Una explicación sobre el capitalismo desde la industria musical
La miniserie sueca Playlist, que se encuentra disponible en Netflix, muestra una historia ficcionada sobre la plataforma Spotify. En la misma aparece el dilema sobre la industria musical, la piratería, la explotación a artistas y las nuevas tecnológicas digitales. Paradójicamente la serie está en una plataforma digital que es también protagonista y responsable de varias de las polémicas presentes.
Inspirada en el libro Spotify Untold [1]La historia no contada de Spotify escrito por Sven Carlsson y Jonas Leijonhufvud y creada para Netflix , ésta serie dirigida por Per-Olav Sørensen cuenta una historia «ficticia» del nacimiento de la compañía sueca de música en streaming Spotify, las problemáticas que se van presentando en ese proceso y luego las contradicciones, traiciones y abandonos que se dan en el contexto.
La serie tiene una dinámica particular donde los seis personajes principales protagonizan cada uno de los seis episodios contando su versión de los hechos que son contradictorias entre sí. En el primero de ellos, como no podía ser de otra manera, el protagonista (que lógicamente atraviesa toda la serie) es el hoy CEO y cofundador de la marca Daniel Ek, interpretado por el actor sueco Edvin Endre (interpretó a Erlendur en la serie Vikingos). Allí van apareciendo amistades y confrontaciones (no siempre en el mismo orden). Su socio Martin Lorentzon, interpretado por Christian Hillborg (El puente, The Last Kingdom, Feabag) es presentado como un excéntrico y carismático empresario, a veces delirante, con una clara postura (fiel a la realidad) de liberal extremo y crítico del modelo sueco «por derecha» (más allá de lo que sucede en la serie, Lorentzon tuvo problemas reales con el Estado sueco con deudas millonarias en impuestos y la posterior creación de sus empresas en paraísos fiscales como Chipre o Luxemburgo).
En la dinámica aparecen artistas, informáticos, abogados y empresarios de la «vieja industria musical» como Per Sundin, exdirector de Sony en Suecia, con quien también hay disputas sobre quién garantiza la música, sobre como la piratería daña a la música, pero desde el enfoque del gerente de la discográfica que se «lamenta» de tener que despedir trabajadores y acusa a las plataformas de robarle. Tanto Daniel Ek, como Martin Lorentzon o incluso Per Sundin son personas adineradas con una vida de lujos, tanto en la serie como en la realidad actual, sin embargo no todos los personajes de la serie lo son. Hay una realidad oculta, al menos en algunos episodios.
Si bien la serie tiene los infaltables guiños musicales que la hacen muy atractiva para toda persona que ame la música, los episodios empiezan a tener estas disputas entre distintas personas que se autoadjudican los créditos como creadores o víctimas de un robo… ¿no les parece que falta alguien? ¿Quiénes crean esa música que escuchamos, ya sea en un disco o en una plataforma digital? Esa pregunta que también se presenta en debates políticos en la actualidad en otras coyunturas, sobre todo cuando trabajadores ven vulnerados sus derechos y toman medidas de lucha para defender parte de ellos, puede aparecer durante los primeros episodios en la mente del público, hasta que se hace presente. Tratando de evitar el spoiler, desde esta nota solo queda recomendar, a quienes les interesa la temática, que vean los seis capítulos de esta miniserie y saquen sus propias conclusiones.
Un dato no menor es que esta serie es lanza justo cuando en Argentina se desarrollan también luchas contra los recortes o lo que llaman el «apagón cultural» en el campo audiovisual. Algo de eso hay en esta miniserie.
Notas
↑1 | La historia no contada de Spotify |
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