Una nueva radiografía acerca de la desigualdad global

El Informe sobre la Desigualdad en el Mundo 2022 presenta los datos más actualizados y completos sobre las diversas facetas de la desigualdad en todo el mundo: riqueza global, ingresos, género y desigualdad ecológica. El análisis se basa en el trabajo de varios años de más de cien investigadores de todo el mundo.

Este documento de World Inequality Lab es el resultado de cuatro años de trabajo de más de cien investigadores de todos los continentes, coordinados por Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman. El Informe dice que la desigualdad entre países disminuyó, pero aumentó al interior de éstos y que la de género disminuyó, pero poco. Los datos están disponibles en la base de datos más completa sobre desigualdad económica, la World Inequality Database

Según el informe, en 2021, después de tres décadas de globalización comercial y financiera, las desigualdades globales siguen siendo extremadamente pronunciadas: son tan grandes hoy como lo fueron en el apogeo del imperialismo occidental a principios del siglo XX.

Además, la pandemia de covid ha exacerbado aún más las desigualdades globales. Los datos recopilados muestran que el uno por ciento más rico se quedó con el 38 % de toda la riqueza adicional acumulada desde mediados de la década de 1990, con una aceleración desde 2020. Hablando en términos más generales, la desigualdad de riqueza se mantiene en niveles extremos en todas las regiones.

«La crisis del covid ha exacerbado las desigualdades entre los muy ricos y el resto de la población. Sin embargo, en los países ricos, la intervención del gobierno evitó un aumento masivo de la pobreza, este no fue el caso en los países pobres. Esto demuestra la importancia de los estados sociales en la lucha contra la pobreza», explica Lucas Chancel, uno de los coordinadores y autor principal del informe.

Por su parte, Gabriel Zucman afirma: «Los Informes sobre la sesigualdad en el mundo abordan una necesidad democrática fundamental: documentar rigurosamente lo que sucede con la desigualdad en todas sus dimensiones. Es un recurso invaluable para estudiantes, periodistas, legisladores y la sociedad civil de todo el mundo». A lo que Lucas Chancel agrega: «Si hay una lección que aprender de la investigación global realizada en este informe, es que la desigualdad es siempre una opción política».

Hallazgos clave

—El Medio Oriente y el norte de África (MENA por su acrónimo en inglés – Middle East and North Africa) es la región más desigual del mundo, mientras que Europa exhibe los niveles de desigualdad más bajos.

—Las naciones se han vuelto más ricas, pero los gobiernos se han empobrecido, cuando observamos la brecha entre la riqueza neta de los gobiernos y la riqueza neta de los sectores público y privado.

—Las desigualdades de riqueza han aumentado en la parte superior de la distribución. El aumento de la riqueza privada también ha sido desigual dentro de los países a escala mundial. Los multimillonarios globales han capturado una parte desproporcionada del crecimiento de la riqueza global en las últimas décadas: el uno por ciento superior se llevó el 38 % de toda la riqueza adicional acumulada desde mediados de la década de 1990, mientras que el cincuenta por ciento inferior capturó solo el dos por ciento de ésta.

—Las desigualdades de género siguen siendo considerables a escala mundial y el progreso dentro de los países es demasiado lento

—En cuanto a la desigualdad ecológica, los datos del informe muestran que estas desigualdades no son solo una relación entre ricos y pobres, sino más bien un problema de emisores altos versus emisores bajos dentro de todos los países.

Ingresos y riqueza

Según el informe l promedio mundial de ingresos de una persona adulta es de u$s 23.380 dólares PPA (paridad de poder adquisitivo) por año. Obviamente, ese promedio no refleja las diferentes realidades. La disparidad, oculta en la generalización, se da tanto entre países como dentro de ellos.

El diez por ciento más rico de la población mundial recibe actualmente el 52 % del ingreso mundial, mientras que la mitad más pobre de la población gana el 8,5 %. Si ahondamos un poco más en los promedios el informe muestra que en la mitad más rica el ingreso anual es de u$s 122.100 dólares y en la más pobre es de u$s 3.920.

Las desigualdades de riqueza son aún más profundas que las de ingresos. La mitad más pobre de la población mundial posee el dos por ciento del total de la riqueza. En contraste, el diez por ciento más rico de la población mundial posee el 76 % de toda la riqueza.

