La economía popular es una opción legítima para un desarrollo con inclusión
En el marco del ciclo de conversaciones sobre la coyuntura política del Instituto de Análisis Político que preside Amado Boudou —y que integran, entre otros, Horacio González, Edgardo Mocca y Ricardo Aronskind—, el titular del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), Alexandre Roig, analizó el estado actual del debate acerca de la economía popular.
Alexandre Roig (44), de origen francés con nacionalidad argentina, es doctor en Sociología Económica del Desarrollo (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia). También es militante del Movimiento Evita y promotor de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Antes de su designación al frente del Inaes se desempeñó como asesor de la Secretaría de Economía Social que conduce Emilio Pérsico en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Desde allí llevó adelante la creación del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep).
Roig comenzó su exposición diciendo que la economía popular es un tema que genera una incomodidad porque es el síntoma de una sociedad que ya no es. «Nos cuesta asumir ese proceso y cuando hablamos de la economía popular se nos dice que el discurso de la economía popular es asumir una derrota. A mí me gusta pensarlo de otro modo».
Para Roig, el punto de partida para entender la economía popular es un principio de realidad: la transformación del capitalismo a escala global que tiene que ver con la financierización del sistema capitalista y las transformaciones tecnológicas, cambios que están estallando una sociedad que podíamos ordenar y pensar políticamente en términos dialécticos desde la idea de dos partes que se tensionan, dos partes homogéneas, el capital y el trabajo, que ahora son heterogéneas y que modifica el enfoque de cómo organizar los conflictos que antes garantizaba cierto progreso a la clase trabajadora.