Festejando la condena y preparando otras
El despliegue editorial de Clarín, La Nación e Infobae por la condena a Cristina Kirchner tuvo durante junio picos de euforia unánime, atenuada apenas por las condiciones de la prisión domiciliaria, que quieren más severas, pero a la vez tomada como estímulo para empezar a mover el dispositivo hacia nuevas acciones judiciales contra la expresidenta, algunas ya con fecha puesta.
El 17 de junio, Pagni escribió en La Nación que la guerra que Israel desató contra Irán creó «el momento ideal» para ponerle fecha al juicio oral por el frustrado memorándum con Teherán. Roa, en Clarín, comunicó el 29 que el tribunal así lo hará: lo anunciará antes del 18 de julio, día del aniversario del atentado a la AMIA.
La Nación recurrió a Leonardo Fariña para decir que la causa por los llamados «cuadernos» será «mucho más grande». Van der Kooy tecleó en Clarín que la condena actuó como prenda de unidad entre los cortesanos supremos y que es el prólogo de «otras novedades sonoras que pueden llegar».
El grupo de tareas judiciales de Clarín, mano de obra muy bien ocupada, va moviendo novedades semana a semana, por una causa u otra, y por todas a la vez. El redactor Vaca, que puso su nombre al anuncio de septiembre de 2022, La bala que no salió. El fallo que si saldrá, subió la apuesta: saldrán más fallos. Al fin no tan corajudo, quiso esconder la mano escribiendo que fallo no equivale a culpabilidad.
La celebración en coro por tan esperada condena, que se expresó en decenas de notas de igual tono y contenido, fue acompañada por los festejos oficialistas y de los partidos unidos en el odio al peronismo, al kirchnerismo y en particular a Cristina. Se anotaron macristas, autodenominados radicales y los republicanistas de Carrió, quien obtuvo lindos espacios mediáticos para que declamara compasión con quien es objeto de su ira fuera de control.
Las y los columnistas pusieron grandes esperanzas en que saliera esposada de Comodoro Py, reclamaron la tobillera para una de las personas más vigiladas del país, pidieron la prohibición del balcón e imploraron —Clarín, 15 de junio— que pasara «al menos una noche en la alcaldía». Cuando, como escribió Bonelli, el tribunal resolvió notificarla en su casa por orden del régimen de Milei, pasaron a festejar que se le hubiera impedido «un 17 de octubre».
Este gran paso del dispositivo de poder que condenó y, se anuncia, seguirá condenando a Cristina Kirchner, y del cual los medios dominantes son una pieza central, no alcanzó para evitarles un regusto amargo porque ella no les ofreció una imagen de abatimiento.
Morales Solá redujo la marcha a la Plaza de Mayo a un «exiguo griterío». Sirven dijo que ella hace «monerías». Liotti que hay «teatralidad de balcón». Abascal, igual que animadores de TV entre quienes no podía faltar la videlista Mirtha Legrand, protestó por la «euforia balconera». Roa: ella «empieza a cansar». Kirschbaum: ella «provoca a la justicia». E Infobae, con cuatro títulos simultáneos el 19 de junio: A la Plaza fueron 48 mil personas; costo de la limpieza de la Plaza; el mileísmo relativizó la marcha; crítica al envío de un mensaje.
Pagni, entre los columnistas que presumen de pensadores no exaltados y nutridos de inteligencia —a diferencia de varios de sus compañeros/as— perdió la compostura y tachó a Kicillof de «manifestante más destacado y problemático» de la marcha a Plaza de Mayo, en la que Máximo Kirchner, se burló, «oficiaba de DJ».
Desde ya, la condena desató una batería también coordinada de diagnósticos de fin de época: se acabó el kirchnerismo y, por qué no, el peronismo, si soñar no cuesta nada. Declinación sin remedio (Morales Solá), el kirchnerismo se termina (Bonelli), y ya se terminó (Laborda), y fin de ciclo (Schmidt), y el PJ tendrá ahora otro líder (Guyot), y el peronismo quedó ahora en «orfandad» (Kirschbaum).
Sueños renovados, sí, pero muy antiguos. Clarín recuperó el deseo oligarca del voto calificado, al expresar que la condena a quien obtuvo 54 % de los votos sirve para pensar en «el vínculo entre las grandes mayorías y las conductas éticas y morales de los dirigentes políticos» (Van der Kooy, 11/6). También en Clarín, Vaca se relamió con un peronismo «como el de Córdoba», que es casi lo mismo que decir un antiperonismo.
La euforia compartida por la resolución judicial sirvió durante junio para dejar en segundo plano el distanciamiento parcial de Clarín con el régimen de Milei, dada la disputa por los negocios y negociados en el oscurísimo universo de las telecomunicaciones. No obstante, se mantiene la tónica anterior, con respaldo al modelo económico y no tanto a quien ocupa la presidencia.
Por ejemplo, los índices económicos claramente favorables al oficialismo, como los de la inflación, adquieren gran visiblidad en la tapas y primeras pantallas. En cambio, el aumento de la desocupación queda en páginas perdidas, casi invisible, igual que el cierre de empresas y comercios. Pero eso sí: cuando habla JP Morgan va a la tapa, porque la carroña bancaria y financiera internacional está por encima de todo.
Hugo Muleiro
Periodista y escritor
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