La expresión femenina en la historia

En este texto, resumen de un capítulo del libro, de reciene aparición, Libertad de expresión en la era digital, Rodríguez Villafañe hace un repaso sobre la discriminación sufrida por la mujer en la historia respecto de sus aportes al pensamiento, las ideas, la información y el arte en general.

Los hombres y las mujeres, en un mundo a compartir, desde siempre ejercieron el derecho a pensar, investigar, informar e informarse, expresar ideas y opiniones y comunicarse en general, con otras personas. Trasmitieron información con esculturas o dibujando pinturas rupestres en las paredes de cavernas, covachas, abrigos rocosos o por petroglifos realizados grabados sobre piedra mediante percusión o abrasión; pasando por la comunicación mediante gestos de distintos tipos (con caras, ojos, manos, brazos, cuerpo, etc.); por pregoneros, crónicas orales o con tambores, señales de humo, banderas o silbidos. También a través de formas escritas en ideogramas o manuscritos hechos sobre piedra, mármol, tablillas de arcilla o cera, metal, papiros, madera, pergaminos de cuero o papel de arroz o celulosa; y por las que se desarrollaban en obras teatrales o musicales. Luego, a través de hilos telegráficos y telefónicos, del espectro radioeléctrico y de modo digital, por Internet y mediante la world wide web (WWW o conocida como la Web), sus diversas plataformas y las tecnologías asociadas terrestres y satelitales.

Aquí cabe detenerse, ante la necesidad de rescatar desde siempre, de manera particular, los pensamientos, ideas, opiniones y expresiones de la mujer o sea la mirada «femenina», no tenida en cuenta adecuadamente, apocopada y tampoco reivindicada en toda su importancia, en muchos momentos de la historia de la vida de las personas y los pueblos.

¿Cuántas veces científicas, artistas, profesionales, escritoras y tantas otras tuvieron que firmar con seudónimos masculinos sus obras o trabajos para ser consideradas? Muchas adoptaron un nombre de hombre para buscar el éxito o incluso para poder ser publicadas.

Gran cantidad de novelas, poesías o cuentos escritos por mujeres han sido muy importantes aportes al pensamiento y opiniones, a las ideas, a la información, al arte en general, etc. Baste recordar, por ejemplo, a Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant que fue una novelista y periodista francesa, a la que se la consideró como una de las escritoras más populares de Europa en el siglo XIX, pero adoptó para el mundo literario el nombre de George Sand, a los efectos de lograr editar sus obras. Falleció el 8 de junio de 1876. Otra fue Caterina Alber, que se había presentado a un concurso literario, pero el jurado la descalificó, al conocer que era mujer, razón por la cual adoptó el pseudónimo de Víctor Catalá para sus obras. Ella fue una escritora española en catalán, conocida sobre todo por su novela Solitud (1905), (Soledad en castellano).  Recientemente, J.K. Rowling autora, en 1997, de la exitosa obra de Harry Potter, en un principio, la primera novela de la saga Harry Potter y la piedra filosofal se la presentó con iniciales y el apellido porque la editorial Bloomsbury no tenía confianza que pudiera venderse si aparecía con un nombre femenino, que es Joanne. Aún más, ella escribió otras novelas con el seudónimo masculino de Robert Galbraith.

A su vez, en el mundo musical cabe resaltar, entre otras, a la ciudadana francesa de nombre Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, nacida en 1908, en la isla de Saint Pierre et Miquelón, ubicada en la costa atlántica de Canadá. También conocida como Nenette, que fuera compañera de vida y obra de Roberto Chavero desde 1946, conocido éste popularmente como Atahualpa Yupanqui. Con él fue coautora de 65 temas, escondida en un nombre de hombre, Pablo del Cerro. Sin su participación no hubieran sido posibles temas clásicos como Luna tucumana, El arriero va y otras valiosas obras del acervo folclórico argentino.

Así, en las narraciones sobre lahistoria de los pensamientos, ideas y opiniones se las presentó como una actividad y presencia exclusiva del hombre o sea de la «masculinidad» y su visión.

Resulta un deber fundamental resaltar la inestimable, silenciada e indubitada presencia comunicacional de la mujer, desde siempre, en el desarrollo integral de la humanidad. Al respecto, me remito en este tema, como ejemplo, a una excelente narración que hizo Eduardo Galeano, que esclarece simbólicamente este perfil analizado desde los comienzos de la humanidad, titulada La fundación de la belleza, incluida en su libro Espejos: Una historia casi universal. Él dijo en su narración: «Están allí, pintadas en las paredes y en los techos de las cavernas. Estas figuras, bisontes, alces, osos, caballos, águilas, mujeres, hombres, no tienen edad. Han nacido hace miles y miles de años, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las mira ¿Cómo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tan delicada manera? ¿Cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, para crear figuras tan llenas de gracia? ¿Cómo pudieron ellos dibujar esas líneas volanderas que escapan de la roca y se van al aire? ¿Cómo pudieron ellos…? ¿O eran ellas?».

