos relevante, el impacto que tiene la IA en el cambio acelerado del panorama laboral. Aunque crea nuevos empleos y aumenta la productividad, también reemplaza tareas humanas en áreas muy diversas como redacción, diseño y programación en el sector audiovisual.
El ambiente también sufre un fuerte impacto por el entrenamiento y los servicios de la IAG. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) afirma que «hay un lado negativo en la explosión de tecnologías de IA y su infraestructura asociada», como lo demuestran los resultados de diversas investigaciones. Y la UNEP puntualiza: «La proliferación de centros de datos que albergan servidores de IA produce desechos de equipos eléctricos y electrónicos. Además, consumen grandes cantidades de agua, que cada vez escasea en muchos lugares. Dependen de minerales críticos y elementos raros, que a menudo se extraen de forma insostenible. Y utilizan cantidades masivas de electricidad, lo que emite más gases de efecto invernadero que calientan el planeta».
El rol del Estado
El impacto de la IAG variará significativamente entre regiones geográficas y sectores, dependiendo de tres factores principales: las limitaciones tecnológicas de cada país, sus carencias de infraestructuras productivas y sus déficits de competencia; es decir, sus dificultades para la formación de personal humano. La implementación de políticas neoliberales extremas en muchas partes del mundo acentúa el impacto negativo de dichos factores.
El estudio de OIT-NASK, además, anticipa que los trabajos administrativos serán los más expuestos debido a que, al menos teóricamente, muchas de sus tareas específicas se pueden automatizar. Lo mismo podría ocurrir con empleos en los sectores de medios de comunicación, software y finanzas.
En este nuevo panorama que se perfila de una manera irreversible, las políticas que guíen las transiciones digitales serán clave cuando se trate de saber hasta qué punto los trabajadores podrán permanecer en ocupaciones que se están transformando debido a la IA generativa, y cómo dicha transformación afectará la calidad del empleo.
La OIT insta a gobiernos, organizaciones de empleadores y sindicatos a participar en un diálogo social para diseñar estrategias proactivas e inclusivas que mejoren la productividad y la calidad del empleo, especialmente en los sectores más expuestos a la IAG.
En definitiva, el mayor o menor impacto negativo de esta nueva dinámica científica y social sobre el bienestar de la comunidad humana dependerá de la voluntad política de sus dirigentes y de los Estados para legislar adecuadamente, establecer límites y clarificar lo que se puede permitir, o no.
El problema se agudiza allí donde el Estado es débil o está ausente o es destruido por una política que lo niega o que lo considera un enemigo a destruir.
La contra cumbre de Paris en febrero de 2025, tuvo un «decisivo» apoyo del Sindicato Nacional de Periodistas que incluyó la premisa de una «movilización»: «Llegó el momento de organizar espacios de trabajo y de establecer mapas, por sectores, a escala nacional e internacional, que afirmen exigencias que debemos tener por intocables. Tendremos que hacerlo sin esperar nada, o más bien adelantándonos a los legisladores, a cuya mayor parte, lo sabemos, le brillan los ojos cuando se trata de la llamada ‘innovación digital’, y entre los cuales el lobby opera sin medida. La clave consiste en describir lo que ya se ha iniciado, así como en generalizar la instauración necesaria de relaciones de fuerza».
La IA, más allá de las cuestiones tecnológicas, debe ser vista como algo que está en el punto nodal de visiones antagónicas del mundo, producto de un capitalismo que, desde su origen, considera a lo humano como una variable de ajuste, como afirmaba Sadín en la contra cumbre IA París 2025.
Alfredo Moreno
Computador Científico. Director de Sistemas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) y Profesor TIC en la Universidad Nacional de Moreno (UNM). Integrante de la Red de Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Sociedad (Placts).
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