La gran estafa de las criptomonedas
«Crypto es básicamente un esquema piramidal, con los primeros inversores arrojando sus tokens cuando el precio aumenta» dice Jonathan Taplin en su libro El fin de la realidad ¿Cuánto hay de cierto en esta afirmación? Los acontecimientos de los últimos días parecen darle la razón.

La sociedad argentina está aún sacudida por el uso indebido de un intangible llamado criptomoneda, que posibilitó que el dinero invertido por un número aún indeterminado de personas en una entelequia piramidal bautizada como $Libra se esfumara en pocas horas con destino desconocido.
Estafas de estas características se repiten aquí y en el resto del planeta con demasiada frecuencia. El mecanismo es siempre el mismo: a) una persona con mucha visibilidad y exposición pública (influencer, creo que le dicen) recomienda una criptomoneda que generalmente carece de un valor inicial alto; b) la criptomoneda publicitada recibe inversiones que suben su valor en forma exponencial; c) los tenedores de la mayoría de esos «valores» venden, hacen caer su valor y originan el pánico y la corrida del resto, que intenta vender su parte a cualquier precio; d) la criptomoneda pierde su valor y los tenedores que originaron su caída se quedan con la diferencia ¿Sencillo no? ¿Fácil de comprender? Sin embargo, los estafadores tecnocráticos siguen cosechando pingues ganancias de sus éxitos delictivos.
El mundo crypto surge como consecuencia directa de la globalización tecnocrática, fase superior de la globalización financiera que consolida el predominio de los multibillonarios tecnocráticos.»
Para comprender un poco más el porqué de esta repitencia, quizás debamos mirar con más atención un ámbito de características culturales propias. Una tribu a la que llamamos «mundo crypto» y con la que nos relacionamos con algo de temor y mucho de ignorancia.
El mundo crypto está integrado sustantivamente por cientos de miles de jóvenes en todo el planeta, incorporados al ámbito laboral en aquellas actividades tradicionalmente conocidas como las «industria del software». Su actividad ha logrado alcanzar un importante reconocimiento social como símbolo de progreso social, sustentado por los conocimientos que se utilizan para desarrollar las tareas, que no son suficientemente comprendidos por muchos como para poder criticar sus consecuencias no deseadas, que existen y son muchas. En países como la Argentina, se le suma el hecho de representar una salida laboral de ingresos relativamente significativos que pueden pagarse en dólares, euros u otras prestigiosas monedas. También en criptomomonedas.
Casi como una continuación natural de la etapa adolescente, tan inmersa en las fantasías que proponen los videojuegos, los ciudadanos del mundo crypto han crecido en un ámbito caracterizado por la desterritorialidad, la inestabilidad del empleo y la precariedad de las condiciones y medio ambiente laboral. Básicamente, representan una cultura del trabajo signada por la soledad del individuo en la negociación/relación con el eventual y siempre cambiante empleador.
La globalización tecnocrática ha creado un poderoso mundo supranacional carente de otras reglas que las que imponen los jinetes del apocalipsis tecnocrático.»
La aparición en el mundo político de un influencer como Javier Milei conmovió profundamente a muchos ciudadanos del mundo crypto. Su imagen de disruptor anarco-capitalista que proclamaba la supremacía del individualismo sobre la justicia social y consideraba al Estado como una organización criminal que había que destruir, cautivó a muchos que creyeron en él. Al punto de apostar su dinero a la criptomoneda que el influencer recomendaba, desechando la posibilidad de la estafa que terminó siendo y desoyendo las advertencias que el mundo crypto había establecido para ese tipo de maniobras. El influencer los trajo a la realidad con la crudeza del que ya no los necesita: «Si vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo?».
El mundo crypto surge como consecuencia directa de la globalización tecnocrática, fase superior de la globalización financiera que consolida el predominio de los multibillonarios tecnocráticos como Mark Zuckerberg y Elon Musk, que ya han conquistado suficiente poder como para intervenir al gobierno del país más poderoso del mundo y diezmar la administración del Estado norteamericano con el pretexto de reducir sus costos de gestión.
La globalización tecnocrática ha creado un poderoso mundo supranacional carente de otras reglas que las que imponen los jinetes del apocalipsis tecnocrático. Un mundo que posibilita la creación de falsas identidades y los ejércitos de troles ocultos detrás de centenares de avatares con nombre disparatados e insultos y degradaciones ocultos tras avatares que los anonimizan. Que permite que las fake news transiten anónimamente por las redes a pesar que la tecnología blockchain posibilitaría establecer su trazado y determinar su origen. Un mundo que ha posibilitado la creación de las criptomonedas y sus estafas concurrentes.
JORGE ZACCAGNINI
Presidente de Infoworkers, asociación civil sin fines de lucro que vincula a las personas que utilizan las TIC para la producción de bienes o servicios. También busca incorporar a la sociedad del conocimiento a todos los que han quedado excluidos de ésta o corren riesgo de estarlo.
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