Argentina: un arriba nervioso y un abajo que ya se mueve

La aplicación del dogma neoliberal-libertario provocó que en cien días Argentina se hundiera en su peor crisis en más de dos décadas, gracias a un gobierno que pulverizó intencionalmente el poder adquisitivo tanto de los trabajadores como de micro, pequeños y medianos empresarios.

Foto: Towfiqu barbhuiya | Unsplash

Su estrategia de combate a la inflación consiste en licuar los ingresos; es decir, en hacer que los precios dejen de subir simplemente porque ya nadie puede comprar nada. En apenas un mes la pobreza saltó de 49.5 a 57.4 % de la población, y la Unicef estima que 70 % de los menores de edad podrían encontrarse en esta condición. De diciembre de 2023 a enero de este año, las jubilaciones y pensiones sufrieron una merma de 38 %, mientras los salarios públicos tuvieron una caída de 27 % y se paralizó 86 % de la obra pública.

Además, los precios del transporte, la electricidad, la vivienda y los servicios médicos prepagos se dispararon más del 100 % debido al fin de las regulaciones que protegían a los ciudadanos de la voracidad corporativa. Y para que la ciudadanía pudiera informarse sólo sus trolls y los medios amigos, decidió aniquilar todas las empresas de comunicación pública: agencia de noticias, televisora, instituto de cinematografía…

Las medidas implementadas buscan la concreción de un modelo dependiente de los requerimientos externos que asegure el pago de la deuda. Con Milei, Argentina se convirtió en un campo de batalla crucial para imponer la hegemonía mundial estadounidense.

Milei habló ante un grupo de empresarios reunidos en el Foro de Empresarios de las Américas, donde se vanaglorió de haber aplicado «el ajuste más grande en la historia de la humanidad» y anunció con un gesto de satisfacción que iba a despedir a setenta mil trabajadores del Estado. Moraleja: los empresarios aplaudieron el plan que los perjudica.

Hasta el Fondo Monetario Internacional le viene advirtiendo a Milei sobre el peligro que puede tener un ajuste que genere una combinación de rechazo social, ausencia de sustentabilidad política y carencia de consistencias en sus propios fundamentos económicos, un verdadero cóctel explosivo con final de estallido social.

Rodrigo Valdés, director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI participó en el mismo foro empresarial que Milei, donde señaló que es necesario apoyar a los segmentos más vulnerables de la población, «para que el ajuste no recaiga en los trabajadores y los sectores productivos» y enfatizó en que es preciso «mejorar la calidad del ajuste fiscal, no la cantidad». Insistió en que «se requerirán políticas efectivas y de calidad que puedan sostenerse en el tiempo».

Tras la visita del jefe de la CIA, William Burns, quien alertó al gobierno que «con China nada, pero nada de nada» y, como lo hicieran sus antecesores medio siglo atrás, apoyó la participación de militares en seguridad interior.

Enseguida, Milei se lanzó a atacar a los presidentes progresistas de la región —despotricó e insultó a Andrés Manuel López Obrador (México) y Gustavo Petro (Colombia)—, y acogió en la embajada en Caracas a ocho opositores reclamados por la justicia por actos de sabotaje y tentativa de magnicidio, en claro intento de desarticular cualquier paso hacia la integración regional.

El embajador estadounidense Marc Stanley ya había dejado claro el 30 de agosto de 2022 en la Cena Anual del Centro de Estudios Americanos en la Argentina (CEA), el camino que debía transitar el país, un modelo simple y lineal: que la Argentina toda se aboque a producir energía y alimentos para exportar y que, con esos ingresos, pague la deuda e importe lo demás.

