El informe de Oxfam desmiente el discurso de Milei en Davos
Según el presidente Milei, el objetivo de su discurso en Davos es «plantar las ideas de la libertad en un foro que está contaminado de la agenda socialista». Sin embargo, lejos de impulsar un mundo igualitario, los millonarios del planeta vienen acumulando más y más riqueza. Para ello, basta ver el reciente informe de Oxfam.
Según el último informe de Oxfam desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo.
En una rápida síntesis, en su último informe, Desigualdad S.A., Oxfam[1]Oxfam es un movimiento global formado por personas que trabajan juntas para combatir la desigualdad destaca que:
- El mundo verá su primer billonario en tan solo diez años, mientras que serían necesarios más de dos siglos para erradicar la pobreza.
- Siete de las diez empresas más grandes del mundo tiene a un milmillonario como presidente o accionista principal.
- 148 de las mayores empresas obtuvieron cerca de 1,8 billones de dólares en beneficios (un 52 % más respecto al promedio entre 2018 y 2021), y repartieron enormes dividendos entre sus ricos accionistas mientras que cientos de millones de personas han sufrido recortes en sus salarios reales.
- Oxfam reitera que es urgente una acción pública transformadora capaz de priorizar los servicios públicos, defender una mayor regulación de las grandes empresas, acabar con los monopolios, y aplicar impuestos permanentes sobre la riqueza y los beneficios excesivos.
De acuerdo con un nuevo informe de Oxfam sobre desigualdad y poder empresarial global, desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha más que duplicado, pasando de u$s 405.000 millones a u$s 869.000 millones (lo que supone un aumento de catorce millones de dólares por hora). Entretanto, la riqueza que concentran cerca de cinco mil millones de personas ha disminuido. A este ritmo, podría aparecer el primer billonario del mundo en tan solo diez años, mientras que harían falta 229 años para erradicar la pobreza a nivel global.
El informe revela asimismo que mientras las élites empresariales se reúnen en Davos, siete de las diez empresas más grandes del mundo tienen a un milmillonario como presidente o accionista principal. El valor de mercado conjunto de estas mega empresas es de u$s 10,2 billones, más que el PIB combinado de todos los países de África y América Latina.
«Estamos asistiendo a lo que parece el inicio de una nueva década de gran división, en la que miles de millones de personas se enfrentan a los efectos económicos de la pandemia, la inflación y la guerra, mientras las fortunas de los milmillonarios crecen desorbitadamente. Esta desigualdad no es ninguna casualidad; los milmillonarios se aseguran que las grandes empresas les generen más riqueza a costa del resto de la población», señala el director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, Amitabh Behar.
«El creciente poder de grandes empresas y monopolios se ha convertido en una máquina de generación de desigualdades. Mientras exprimen a las y los trabajadores, arman esquemas agresivos de elusión fiscal, privatizan los servicios públicos y aceleran el colapso climático, canalizan cantidades ingentes de riqueza hacia sus propietarios, ya ultrarricos. Y así, de esta manera, estas grandes corporaciones canalizan también poder, menoscabando nuestras democracias y derechos. Ninguna empresa o persona debería ser capaz de acaparar tanto poder sobre nuestras economías y nuestras vidas. En otras palabras: nadie debería poseer mil millones de dólares”.
El aumento desmesurado de la riqueza extrema en los últimos tres años se ha consolidado mientras que la pobreza mundial continúa en niveles similares a los registrados antes de la pandemia. En términos reales, considerando el aumento de coste de vida, la riqueza de los milmillonarios se ha incrementado en u$s 3,3 billones desde 2020, a un ritmo tres veces mayor que la inflación.
A pesar de representar solo el 21 % de la población mundial, los países ricos del norte global poseen el 69 % de la riqueza mundial, y concentran el 74 % de la riqueza milmillonaria del mundo.
La tenencia de acciones beneficia desproporcionadamente a los más ricos. El uno por ciento más rico de la población mundial posee el 43 % de los activos financieros globales. Este uno por ciento posee el 48 % de la riqueza financiera en Oriente Medio, el 50 % en Asia y el 47 % en Europa.
Al igual que las fortunas de los súper ricos, las grandes empresas obtendrán ganancias anuales récord en 2023: 148 de las mayores empresas del mundo obtuvieron unos beneficios netos conjuntos de u$s 1,8 billones en los doce meses previos a junio de 2023. Es decir, un aumento del 52 % respecto al promedio observado en el período de 2018 a 2021. Y sus beneficios extraordinarios se situaron cerca de los u$s 700.000 millones. El informe revela también que por cada cien dólares de beneficios generados por 96 grandes empresas entre julio de 2022 y junio de 2023, u$s 82 dólares acabaron en manos de ricos accionistas.
«Los monopolios afectan negativamente a la innovación y tienen efectos devastadores para las pequeñas y medianas empresas, así como para las y los trabajadores. La sociedad no ha olvidado cómo el monopolio de las farmacéuticas negó vacunas contra la covid a millones de personas, creando un apartheid de vacunas basado en el racismo, y propiciando la creación de un nuevo club de milmillonarios», señala Behar.
