Los discursos de odio de Milei amenazan la convivencia democrática

«Me encantaría meterle el último clavo al cajón kirchnerista, con Cristina adentro». Estas palabras ofrecen una imagen bastante precisa de la naturaleza del poder que gobierna hoy en la Argentina; es decir, de su escaso compromiso con las normas de la democracia.

El 10 de diciembre de 2023, al asumir su cargo, el presidente Javier Milei dijo que «el liberalismo es el respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión …». Pero esto, que planteaba como su guía de principios, nada tiene que ver con una actitud —por cierto, muy agresiva— que ha caracterizado sus discursos, que buscan menospreciar a las personas que piensan distinto a él. Así, se suele considerar al otro como un «animal» o un «excremento». Al decir de la psicoanalista Marie-Claude Defores, el odio es una fuerza deliberadamente desestructurante y deshumanizadora, la principal arma de la perversión.

Milei sostuvo en el Congreso de la Nación que los legisladores eran «ratas miserables que atentaron contra el país y contra su gente». Y llegó a decir, ratificando el concepto, que dicho ámbito era «un nido de ratas», degradando integralmente a todo el otro poder fundamental del Estado, como es el Poder Legislativo.

Ese discurso de odio, es un discurso pregenocida en una autopercepción de superioridad moral. En la historia de los genocidios, lo primero que se hace es considerar infrahumano o animalizar a los contrarios o tenerlos por excremento a descartar.

Milei ha manifestado, en general, que los políticos contrarios a sus caprichos, son «una mierda que la gente desprecia». El 28 de septiembre pasado, en un acto proselitista en Parque Lezama, refiriéndose a los periodistas que hacen comentarios que no le gustan, Milei los trató de «soretes y ensobrados», de excrementos sociales que reciben dinero para atacarlo. De esta manera arengó e incitó al público cuando algunos participantes empezaron a gritar «hijos de puta» contra los periodistas.

Ha afirmado, sin prueba concreta alguna, que todos los rectores son unos delincuentes o que protegen delincuentes que están robando el presupuesto universitario. También, en esa locura sin límites, el Gobierno, pretendió imputar al movimiento estudiantil de ser una organización terrorista.

Todo ello quita el peso de una discusión racional y, por el contrario, habilita cualquier hecho de asesinato o agresión, sin cargo de conciencia, ya que se mata a animales que se tienen por dañinos, sin remordimiento ¿Quién se sentiría mal por matar ratas? Tampoco, genera sentimiento de culpa eliminar desechos cloacales.

En el discurso de odio, a la peligrosidad de lo dicho, hay que sumar el juego de la muerte que de manera perversa implica esa lógica. Indudablemente, ello ha significado y significa una gran responsabilidad de instigación de supuestos justicieros, como los que atentaron con la expresidenta Cristina Fernández en 2022. Tal como surge claramente del juicio en el que se investiga el intento de asesinato en su contra ocurrido el 1º de septiembre de 2022.

Pero Milei, en una verdadera fiesta de borrachera de odio, dice que «le gustaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina Kirchner adentro». Se plantea matar como un acto de conveniencia para el antisistema anárquico que quiere instaurar. Ahora, en un verdadero contagio peligroso, el diputado José Luis Espert, ha dicho anteayer en La Nación+, que «él daría el clavo a Milei, para clavar el cajón mortuorio de Cristina Fernández».  Resulta macabro e inaceptable que se use la muerte como parte de la disputa política, no se discrepa con el otro, solo se busca callarlo o hacerlo desaparecer, de cualquier forma.

Tampoco respeta los mandatos de la religión judía, que dice apreciar, la que manda respetar a los difuntos y el duelo de sus allegados y se solaza insultado, sin límites ni pruebas, al exministro de Salud Ginés Gonzáles García, con motivo de su fallecimiento.

No se trata del político, que en el fragor de las discusiones se le escapa algún exceso, por el contrario, su postura la sostiene con una cadena de agravios de todo tipo, perfectamente premeditados, respecto de quienes considera sus enemigos y pone en situaciones de indignidad. Les dice, a los gritos y exaltado, entre muchos epítetos, injuriosos y calumniosos, «manga de delincuentes, ladrones, mentirosos», «difamadores», «esbirros», «manipuladores», «extorsionadores», «cómplices de los violentos», «degenerados fiscales», «culo sucio», «zurderío inmundo» y otros más. Generalizaciones en acusaciones injustas y alejadas de la realidad, que busca sacar del eje la verdadera discusión de las cuestiones. Además, ninguna de las calumnias, o sea el imputar delitos a otros, las formula con la pertinente denuncia penal, como corresponde, en su carácter de funcionario público. Todo en un verdadero aquelarre en el que reinan las mentiras seriales.

