Disputar el sentido de Malvinas como vector del negacionismo oficial
El primer aniversario de la guerra de las Malvinas que sucede durante el gobierno libertario actualiza la disputa por las memorias del conflicto bélico. Mientras un sector del Ejecutivo adula al colonialismo, otro incorpora a toda una camada de veteranos de la guerra en puestos claves de la administración pública. En esta nota de opinión, publicada en revista Crisis,[1]Ver nota en la revista Crisis el CELS despliega un mapa para entender el quién es quién de este resurgir castrense.
Malvinas: causa, guerra, «gesta». El 2 de abril es una efeméride vidriosa. Se conmemora la última maniobra de la dictadura para quedarse en el poder, pero también la muerte de 634 soldados argentinos, más de mil heridos, una dolorosa serie de suicidios y secuelas en la salud mental de muchos de quienes pelearon en las islas. Aunque no hay números oficiales, según excombatientes, la cifra de suicidios se acerca a la de los caídos. Al mismo tiempo, es la fecha que actualiza el compromiso nacional con el reclamo de soberanía. Este año, el aniversario viene recargado.
Por un lado, Malvinas es una fractura expuesta para un gobierno integrado por diferentes derechas, con evidentes contradicciones entre su vertiente neoliberal extranjerizante y la línea nacionalista. Por otra parte, una cantidad inédita de militares veteranos de esa guerra hoy tienen a su cargo funciones críticas para la seguridad, la inteligencia y la defensa, entre otras áreas. De esa manera, Malvinas se presenta como un vector de reivindicación del rol de los militares durante la dictadura, en una operación que pretende recortar el conflicto bélico del contexto del terrorismo de Estado, e incluso honrar a represores condenados como héroes de la guerra contra los ingleses.
Malvinas es una fractura expuesta para un gobierno integrado por diferentes derechas, con evidentes contradicciones entre su vertiente neoliberal extranjerizante y la línea nacionalista.
Malvinas como fractura entre las derechas
Como se reveló en un perfil publicado por la revista Crisis en 2021, Victoria Villarruel (VV) tiene sangre azul militar. Su padre, Eduardo Villarruel, participó del operación Independencia, luego tuvo destino en Campo de Mayo durante los años de la dictadura y más tarde combatió en Malvinas, en la misma compañía que lideraba Aldo Rico, la 602. En su activismo reivindicatorio del rol de las fuerzas armadas en los setenta, la veta que más le ha rendido políticamente a la actual vicepresidenta es la del reconocimiento de las víctimas de las organizaciones políticas armadas en su Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv). Pero la exaltación de lo actuado por la oficialidad en Malvinas es otra línea central de su agenda.
En tanto referente de la familia militar, especialmente en el ámbito de los retirados, VV expresa una tradición de derecha nacionalista que recela del globalismo de sus aliados de la La Libertad Avanza (LLA), ejemplificado en la mención que hizo Milei en la campaña presidencial calificando a Margaret Thatcher como uno de los grandes líderes de la humanidad. Basta con leer las redes sociales, los foros de discusión de militares y escuchar los discursos legislativos para detectar que Malvinas es una llaga en un ensamblado de derechas cuya prioridad es rechazar al kirchnerismo, a las izquierdas, los feminismos y los derechos humanos, pero en donde anidan contradicciones profundas, entre las que se ubica el problema de la soberanía.
Cómo se observa en El mapa político del gobierno de Milei que elaboramos en conjunto con el Equipo de Investigación Política (Edipo), VV quedó fuera de los ministerios de Seguridad y Defensa. Y el programa de Patricia Bullrich en esas áreas es distinto a la agenda comprometida en campaña por la actual vicepresidenta: además de incumplir la equiparación salarial de los militares con los policías, el gobierno incrementó la presión para que intervengan en la lucha contra el narcotráfico en Rosario. Desplazada de los ámbitos ejecutivos, los militares que asumen en cargos políticos responden a Bullrich y al jefe de Gabinete Nicolás Posse, mientras VV despliega su política desde el ámbito legislativo y las nuevas oficinas que se ocupan de difundir el relato de Malvinas como una gesta autónoma del marco del terrorismo de Estado en el que tuvo lugar.