De esta forma, el escritor y periodista uruguayo rescata la situación, muy probable, de la importante participación de la mujer, con su manera valiosa de expresarse, ya en las pinturas rupestres de hace 12050 años a. de C., existentes en la cueva de Altamira, en España.

A lo que hay que agregar, que la industria de medios tradicionales (televisión, prensa escrita y revistas, radio, cine, creación de contenidos, publicidad, etc.), como ahora, los nuevos medios construidos con la Internet, supieron instalar en las audiencias o públicos modelos o estereotipos desde lógicas patriarcales. Lamentablemente, en estos se fomentó, muchas veces, un estereotipo femenino, en virtud del cual las mujeres son necesariamente débiles, sumisas y dependientes. Además, por ejemplo, a las presencias femeninas, con frecuencia, se las mostraba haciendo tareas menores o en papeles secundarios, mientras que al hombre siempre se lo representaba como jefe, inteligente, profesional, seguro y cumpliendo funciones importantes.

A fines del siglo XX y en este siglo XXI, particularmente, se han producido importantes avances en el tema. Hay que educar para superar la configuración socio-cultural, propia de una sociedad patriarcal por la cual se otorga al hombre el predominio, autoridad y ventajas por sobre la mujer, la que queda en una relación de subordinación y dependencia. Sin embargo, aún hoy, cuando se pide a alguien que presente una explicación bien elemental se dice que la formule como para Doña Rosa. De esta manera se fija como estereotipo que lo más elemental de la sociedad al que debe hablarse es a una mujer. ¿Por qué no decir que se explique para Don Juan o mejor sostener que es para Don Juan y/o Doña Rosa? Todo un desafío de superación cultural por llevar adelante.


Reseña

Los derechos humanos fundamentales, como en el de la libertad de expresión, no son construcciones en abstracto, sino que hay que analizarlos en su desenvolvimiento y eficacia en cada momento en el que se los estudia y operan.

El siglo XXI, en la llamada era digital, la complejidad de la tutela de la libertad de expresión y sus derivaciones requieren nuevas visiones, mecanismos adecuados y particulares recaudos, ante el crecimiento en general de las tecnologías de la comunicación y de la información que, con el gran vehículo que es Internet, permiten el aumento cuantitativo y cualitativo de la guarda, procesamiento, búsqueda y difusión de informaciones, ideas y opiniones, en grandes cantidades, con altísima velocidad, mucha penetración social y posibilita construir una gran Aldea Global, en la casa común planetaria.

Asimismo, en dicho contexto, se ha dado la pandemia del covid-19, que apareció como un hecho social que implicó un mojón disruptivo y transformador que afectó las dinámicas del ejercicio de los derechos en general y de la libertad de expresión en particular. y generó contextos y nuevas proyecciones en el tema, que se suman a los propios de la era digital.

Por su parte, la realidad presenta el surgimiento de un orden mundial multipolar, con vivencias multilaterales simultáneas e interdependencias desde distintas perspectivas (legal, informativa, política, económica, financieras, comercial, cultural, social, tecnológica, sanitaria y otras) y el ascenso de nuevas potencias y espacios de coordinación multinacionales. Lo que ha traído una arquitectura del mundo compleja y novedosa en la distribución del poder que, indudablemente, impacta en la temática.

En el libro el autor analiza de manera didáctica, profunda e integral los diversos perfiles de la problemática de la libertad de expresión referidos, especialmente, en este momento. También plantea el gran desafío de trabajar para lograr construir una ciudadanía comunicacional en una sociedad global del conocimiento y la corresponsabilidad estatal (nacional y multinacional) y social (nacional e internacional), frente a un escenario diverso, multiétnico y multicultural ecológicamente a respetar. Y en la construcción de la verdadera paz, propicia una libertad de expresión que ayude a una convivencia justa, equitativa, armónica y equilibrada entre personas, pueblos y culturas, con respeto de las identidades y el reconocimiento fraterno de las diferencias.

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Miguel Julio Rodriguez Villafañe

Abogado constitucionalista cordobés, exjuez federal de Córdoba, especialista en Derecho de la Información y periodista de opinión

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