Madurez social y mente abierta para mirar a todos lados
«La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve»
Martin Luther King
Como dicen dos populares refranes: «El tango se baila de a dos» y otro que en su original sentido español y cervantino dice «Dos no riñen, si uno no quiere». Colocados en cierto valor actual y político nos muestran que es incorrecto mirar para un solo lado cuando se habla de contextos simbólicos que permiten acciones violentas.
Pero es mucho más incorrecto afirmar que esos contextos están ausentes a la hora de buscar antecedentes de la violencia de ciertos hechos. Y esos antecedentes no son ajenos a opiniones políticas y a verbalizaciones, visualizaciones e incluso ilustraciones, expresadas en el cosmos audiovisual.
Entonces, no se trata de prohibir opiniones, ni censurar ni limitar las libertades necesarias para la expresión, la difusión de opiniones e ideas y el absoluto derecho de los medios a publicar en sus parámetros periodísticos lo que considera parte de su bagaje editorial e informativo.
Pero de la misma manera, que esa libertad es inmodificable, políticos y medios, deben asumir la responsabilidad de construcción de contextos que giran en torno a la descalificación, las mentiras, la violencia personal y política y la animadversión permanente. Y eso, ciencia mediante y experiencia histórica verificada, impulsa procederes con palpables conductas «físicamente violentas».
No siempre existe esta causalidad, pero existe.
Hoy hablamos del atentado contra la vicepresidenta y eso hace que se torne relevante lo que tiene que ver con ella y la forma en que se la trató durante años por parte de integrantes del sistema infocomunicacional y de espacios opositores a ella.
Negar el desarrollo in crescendo de presencias mediáticas que forman relatos culturales y amparan falsedades (aunque no siempre las falsedades componen este insumo, puede haber cierta veracidad informativa que se brinda en formas de incorrección profesional) colisiona con la historia y esa cierta y real relación entre cimentación de narrativas con malversación informativa y alguna consecuencia negativa para el sujeto que es parte de ese tratamiento.
Y soy claro, la reiteración y abuso en cierta deshumanización de sujetos de crítica, que puede finalizar en agresiones hacia ellos, es algo que al menos merece debatirse en una sociedad.
Hoy es Cristina, mañana y casi en espejo alguien puede tomar lo dicho durante años y años, desde el engolamiento de una voz oriental, adjudicando todos los males del mundo al más importante y reconocido hombre de medios en Argentina y actuar en consecuencia, creyendo que ante tamaños satanismos adjudicados, su rol vindicativo es sacro.
Así como hoy alguien creyó que una Bersa era la respuesta a «tantos males» concedidos a la vicepresidenta, mañana puede ser cualquiera. Todos debemos preocuparnos y no está mal el intento de buscar cauces regulatorios, no censurantes, que mejoren el tema.
Recordemos la importancia del contexto informativo previo al golpe uriburista de 1930 que derrocó al presidente constitucional Hipólito Irigoyen. El cotidiano ataque del diario Crítica (casi novecientas mil ventas diarias en una Argentina de 12.800.000 de habitantes es el equivalente a que un periódico hoy venda más de 3.300.000 de ejemplares por día) fue sedimentando bases para la concreción de ese hecho delictivo. No es que fuera el pregonar del medio único en validar el golpe, pero sí y sin dudas, una de las partes claves para el desenlace de esa historia.
Cuando se habla de nazismo (y no comparamos en absoluto dimensiones humanas sino el rol de la extensión de admisiones culturales a lo largo del tiempo) siempre se menciona que el antisemitismo fue la base del Holocausto y que eso se construyó durante añares con el interesado relato de odio y prejuicio contra los judíos. No aparecen en 1933, sino que en Europa y desde antiguo se divulgaron creencias y falsedades sobre la participación judía en la muerte de Jesús y otras afirmaciones discriminatorias que fueron proponiendo y logrando la aceptación de que los judíos eran una suerte de intrusos en las sociedades. El libelo simulado y antisemita Los protocolos de los Sabios de Sion con su carga de mentiras y odios fue en el siglo 19 un enorme impulsor de la estigmatización de los judíos.
Cuando se habla del golpe militar de junio de 1966 es imposible no remitirse al papel jugado en esa ocasión por medios de difusión que abusaban de sus cargas hirientes y descalificatorias para con el presidente Ilia. El ejemplo más notorio fue el del semanario Primera Plana, revista fundada por Jacobo Timerman, quien en ese tiempo ya dirigía la revista Confirmado, igual de agraviante en sus formas para con el gobierno.
Otros fueron los diarios El Mundo y Crónica y la revista Todo de Bernardo Neustadt que también sumó lo suyo al desprestigio del presidente Umberto Illia.
Todas estas expresiones gráficas contaban con fuerte influencia en el «círculo rojo» de ese tiempo y con masividad popular (Primera Plana llegó a ser la revista de noticias de mayor circulación no sólo en la Argentina sino también en Sudamérica). Eso les permitía introducir velozmente sus conceptos travestidos como noticias en el tejido social y esos temas ganaban rápidamente el sentido común de la calle.
Tal fue la desmedida presencia de esos medios que hasta un connotado radical como Carlos Alconada Aramburú (ministro de Justicia en esa fecha) denunció penalmente a Primera Plano y Confirmado bajo la acusación de participar en la «creación de un clima psicológico propicio» para un derrocamiento militar de un gobierno electo.
Y, para la culminación del reconocimiento de lo nocivo que el «poder mediático» jugó en esos días, periodistas, directores y jefes de redacción de Confirmado y Primera Plana realizaron treinta años después una fuerte autocrítica sobre su participación en esa deslegitimadora forma de hacer periodismo.
Estos ejemplos de la historia, salvando distancias, hablan de la importancia de esas relaciones que se forjan entre medios y público. Y aclaro que cuando menciono medios, lo hago con la cabeza bien abierta y los ojos atentos mirando para todos lados.
Y reitero, no siempre se dan condiciones de causalidad. El mensaje político de los medios «puede tomarse o rechazarse» (Escuela de Birmingham dixit) pero que sedimenta valores en mucha gente, es innegable.
En definitiva, hagamos una apuesta de madurez social ante la violencia, los odios y sus manifestaciones concretas que ponen en riesgo personas, bienes y culturas.
Hoy es Cristina, pero recordemos… «No preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti», Ernest Hemingway.