En septiembre de 2023, en plena campaña, Villarruel organizó un acto en la Legislatura porteña que tuvo como invitado de honor a Marcelo Llambías, militar acusado por torturas y vejaciones de soldados argentinos en Malvinas, y actualmente abogado de represores presos por delitos de lesa humanidad. La coorganizadora del evento, Lucía Montenegro, legisladora de LLA en la Ciudad de Buenos Aires, es hija de Antonio Montenegro, militar que cultivó un vínculo estrecho con el líder carapintada Mohammed Ali Seineldín (quién comandó el Regimiento de Infantería 25 en la guerra) y con el dirigente neonazi Alejandro Biondini.
La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur es una organización no gubernamental que ocupa un lugar clave en la constelación de VV. Su presidenta es la actual diputada libertaria, María Fernanda Araujo, hermana de Elbio Araujo, soldado caído en Malvinas. Fundada en septiembre de 1982, su primer presidente fue Héctor Omar Cisneros, hermano del Perro Cisneros, compañero de Villarruel padre y de Rico en la compañía 602. Cisneros renunció a la Comisión de Familiares cuando se supo que había formado parte del Batallón 601 de inteligencia del Ejército entre agosto de 1981 y 1983. Como reconstruye Alejo Ramos Padilla en su tesis doctoral titulada Malvinas y derechos humanos: disputas por la causa Malvinas, la Comisión creció exponencialmente durante los gobiernos de Menem y Macri. Y fue la principal usina de oposición a que se investigaran las torturas y tratos crueles cometidos contra la propia tropa durante la guerra, así como a la identificación de las tumbas del cementerio de Darwin, a lo que finalmente accedieron.
Araujo llegó al puesto número tres de la lista de LLA a través del Frente NOS y accedió su banca cuando Milei y Villarruel renunciaron a las suyas para asumir como presidente y vice. NOS fue creado por el carapintada Juan José Gómez Centurión, también veterano de la guerra de las Malvinas, donde compartió compañía con Seineldín. Gómez Centurión creó su partido de ultraderecha cuando abandonó el gobierno de Mauricio Macri, donde tuvo el cargo de vicepresidente del Banco Nación y director general de Aduanas. Fue obligado a renunciar por una denuncia impulsada por la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, con la que sostuvo un tenso enfrentamiento.
La también diputada nacional Lourdes Arrieta, electa por Mendoza, es hija de Tomás Arrieta, quien estuvo en Malvinas como cabo primero del Ejército en el Regimiento de Infantería 12, y fue denunciado por retirarle el alimento a los soldados a su cargo. Al jurar, Arrieta plantó sus banderas: «por Cristo nuestro Señor, por los héroes de Malvinas, por la patria y la libertad». En una entrevista reciente destacó: «Malvinas es una causa pendiente, hoy en día teníamos una participación efímera sobre la soberanía. Creo que dando seguridad al pueblo argentino y seguridad internacional se puede recuperar».
Finalmente, la diputada libertaria de la quinta sección bonaerense, Juliana Santillán, de Mar del Plata, es hija del suboficial mayor de la Armada Carlos Santillán, que fue contramaestre del ARA Irigoyen en Malvinas. En una entrevista al diario Infobae expresó claramente el sentir de la derecha nacionalista respecto del proyecto político que ahora integra: «Represento y muy orgullosamente la familia militar, de la Armada, de la Marina. Estoy cerca de la familia militar que ve en Javier Milei una persona con una decisión muy importante, que es cambiar los rumbos de la Argentina. La gente de la fuerza participa de una mirada de derecha muy conservadora pero que, ante esta disyuntiva entre Juntos por el Cambio y el kirchnerismo, que no han funcionado y no han tenido resultados, Javier Milei se convierte en una opción».
