Escuchando lo que significa la confianza en las noticias para los usuarios

¿Cómo ve la gente a los medios con los que se topa en la vida cotidiana y qué nos puede decir eso sobre los motivos por los que confía (o no) en las noticias que encuentra? A comienzos de 2021, el Instituto Reuters llevó a cabo una serie de focus groups y entrevistas con personas de cuatro países con la finalidad de indagar acerca cómo piensa la gente en relación con estos temas, qué les gusta y qué no y, más importante, qué encuentran confiable y qué no sobre las noticias y el por qué.
Este informe es parte de un proyecto más amplio del Instituto Reuters que se propone analizar por qué la confianza en las noticias se erosiona en varios lugares del mundo, qué significa para diferentes grupos en diferentes contextos, qué implicaciones pueden tener estos hallazgos y qué pueden hacer al respecto los medios que se consideran dignos de esa confianza
Puntualmente, este reporte resume la información clave reunida por medio de la metodología del focus group, técnica cualitativa de estudio de las opiniones o actitudes de un público que permitió detectar que la confianza a menudo gira alrededor de impresiones vagas sobre las identidades de las marcas y rara vez tiene anclaje en detalles relacionados con las prácticas periodísticas o los estándares editoriales de los medios, que son las cualidades que los periodistas suelen enfatizar sobre su trabajo.
Centrado en los entornos mediáticos de cuatro países (Brasil, India, Reino Unido y Estados Unidos) que difieren enormemente en sus culturas, su política y sus sistemas periodísticos pero que se parecen en cuanto a la importancia central que han adquirido las plataformas digitales como agentes fundamentales de la información. Este cambio en particular ha generado preocupaciones crecientes en torno al papel que desempeñan esas compañías en el modo en que la gente se informa y se conecta con la vida cívica.
El informe se estructura sobre la base de conversaciones abiertas con 132 personas de los cuatro países mencionados, una técnica que posibilita indagar cómo la gente da sentido a construcciones complejas, polisémicas y a veces abstractas. Ciertamente, este enfoque no habilita generalizaciones estadísticas sobre cómo la gente de un determinado país piensa sobre las noticias, pero brinda mejores condiciones para captar el contexto sobre cómo la gente da forma a sus puntos de vista y por qué.
En una tarea conjunta con la firma YouGov, los investigadores del Instituto Reuters reclutaron personas adultas en los cuatro países, seleccionando una combinación de quienes confían más en las noticias y quienes confían menos. Las interacciones (focus groups y entrevistas en profundidad) tuvieron lugar de forma virtual debido a la pandemia de covid-19. Debido a la tecnología y a otros factores relacionados con el reclutamiento, éste quedo circunscripto a personas del grupo socioeconómico más alto en cada país: es decir, aquellos con acceso a un servicio confiable de Internet, la mayoría típicamente residentes en las grandes áreas metropolitanas y con nivel educativo medio o por encima del promedio.
A pesar de las considerables diferencias entre los cuatro entornos mediáticos, los debates tanto en los focus groups y como en las entrevistas revelaron muchísimos puntos en común con respecto a cómo la gente piensa y explica las inquietudes relacionadas con la confianza y con los medios en sus respectivos países.
A continuación varios de los hallazgos clave del informe:
- La familiaridad con las marcas y sus reputaciones fuera de Internet a menudo moldeaban lo que la gente pensaba de sus contenidos online. En los cuatro países, cuando las personas describieron qué las llevó a confiar o desconfiar de los medios, muchas usaron el término como una especie de clave para referirse a las fuentes informativas con las que estaban familiarizadas y su sensación sobre la reputación de una determinada marca (buena o mala). Los diálogos sobre confianza solían conducir a impresiones más generales sobre cosas que a la gente le gustaban o no de los medios, lo cual sugiere que a menudo son borrosos los límites entre una fuente «de confianza» y otra que «cae bien». Las marcas pueden ser una ancla para la confianza, pero también para la desconfianza: de este modo tendieron a explicar la confianza tanto quienes más confiaban como quienes menos confiaban.
- Los procesos editoriales y las prácticas periodísticas rara vez resultaron centrales en la forma en que la gente pensaba acerca de la confianza. Apenas una pequeña porción en cada país expresó certeza en torno a comprender cómo funcionan el periodismo o los procesos de toma de decisiones y recolección de información que dan forma a la confección de noticias. En cambio, muchos se centraron en factores más estilísticos o cualidades vinculadas a la presentación de las noticias como signos más tangibles de la percepción de calidad o confiabilidad.
- El trabajo individual de los periodistas, en contraste con el de los presentadores de televisión, resultó a menudo mucho menos visible y varias de las personalidades mediáticas más prominentes que sobresalieron para la gente tendieron a ser figuras polarizadoras. Cuando la gente habló de periodistas individuales, a menudo mencionó a personalidades vociferantes y columnistas de opinión, incluso cuando también subrayaban que preferían noticias imparciales y basadas en hechos antes que opiniones. A varios les resultó más sencillo señalar a presentadores y comentaristas con quienes no estaban de acuerdo que resaltar el trabajo de un reportero o un editor cuyo criterio e historial periodísticos respetaban. Una cantidad considerable en Brasil, Reino Unido y Estados Unidos no pudieron nombrar a un solo periodista.
- Las percepciones de sesgos e intenciones ocultas en la cobertura periodística resultaron predominantes, pero a menudo lo que la gente quería decir reflejaba diferencias en sus propias identidades políticas o sociales. Objetividad, imparcialidad y equilibrio en la cobertura fueron invocados frecuentemente en los cuatro países como valores asociados al periodismo confiable. Si bien muchas personas criticaron a medios específicos o modos de hacer periodismo por estar demasiado vinculados a intereses comerciales o partidistas o ambos, otras mostraron frustración por la manera distorsionada en que se retrataban determinados grupos de la sociedad, por ser completamente ignorados, menospreciados o exagerados. La creencia de que las noticias son «controladas» por ciertas fuerzas llevó a muchos a adoptar una forma más generalizada de escepticismo y resignación sobre la posibilidad de que cualquier fuente de noticias pueda ser considerada como proveedora de información rigurosa.
- Pocos citaron a la pandemia de coronavirus como un factor que incidió en la manera en que evaluaban la confiabilidad de las fuentes informativas. Aunque muchos mostraron inquietud por la desinformación que habían encontrado sobre temas de salud o se refirieron a las noticias sobre covid-19 como emocionalmente abrumadoras, la pandemia en sí no pareció haber modificado muchas opiniones preexistentes sobre los medios.
- La mayoría mostró baja confianza en la información que veía en las plataformas, pero la opinión sobre cada medio a menudo dependía de cuán fuerte era lo que ya pensaban sobre las marcas que hallaban allí. Muchos valoraron la conveniencia de obtener noticias en las redes sociales, los buscadores y los servicios de mensajería, pero encontrar noticias en tales sitios generalmente era una consideración secundaria al evaluar por qué usaban las plataformas; incluso se trataba de algo que procuraban evitar. Para las audiencias sin preferencias (ni positivas ni negativas) sobre los medios en su país, puede resultar apabullante o difícil extraer sentido de la abundancia de información online. Al percibir muchos a los medios digitales como lugares rebosantes de información poco fiable, divisiva e incluso peligrosa, existen costes claros para las organizaciones que buscan aparecer en esos lugares para atraer audiencias y conectar con ellas.
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