Menú navideño de la oposición mediática: 1) ajuste; 2) ajuste; 3) ajuste
La unanimidad de diagnósticos, interpretaciones, rumores y proyecciones sigue imponiéndose en los medios opositores que discuten con el Gobierno las condiciones del FMI para un acuerdo: un ajuste con devaluación y suba de tarifas para lograr aún más concentración de la riqueza y desigualdad y marcar a fuego el camino hacia 2023.

La defensa de estos intereses se asentó con potencia en los últimos días y hasta hizo olvidar el disgusto con Juntos por el Cambio, tema que quedó bastante relegado en la agenda y reducido al espíritu «faccioso» de la Unión Cívica Radical, bien diferenciada del PRO, aunque sobrevivieron algunas temibles advertencias a Rodríguez Larreta.
Los espacios y comentaristas más importantes de Clarín, La Nación e Infobae ofrecen una vez más una sinfonía sin disonancias: El FMI quiere devaluación, reducción del déficit y suba de tarifas. El rechazo del denominado «cristicamporismo» a ese modelo recibe condenas idénticas de Bonelli y Van der Kooy en Clarín, Morales Solá y Pagni, en La Nación, Tenembaum en Infobae, los cabecillas del pelotón.
La posición estadounidense en este campo luce en las columnas cual estrella de Belén, con diatribas específicas al Presidente, rotulado ahora como «contorsionista» por Van der Kooy. Hubo un asomo de complacencia con él por participar de un foro de aliados estadounidenses convocado por la Casa Blanca. Manipulando las banderas de la democracia y los derechos humanos, fueron excluidos del diálogo «pluralista» todos los gobiernos no alineados con Washington —de China y Rusia a Cuba y Venezuela—.
Este tan particular «Juan Domingo Biden» se ubicó en los mismos extremos de su predecesor al incluir en el foro a Guaidó, el muñecote ladrón de ayudas humanitarias con alianzas en la ultraderecha terrorista de Colombia. Allí se prestó el Presidente pero, lamentó Morales Solá, no lo hizo como debía, pues cometió la osadía de criticar a otro monigote de la política internacional, Luis Almagro, secretario general de la OEA.
La cobertura de los medios opositores, por llamarla así, del acto del 10 de diciembre, entró en esta lógica. Cristina Kirchner «presionó», «puso condiciones», le «marcó la cancha» al Presidente. Ese despliegue incluyó el grotesco de Clarín al dar por «fracasada» a la concentración, en la que vio apenas a veinte mil personas. Pero también les demandó una decisión editorial más cuidada: el sábado, las fotografías de tapa de Clarín y La Nación no mostraron a Luiz Lula da Silva, sin duda la gran figura latinoamericana del presente, visto que parece encaminado a ganar la presidencia de Brasil dentro de un año, si el Diablo no mete la cola, como ya lo hizo tantas veces.
Hubo más coincidencias: el jueves Pagni habló de una «contraplaza» kirchnerista, una supuesta respuesta al acto del 17 de noviembre. El sábado Roa, de Clarín, copió y pegó la fórmula.
El conflicto por el modelo económico es tan intenso como el referido a la Justicia. En esto, Van der Kooy, Bonelli y Morales Solá hicieron un infrecuente ejercicio de transparencia, al decir que el «ataque» del ministro Soria a los supremos cortesanos tuvo como respuesta inmediata el fallo unánime a favor de la provincia de Santa Fe por fondos coparticipables.
Después de las airadas protestas y advertencias por el «papelón» que estaba mostrando Juntos por el Cambio, las interpretaciones de las internas en la oposición derechista fueron reducidas a reiteradas condenas a la UCR. Fueron olvidadas las competencias por la carrera presidencial para 2023 y la ampulosa gestualidad de Elisa Carrió, que habían recibido ataques intensos.
Sí persistieron inquietantes advertencias a Rodríguez Larreta, más comprensibles en La Nación por los previsibles deberes con el accionista Macri, y más indescifrables en Clarín. Morales Solá escribió el miércoles 8 que el alcalde «no logró el resultado que lo hubiera convertido en el indiscutido candidato presidencial». El aviso incluyó una descalificación expresa: »su ambición personal es una obsesión».
No se quedó atrás Kirschbaum, jefe de redacción de Clarín. Por el contrario, lo atacó con desprecio, al escribir que ante las acusaciones del emperador jujeño Morales de meter la mano en la UCR, Larreta «pone cara de póker, que es una de las cosas que mejor le sale». Es evidente que al alcalde le falta mucho para comprar la voluntad editorial de estas empresas. Que se preparen los «vecinos» de la Ciudad de Buenos Aires: no es de descartar que esta necesidad de fondos termine impactando en el ABL.
El conflicto por el modelo económico es tan intenso como el referido a la Justicia. En esto, Van der Kooy, Bonelli y Morales Solá hicieron un infrecuente ejercicio de transparencia, al decir que el «ataque» del ministro Soria a los supremos cortesanos tuvo como respuesta inmediata el fallo unánime a favor de la provincia de Santa Fe por fondos coparticipables.
Y es solamente, dicen, la primera de varias represalias: dan por segura la declaración de inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura aprobada por ley en 2006, a iniciativa de la entonces senadora Cristina Kirchner, para devolverle poderes a subgrupos de la mafia judicial. También Larreta recibirá favores, en la disputa por los fondos coparticipables. Más platita para la campaña presidencial.