Arrinconada por ahora en el Senado, Villarruel designó el 15 de febrero como titular de la Dirección Gesta de Malvinas a quien fue corresponsal en Malvinas del Canal 7 (la Televisión Pública), Nicolás Kasanzew. El Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas La Plata (Cecim), organización integrada exclusivamente por soldados que pelearon en las islas, repudió esta designación y denunció que Kasanzew fue el representante de la dictadura en el canal oficial durante la guerra, que «cubrió como casi único corresponsal debido a la censura» y fue vocero del «vamos ganando» con el que la Junta Militar le mentía a la población. La Dirección Gesta de Malvinas quedó a cargo del museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado dentro del Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos, en el predio de la ex-ESMA. El coronel retirado Augusto Vilgré La Madrid, también veterano de guerra, fue designado director del museo. En 1989, el flamante funcionario actuó en la represión del copamiento del cuartel de La Tablada y se jacta en sus redes de haber sido parte de esa operación en el que el ejército desapareció, ya en democracia, a cuatro personas. Su orgullo es una foto en la que aparece caminando sobre los cuerpos recién muertos de los atacantes. El nombramiento de Vilgré La Madrid es un caso particular de avance castrense sobre los ámbitos de la memoria y la educación, dado que el Museo es un espacio formativo para las nuevas generaciones, visitado todos los días por contingentes escolares.
A finales de febrero circuló un video en redes sociales del homenaje que le realizó el Regimiento de Infantería de Monte 30, en Misiones, a Horacio Losito en su calidad de «héroe de Malvinas». Losito combatió junto al padre de Villarruel y luego fue dado de baja del Ejército Argentino. Lo que no se menciona en el homenaje es que Losito fue condenado por delitos de lesa humanidad por la masacre de Margarita Belén y por su actuación en un centro clandestino de detención en Corrientes. En 1988, participó del levantamiento carapintada de Monte Caseros, lo condenó el Consejo de Guerra y luego fue indultado. Bajo la gestión de Nilda Garré al frente del Ministerio de Defensa, se dispuso la supresión en las Fuerzas Armadas de homenajes, reconocimientos o exaltaciones públicas de personas que hubieren atentado contra el orden democrático y constitucional. Sin embargo, el actual ministro de Defensa señaló poco antes del 24 de marzo que a las «Fuerzas Armadas se las ha demonizado, denostado, vapuleado, perseguido porque ha habido un sesgo ideológico». Este revisionismo exalta la participación en Malvinas por sobre las condenas en crímenes de lesa humanidad y los levantamientos contra el orden democrático. Se homenajea como héroes a represores y carapintadas.
El despliegue político por parte de Villarruel del acontecimiento Malvinas parecía alcanzar un pico con la propuesta de realizar un desfile histórico el 2 de abril: una gran marcha militar desde el Congreso hacia la Plaza de Mayo. Pero luego de los pomposos anuncios de VV, desde el Poder Ejecutivo se le impuso el «no hay plata» y el desfile quedó postergado para el 9 de julio, fecha en la que las referencias histórico-políticas y militares serán otras y el liderazgo que lo capitalice también.
El revisionismo del gobierno actual exalta la participación en Malvinas por sobre las condenas en crímenes de lesa humanidad y los levantamientos contra el orden democrático. se homenajea como héroes a represores y carapintadas.»
Las verdaderas fuerzas del cielo
No solamente Villarruel teje con las fuerzas armadas; Bullrich y el sector mileísta poseen sus propias alianzas políticas con militares. El avance castrense no responde a la estrategia de un bloque orgánico y monolítico a la manera de un partido militar, más bien adopta la forma de un «militarismo civil» que tracciona a participar de la vida política. Para entender el mapa político de este activismo castrense, es necesario poner atención a las diferencias entre militares en actividad y retirados, a la competencia entre fuerzas (ejército, armada y fuerza aérea), a la clase militar (año de graduación), a las compañías de Malvinas. Son líneas que establecen afinidades, competencias y desconfianzas.