Desigualdades macropolíticas

Una mirada a la desigualdad por región muestra que Europa presenta los menores niveles y MEN los mayores. En Europa, el diez por ciento de los ingresos más altos concentra el 36 % de la riqueza, mientras que en MENA alcanza el 58 %. Entre estos dos extremos aparecen diversos patrones. En el este de Asia, el diez por ciento más rico registra el 43 % del ingreso total y en América Latina, el 55 %.

Los datos nacionales sobre niveles de ingresos medios «son malos indicadores de la desigualdad», subraya el informe. Entre los países de ingresos altos hay algunos muy desiguales, como EE. UU. y otros con relativos niveles de igualdad, como Suecia.

Entre los países de ingresos medios y bajos la escena se repite. Brasil y la India, por ejemplo, registran niveles extremos de desigualdad; por el contrario, Uruguay y Malasia tienen niveles de desigualdad moderados o relativamente bajos.

Desde la década de 1980 la desigualdad de ingresos y riquezas viene en aumento en casi todos los países debido a decisiones de desregulación y liberalización. El aumento, sin embargo, no ha sido uniforme. En algunos países la desigualdad ha incrementado de manera espectacular (EE. UU., Rusia e India) mientras que en otros (países europeos y China) ha sido relativamente menor.

Estas diferencias, «confirman que la desigualdad no es inevitable, es una decisión política […] Las desigualdades globales contemporáneas se acercan a los niveles de principios del siglo XX, en la cúspide del imperialismo occidental».

Las desigualdades globales disminuyeron entre países, pero crecieron al interior de ellos. La brecha entre los ingresos promedio del diez por ciento superior y el cincuenta por ciento inferior de las personas dentro de los países casi se ha duplicado, de 8,5 veces a quince veces.

Naciones más ricas, gobiernos más pobres

El informe resalta que para entender las desigualdades mundiales debemos mirar la brecha entre la riqueza neta de los gobiernos y la riqueza neta del sector privado. Durante los últimos cuarenta años los países se han vuelto significativamente más ricos, mientras que sus gobiernos se han vuelto significativamente más pobres.

Esto muestra que la riqueza se ha «privatizado» en desmedro de los Estados. La brecha de riqueza entre privados y gobiernos se amplía constantemente y esto repercute en las capacidades para invertir en intereses públicos.

La pobreza de los Estados tiene implicancias en su capacidad de afrontar las desigualdades presentes y los desafíos del futuro, como el cambio climático o las consecuencias socioeconómicas de la pandemia a largo plazo.

En los países más ricos la riqueza está casi totalmente concentrada en actores privados. Esta tendencia incrementó durante la crisis por el coronavirus. Los gobiernos tomaron prestado, en promedio, el equivalente a un porcentaje que va del diez al veinte por ciento del PIB esencialmente del sector privado.

Zoom a la riqueza

El aumento de la riqueza privada también fue desigual. Los multimillonarios mundiales capturaron una parte desproporcionada del crecimiento de la riqueza mundial durante las últimas décadas: el uno superior se llevó el 38 % de toda la riqueza adicional acumulada desde mediados de la década de 1990, mientras que el cincuenta por ciento inferior capturó el dos por ciento.

Desde 1995 la participación de la riqueza mundial propiedad del 0,01 % más rico creció del siete al once por ciento. La participación de la riqueza en manos de multimillonarios también se disparó durante este período (del uno al tres por ciento) y este aumento se exacerbó durante la pandemia de covid. De hecho, 2020 marcó el aumento más pronunciado registrado en la participación de los multimillonarios en la riqueza del mundo.

Desigualdades de género

Una innovación de este informe es que incluye análisis de la desigualdad con variables como el género. La participación de las mujeres en los ingresos laborales totales se acercó al treinta por ciento en 1990 y se sitúa en menos del 35 % en la actualidad.

En un mundo con igualdad de género, las mujeres ganarían el cincuenta por ciento de todos los ingresos laborales. En treinta años, el progreso ha sido muy lento a escala mundial y la dinámica ha sido diferente entre los países; algunos países registraron avances, mientras que otros experimentaron reducciones en la participación de las mujeres en los ingresos.

En los países de América Latina la imagen es bastante homogénea. En promedio la participación del trabajo de las mujeres en la renta es del 35 %. Los valores oscilan desde un veintiséis por ciento en Guatemala hasta un 42 % en Barbados.