«La Argentina puede abastecer de energía al mundo y alimentarlo para poder ayudar a recuperar y hacer crecer a su propia economía (…) El yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén tiene un potencial para atraer inversiones adicionales desde los Estados Unidos, generar más exportaciones para la Argentina, estabilizar su economía, y proveer aliados alrededor del mundo con muchas más fuentes de energía que tanto se necesitan», señaló

Más allá de su dependencia de los dictados de Washington, Milei está empeñado en aislar a la Argentina del mundo: se indispuso con seis de las economías más importantes de América Latina. Y cuando todo el mundo, incluyendo los gobiernos europeos, le pide al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que pare el genocidio de palestinos en la franja de Gaza, Milei es el único que justifica la matanza masiva de población civil más cruel de este milenio.

La estructura de su discurso busca generalizar y demonizar para destruir cualquier herramienta que implique solidaridad y unión y, al mismo tiempo, legitimar los privilegios de las elites, porque son los «héroes de esta historia» como dice Milei.

Anatomía de un gobierno nervioso

Milei es un síntoma de la crisis de representación que afecta a todo el sistema político. Solo una desafección con la política tradicional de tamaña magnitud puede explicar que el gobierno conserve un sustento (menor a cualquier gobierno anterior), pero aún considerable.

La última semana el mileinato despidió a miles de trabajadores públicos y anunció que va a pagar las míseras jubilaciones en dos cuotas. Todo esto se suma a un ajuste que no da tregua hace meses y ya llegan nuevos tarifazos, que podrían llegar al 700 %.

Milei al final encontró a la oposición en la gran marcha del 24 de marzo del Nunca Más una dictadura y en recuerdo a los treinta mil desaparecidos. Pero la inmensa movilización dejó claro, nuevamente, que sólo hacer grandes actos no es ganar la calle.

El repliegue al silencio de gran parte de los argentinos, que comenzó ya durante el gobierno de Cristina Kirchner con la fuerte ofensiva de los medios opositores, fue el verdadero «ganar la calle», pero de la derecha, señala Luis Bruschtein. En la medida que el discurso de la derecha deje de ser el único que se escuche en la calle, la política responderá o cambiará, concluye.

El gobierno recibió el impacto de la demostración de fuerza del 24, consciente de que tanto legisladores como los gobernadores —con quienes tiene que negociar sus políticas de ajuste— tomaron nota de ese dato. Hubo más de un millón de personas movilizadas en las distintas ciudades del país.

Y a Milei se lo ve nervioso, tratando de olvidar las «infidelidades» de la vicepresidenta Victoria Villarruel y del presidente de Diputados Martín Menem (en la línea sucesoria presidencial). También el 42º aniversario por la Guerra de Malvinas los separa.

Milei no quiere compartir protagonismo con su vice —menos después de que lo haya bautizado «jamoncito» (por estar entre ella y la poderosa Karina, hermana del presidente y secretaria de la Presidencia)—, pero tampoco quiere que sus desencuentros expongan aún más los cortocircuitos en el gobierno. Milei no oculta su admiración por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, mientras que Villarruel presume su perfil nacionalista y ser hija de un excombatiente.

A ello se le sumó su malestar con el ministro de Economía Luis Caputo, porque la inflación no baja como él quisiera, porque no están los dólares del FMI que había prometido el ministro, y porque además comienza a exigirle que ordene el caos social del ajuste. Su frustración se hizo patente en ese llamado desesperado a que la gente saque «los dólares del colchón». Obviamente, confunde pueblo con empresarios.

Su nerviosismo aumentó porque su propuesta de elevar los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte Suprema de Justicia no recibe el apoyo que él exigía. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, actuales miembros de la Corte, calificaron de «inaceptables» las postulaciones.

Hasta la Cámara de Comercio argentino-estadounidense y el coloquio empresario de IDEA levantaron la voz, alertando sobre la debilidad política: si fracasa en lograr «gobernabilidad» en el Congreso, necesita una Corte que, de mínima, no le ponga palos en la rueda, o sea no le rechaza el decreto de necesidad y urgencia, lo que hoy no tiene garantizado, pese a sus presiones y promesas.

Foto del avatar

Aram Aharonian

Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (https://estrategia.la) donde publicó originalmente esta nota.

También te podría gustar...

Deja un comentario