La Corporación América (CA), el enorme conglomerado de empresas del que Milei fue empleado durante muchos años, así como Posse y la mayor parte de las figuras de peso en el gobierno, tiene a través de su dueño Eduardo Eurnekian una especial conexión financiera, política y afectiva con las Islas Malvinas. La remodelación del cementerio de Darwin fue un episodio central en este vínculo: en 2004, Eurnekian donó mediante un acuerdo con la embajada británica un millón de dólares para la realización de la obra. También financió viajes de familiares a las islas. La ya mencionada diputada por LLA, Araujo, referente de uno de los principales espacios de familiares, es una figura bisagra entre Villarruel y «los América». Eurnekian, quien pidió ser enterrado en Malvinas, recibió la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico por su contribución a fomentar la relación entre el Reino Unido y la Argentina. El empresario difunde un discurso centrado en los valores de la paz y la reconciliación.
El eslabón clave entre la CA y el universo Malvinas es un altísimo empleado de Eurnekian: el excapitán de navío y también veterano de la guerra Roberto Curilovic, quien se desempeña como responsable de la seguridad aérea y gerente de Desarrollo de Negocios y Programas Internacionales de Aeropuertos Argentina 2000, la firma principal de la Corporación, cuyas operaciones requieren vínculos permanentes con las fuerzas armadas. La concesión de los aeropuertos, renovada hace dos años, se remonta a 1998, cuando Carlos Menem decretó la privatización del conjunto de aeropuertos que formaban parte del Sistema Nacional de Aeropuertos.
Por último, como se hizo público en la nota Militares en la AFI: el secreto, en la actual cúpula de la agencia que coordina el sistema de inteligencia nacional hay al menos dos militares retirados que estuvieron en Malvinas. Es el caso de Celestino Mosteirin, al mando de la Secretaría de Producción de Inteligencia Nacional. En 1982, con diecinueve años, fue subteniente y se desempeñó como segundo jefe de la Sección Apoyo, compañía B, del RI 12, con asiento en Mercedes, Corrientes. Fue cadete en la Promoción 113, denominada Islas Malvinas, porque iniciaron el Colegio Militar en 1979 y —como señala en su estudio sobre tácticas militares en Malvinas el investigador Germán Soprano— egresaron de apuro como subtenientes «en comisión» al comienzo de su cuarto año, por el inicio de la Guerra. A esa misma promoción pertenecían los ya mencionados Marcelo Llambías y Augusto Vilgré La Madrid. Por su parte, el contraalmirante retirado Oscar Patricio González, que dirige la subdirección de Doctrina de la AFI y es de la Promoción 106, estuvo en Malvinas integrando el Batallón de Artillería y Campaña. Como Llambías, recibió la medalla al Honor en Combate.
A 42 años de la guerra, la cuestión Malvinas adquiere una nueva centralidad política. Como recuerda el hit mundialista, «los pibes de Malvinas que jamás olvidaré» expresa una comunión patriótica transversal, muy potente y de gran vigencia. No sorprende entonces que sea una usina privilegiada de sentidos y disputas. Mientras quienes están en el poder hoy acumulan y disputan con estos materiales simbólicos, los sectores comprometidos con una democracia popular no logran intervenir en este aniversario para dotarlo de un sentido diferente. Este revival castrense, por otra parte, viene con nuevos ataques a los derechos de las mayorías, como sucedió durante la dictadura. La lucha material contra los planes de ajustes del gobierno de ultraderecha, la sensación de no poder atajar todos los penales, no debe inhabilitar nuestra participación en un debate clave por el sentido histórico de acontecimientos tan significativos como Malvinas.