Estos datos también muestran la brecha mundial entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado. El segundo continúa recayendo principalmente sobre las mujeres y en muchos casos las expulsa del mercado laboral formal; la ONU informó que la pandemia por coronavirus profundizó la brecha de género en el ámbito laboral y generó un retroceso de dieciocho años en materia de igualdad.

Emisiones de carbono

Una parte importante de este informe es el análisis sobre las desigualdades de emisión de carbono. Tratándose de un informe de riquezas e ingresos de carácter económico es de destacar que se ponga esta preocupación como central.

Las desigualdades mundiales de ingresos y riqueza, asegura el informe, están estrechamente relacionadas con las desigualdades ecológicas y las desigualdades en las contribuciones al cambio climático.

En promedio, los seres humanos emitimos 6600 kilos de dióxido de carbono equivalente (CO2) per cápita por año. Sin embargo, hay amplias desigualdades en esta emisión. El diez por ciento superior de los emisores es responsable de cerca del cincuenta por ciento de todas las emisiones, mientras que el cincuenta por ciento inferior produce el doce por ciento del total.

Estas desigualdades no se dan solamente entre países ricos y países pobres. Hay altos emisores en países de ingresos bajos y medianos y bajos emisores en países ricos. En Europa, el cincuenta más pobre de la población emite alrededor de cinco mil kilos al año por persona; el cincuenta por ciento inferior en el este de Asia emite alrededor de tres mil y el cincuenta por ciento inferior en América del Norte alrededor de diez mil kilos. Esto contrasta marcadamente con las emisiones del diez por ciento superior en estas regiones (veintinueve mil kilos en Europa, 39000 en Asia Oriental; 63000 en América del Norte).

La mitad más pobre de la población en los países ricos ya se encuentra en, o está cerca de, las metas climáticas para 2030 establecidas por los países ricos. No es el caso de la mitad superior de la población. Las grandes desigualdades en las emisiones sugieren que las políticas climáticas deberían apuntar más a los contaminadores ricos.

Hasta ahora, las políticas climáticas, como los impuestos al carbono, a menudo han impactado de manera desproporcionada a los grupos de ingresos bajos y medianos, sin modificar los hábitos de consumo de los grupos más ricos.

Redistribuir la riqueza

El informe mundial sobre desigualdades 2022 revisa varias opciones de políticas para redistribuir la riqueza e invertir en el futuro para enfrentar los desafíos del siglo XXI. No es posible avanzar en bienestar social sin mayor redistribución pública, sentencia el informe.

Thomas Piketty

El surgimiento de los estados de bienestar modernos en el siglo XX, que estuvo asociado con un tremendo progreso en salud, educación y oportunidades para todas las personas, estuvo vinculado al aumento de tasas impositivas progresivas y pronunciadas.

Dado el gran volumen de concentración de la riqueza, los impuestos progresivos modestos pueden generar ingresos importantes para los gobiernos. El 1,6 % de los ingresos globales podría generarse y reinvertirse en educación, salud y transición ecológica.

La evolución reciente de la fiscalidad internacional muestra que es posible avanzar hacia políticas económicas más justas tanto a nivel mundial como dentro de los países. Es decir, como ya se mencionó, la desigualdad es siempre una opción política.

Argentina

Tanto en ese como en otros indicadores, la Argentina aparece como un país moderadamente desigual en relación con los promedios internacionales. Según el informe, en 2021 el diez por ciento de mayores ingresos gana unas trece veces lo que el diez por ciento de ingresos más bajos. Aunque la desigualdad en la Argentina es más baja que el promedio latinoamericano, sigue siendo particularmente alta: en 2021 el diez por ciento de mayores ingresos absorbió más del cuarenta por ciento de los ingresos totales. Esto es más bajo que el 55 % de promedio para América Latina e incluso de vecinos como Brasil y Chile (59 %), pero significativamente más alto que en los países europeos, dice el informe.

Además, el informe dice que en la Argentina se han visto dos movimientos: una reducción de la proporción de los ingresos del diez por ciento más rico en la primera década del siglo XXI (período que, grosso modo, coincide con la presidencia de Néstor Kirchner, al cabo del fin de la convertibilidad), seguida de un aumento en los primeros años de la década siguiente, en el contexto de una caída generalizada de ingresos (esto es, durante la segunda presidencia de Cristina Kirchner).

La desigualdad en la Argentina es algo más baja que en la región, «pero se mantiene muy alta desde un punto de vista internacional», dice el informe.

MÁS INFO

Informe de Oxfam | La desigualdades matan

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