También, considera al Estado como una organización criminal y en una imagen inaceptable, por lo que implica de perspectiva contraria a la defensa de la minoridad, describió al Estado, como «un pedófilo con los nenes encadenados y bañados en vaselina».

Ha afirmado, sin prueba concreta alguna, que todos los rectores son unos delincuentes o que protegen delincuentes que están robando el presupuesto universitario. También, en esa locura sin límites, el Gobierno, inaceptablemente, pretendió imputar al movimiento estudiantil de ser una organización terrorista.

La convivencia democrática de esta manera está amenazada y esta situación merece una urgente y contundente respuesta legal y política.

Asimismo, maltrata siempre a quienes políticamente tienen posturas de izquierda y, fuera de sí, suele gritar «detesto a los comunistas: zurdos, hijos de puta tiemblen». Y, sin inmutarse, va y busca abrazar al papa Francisco, a quién había señalado como un «impresentable» y «comunista», que «representa al maligno en la tierra».

Si lo dicho es grave, también lo son los comentarios de quienes lo acompañan y alimentan políticamente cuando sostienen, como Mauricio Macri, que «la gente lo votó a Milei sabiendo que tenía una sicología especial, con un mandato destructivo y de confrontación… pero vale la autenticidad». O sea, le echa la culpa al pueblo por haberlo elegido a Milei y rescata sus excesos como propio de una persona auténtica. Aunque, queda en evidencia que algunos, como Macri, son cómplices que necesitan de ese desaforado, diciendo que es un loco lindo, para echar la culpa a él de los desatinos que dice y hace, sin sentirse culpables de ello y total, el día de mañana lo sacan; mientras tanto, lograron cosas que antes no habían podido conseguir.

El presidente se tiene que hacer cargo de las consecuencias civiles, penales y políticas que puedan tener sus actitudes y afirmaciones. Sus dichos insultantes implican diversos tipos penales como «incitación al odio, instigación al delito, incumplimiento de los deberes de funcionario público y violación de la ley de ética en la función pública». Pero, fundamentalmente, viola lo dispuesto por el artículo 36 de la Constitución Nacional, que ordena respetar la vigencia constitucional y considera «infames traidores de la patria» a quienes, usurparen funciones previstas para las autoridades de la Constitución. Objetivo este último, claramente asumido por Milei, al descalificar el accionar del Poder Legislativo, tomar ilegalmente funciones que no le competen y declarar que viene a destruir el Estado, cuya dinámica regula la Constitución. Un verdadero golpe de Estado a cielo abierto.

La convivencia democrática de esta manera está amenazada y esta situación merece una urgente y contundente respuesta legal y política. En tal sentido, ya existen iniciativas parlamentarias y de la sociedad civil que consideran la posibilidad de someter al presidente a juicio político.

Abogado constitucionalista cordobés, exjuez federal de Córdoba, especialista en Derecho de la Información y periodista de opinión.


MIRÁ TAMBIÉN

El ciclo de la tecnología: De su uso destructivo a la moderación y el bien común

POR JUAN CARLOS ROMERO LÓPEZ | Desde los albores de la civilización, la humanidad ha desarrollado tecnologías que han cambiado el rumbo de la historia. Sin embargo, estas innovaciones suelen atravesar un ciclo común: su uso inicial tiende a ser destructivo o descontrolado, pero, con el tiempo, se moderan y encuentran aplicaciones más constructivas. Este fenómeno se repite una y otra vez, y resulta fundamental entenderlo para poder aprovechar la tecnología en beneficio de la sociedad y evitar los riesgos que trae consigo.


Lavender, Wannsee y la banalidad del mal

PABLO DÁVILA AGUILAR | Israel hoy es un Estado que le debe su ontología política a la geopolítica. Si esas condiciones de geopolítica cambian, no hay futuro posible para ese Estado. En un gesto de lucidez extrema, el Estado de Israel quiere garantizar su propio futuro destruyendo el futuro del pueblo palestino.


Jill Stein: «Tenemos la mejor democracia que el dinero puede comprar»

El pasado 4 de setiembre Jorge Majfud conversó con Jill Stein, la candidata presidencial de EE. UU. por el Partido Verde, en el auditorio Terry Concert Hall de la Jacsonville University. Los ejes de la política local, el sistema bipartidista, inmigración, economía, armas, política exterior y el alineamiento con Israel, además de las relaciones con América Latina fueron, entre otros, los tópicas de este diálogo que se transcribe completo aquí.


Un gobierno fake en Argentina: miente, miente… que algo queda

POR ARAM AHARONIAN | En épocas de la posverdad, las noticias falsas, las historias mendaces y las mentiras expresadas deliberadamente forman parte de la política mundial cotidiana y se ha convertido en una característica sustancial de la cultura hegemónica actual, que poca importancia le otorga a la verdad frente a las narrativas convincentes y reafirmantes de las propias subjetividades e intereses.

También te podría gustar...

Deja un comentario