En todo el mundo, las personas trabajan más duro y durante más horas, a menudo por sueldos insuficientes en empleos precarios e inseguros. Los salarios de cerca de ochocientas millones de trabajadores y trabajadoras no siguieron el ritmo de la inflación, con una pérdida aproximada de u$s 1,5 billones durante los últimos dos años, el equivalente a casi un mes (veinticinco días) de sueldo perdido por cada persona empleada.
Un nuevo análisis de Oxfam a partir de los datos de la World Benchmarking Alliance de más de 1600 de las empresas más grandes del mundo revela que solo el 0,4 % de éstas se comprometen públicamente a pagar a sus trabajadores y trabajadoras un salario digno y abogar por esta medida justa en sus cadenas de valor. Una trabajadora del sector sociosanitario necesitaría 1200 años para ganar lo que un presidente de una de las empresas de la lista Fortune 100 gana en promedio en tan solo un año.
El informe también demuestra que la «guerra contra lo fiscal» promovida por las grandes empresas ha provocado la reducción de los tipos efectivos en el impuesto sobre la renta empresarial de aproximadamente un tercio. Entretanto, las empresas han seguido beneficiándose y promoviendo la privatización del sector público y segregando el acceso a servicios esenciales como la educación o el agua.
«Ha quedado demostrado, y la historia lo corrobora: el poder de la acción pública puede frenar la concentración de poder del sector privado y la desigualdad, convirtiendo el mercado en un espacio más justo y liberándolo del control de los milmillonarios. Los gobiernos deben intervenir para acabar con los monopolios, dar poder a los trabajadores y trabajadoras, gravar los enormes beneficios de las empresas y, sobre todo, invertir en acciones y servicios públicos transformadores», afirma Behar.
«Las empresas tienen la responsabilidad de actuar, pero muy pocas lo están haciendo, por lo que los gobiernos deben dar un paso al frente. Los legisladores pueden basarse en ejemplos previos, como la demanda que las autoridades antimonopolio del Gobierno de Estados Unidos han presentado contra Amazon en un caso emblemático; la orden de la Comisión Europea para dividir las actividades publicitarias de Google, o la lucha histórica de África para modificar la gobernanza de las reglas fiscales a nivel internacional».
En el informe, Oxfam insta a los gobiernos a reducir rápida y drásticamente la brecha entre los súperricos y el resto de la sociedad, adoptando las siguientes medidas:
- Revitalizar el Estado. Un Estado dinámico y eficaz es el mejor baluarte contra el poder empresarial extremo. Los gobiernos deben garantizar la provisión de servicios públicos como la salud o la educación, así como explorar alternativas y bienes públicos en sectores como la energía o el transporte.
- Contener el poder empresarial poniendo fin a los monopolios y democratizando la regulación sobre patentes. Esto también implica legislar a favor de salarios dignos, limitar los sueldos de los altos directivos, y aplicar nuevos impuestos a los súper ricos y las grandes empresas, gravando de forma permanente la riqueza y los beneficios empresariales excesivos. Según los cálculos de Oxfam, si se aplicara un impuesto sobre la riqueza de los millonarios y milmillonarios podría recaudarse más de 1,8 billones de dólares anualmente.
- Reinventar el sector empresarial. Las empresas competitivas y rentables no tienen motivos para dejarse condicionar por la codicia de los accionistas. Las empresas con modelos de propiedad y gobernanza democráticos gestionan sus beneficios de forma más igualitaria. Si tan solo el 10 % de todas las empresas en Estados Unidos estuvieran en manos de sus trabajadores, podría duplicarse la riqueza del 50 % más pobre de la población estadounidense y la riqueza media de las familias negras.
Desigualdad S.A.
El poder empresarial y la fractura global: la urgencia de una acción pública trnaformadora
Posverdad al palo
Sobre la base de lógicas de sentido desprendidas de verificación empírica o documentación como fuente de legitimidad, Milei reiteró en su discurso en Davos que la Argentina fue la primera potencia mundial y, cuando abrazó «el colectivismo a lo largo de los últimos cien años», retrocedió al puesto 140 del mundo.
El equipo de Chequeado ya analizó esta afirmación y concluyó que «es falsa». El estudio detalla que, según la base Maddison, la serie de datos históricos sobre desarrollo económico más confiable y la única con datos anteriores a 1900, la Argentina comenzó el siglo XX en el puesto 13 entre 45 países relevados (según el PIB per cápita medido en Paridad del Poder Adquisitivo -PPA-) y no en el primero. Para agregar que actualmente, utilizando la misma base y cantidad de naciones, Argentina se ubica en el puesto 66 y no en el 130.
Esto es lo que reiteró textualmente Chequeado el pasado 13 de noviembre:
- Según datos históricos publicados por la serie Maddison, en 1900 la Argentina se ubicaba en el puesto 13 entre 45 países analizados, si se tiene en cuenta el PBI per cápita por la Paridad del Poder Adquisitivo. Es decir, no estaba primera, como dijo el candidato presidencial de La Libertad Avanza.
- En 2022, de acuerdo con datos del Banco Mundial (comparables con la serie Maddison), el país terminó en el puesto 66 sobre 184 naciones. Por lo tanto, no en el 130.
- Organismos internacionales utilizan para la comparación del PBI entre países la Paridad del Poder Adquisitivos (PPA) y no el dólar paralelo, como hizo el candidato libertario.