María Eugenia Vidal, de mal en peor
Para María Eugenia Vidal —y para Juntos por el Cambio en general— la explicación del pasado inmediato es una materia complicada, que trata de evitarse aunque no siempre resulte posible. Después de haber provocado la mayor catástrofe de la economía argentina en apenas cuatro años, se vuelve complicado convencer a la sociedad de que los mismos que hundieron a la Argentina, en tan poco tiempo, podrían hacer algo mejor.
Lo que para algunos candidatos de la coalición opositora se resuelve simplemente con tomar distancias de Mauricio Macri, para María Eugenia Vidal resulta mucho más complicado, ya que también debe rendir cuentas sobre su propia gestión en la provincia de Buenos Aires.
Pero las elecciones imponen su dinámica, y los candidatos —incluso aquellos que se «borraron» después de la derrota y durante la pandemia— deben salir a vender su producto.
En el caso de Vidal, además, explicar su huida a la disparada hacia la CABA, y cómo consiguió abandonar tan rápidamente su condición de «orgullosamente bonaerense» para evitar la alternativa de una nueva derrota electoral que hubiera comprometido su carrera política.
«En un momento nos alejamos de la gente y dejamos de escucharla», admite ahora Vidal, en un leve ensayo de autocrítica que no irá más allá de eso.
«Hicimos una autocrítica pública. Creo que un momento nos alejamos de la gente, que dejamos de escuchar» a la sociedad, dijo la exgobernadora al referirse a la derrota de JxC en 2019 a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires, donde no pudo ser reelecta.
«No sé si hubo alguien nuevo; el poder aleja, es muy peligroso digo yo siempre, es algo a lo que tenés que tener respeto porque es fácil alejarse en lugares de poder como ese.»
Tampoco pudo explicar la exgobernadora su abandono de aquella promesa de que «no iba a abandonar a los bonaerenses». Simplemente se limitó a asegurar que «más allá del lugar» en el que la elijan, va «a representar a todos los argentinos». Viendo su foja de servicios y sus saltos ornamentales, la credibilidad no es un don que haya podido recuperar.
Por esta razón intenta explicar lo inexplicable. «Siempre tomé decisiones medio en contra de la corriente (…) En la provincia tienen que aparecer nuevos liderazgos», afirma a modo de excusa, aún a sabiendas de la inconsistencia del argumento. Sobre todo cuando esta afirmación va acompañada de su declaración de que «no quiere volver a ser gobernadora».
Con un discurso relativamente light hacia el gobierno nacional, Vidal sostiene que «todos los argentinos estuvimos más tranquilos cuando vimos a los tres gobiernos juntos», aunque destacó el desempeño del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, frente a la actitud de quienes se empeñaron en «agitar el miedo».
Allí llegó el momento de la consabida crítica a la cuarentena, la falta de clases presenciales y el plan de vacunación, aunque marcó una diferencia con los dichos de Elisa Carrió respecto a las vacunas.
«Todas las vacunas son buenas, todos nos tenemos que vacunar, hay cosas sobre las que no hay que discutir», enfatizó. Y celebró el acuerdo del gobierno nacional con Pfizer, «a pesar de las demoras».
Otro problema que se le plantea a Vidal es salir a ponerle el cuerpo a las declaraciones de la precandidata de Juntos Podemos Más Sabrina Ajmechet, quien sostiene «Las Malvinas no existen, las Falkland Islands son de los kelpers».
«Por supuesto que no coincido. Yo he tenido una postura pública a lo largo de toda mi historia política en relación a la soberanía de Malvinas», explica Vidal. Sin embargo, no se anima a dar precisiones sobre si la mantendrá en la lista, o si su permanencia en la boleta electoral de esta candidata implica una aceptación de su tesis por parte de Juntos por el Cambio.
Si bien este miércoles Sabrina Ajmechet salió a pedir disculpas en las las páginas del diario Clarín, la manera de hacerlo demuestra que sigue sosteniendo la pertenencia británica de las islas: «Pido disculpas porque hay gente que respeto que se ofendió de buena fe». En su escueta intervención, la candidata de la lista de Vidal evitó referirse a sus afirmaciones sobre la reivindicación de los crímenes de la Noche de los Lápices —«un operativo contra un grupo montonero— o su idea de «atropellar» a menores con su vehículo. «Desperdicié la oportunidad de atropellar a un grupito de estudiantes del Pellegrini», publicó. Y para que no quedaran dudas, amplió: «Sepa la patria perdonarme».
Si bien Vidal argumentó que «Hablé con Sabrina y ella se disculpó. No hay ningún candidato de nuestra lista que ponga en duda la soberanía de las islas Malvinas». Sus palabras no hicieron más que confirmar su pensamiento colonialista y reaccionario.
Para cerrar su intervención —bastante poco feliz— Vidal retomó sus declaraciones sobre generalidades, sin precisar contenidos concretos.
«Nuestros enemigos no tienen nombre y apellido. Son la inseguridad y la pobreza. Estoy segura de la trasparencia y la honestidad del Gobierno de Buenos Aires, que no es de hoy sino de siempre», sostuvo, en clara respuesta a los dichos de Facundo Manes, quien ni siquiera es su opositor en la CABA, sino del de Diego Santilli en la provincia que dejó en banda.
Señalando a Manes, aseguró que «los adversarios» del sector opositor que integra «son los narcos que volvieron a avanzar en los barrios». Y precisó que «Nuestro objetivo es trabajar contra las mafias que todavía están enquistadas. Mi esfuerzo está puesto ahí».
Sus intervenciones tienen gusto a poco, y así lo demuestran las encuestas. Quizá le alcance para mantener a un electorado que expresa su fidelidad hacia Juntos por el Cambio. O tal vez las alternativas más confrontativas que se le oponen en la interna de las PASO le jueguen una mala pasada.
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