Publicar o vivir, el riesgo de ser periodista en México

¿Vale la pena morir por una noticia? A este dilema se enfrentan a diario los y las periodistas de México, el país en el que a más profesionales de la prensa asesinan. Paulina Ríos y Mariana Morales se encuentran en Barcelona en un programa de protección porque se han visto amenazadas durante el ejercicio de su profesión. Denuncian que los crímenes se producen con facilidad y con impunidad: «En México cualquiera se da el gusto de matar»
Mariana y Pau no contemplan un futuro fuera del periodismo, sino formando parte de nuevas estrategias a favor de la libertad de prensa.

En el momento de la entrevista a Paulina Ríos y a Mariana Morales, siete periodistas habían sido asesinados en su país en lo que va de año (dos meses y medio), la misma cifra que en el conjunto de 2021, según datos de Reporteros Sin Fronteras (RSF), que ese año contabilizó un total de 47 asesinatos en todo el mundo. Entre el 2000 y el 2021, 145 profesionales de la comunicación han sido asesinados en México, según datos de la organización en defensa de la libertad de expresión Artículo 19.

Paulina Ríos, más conocida como Pau Ríos, es periodista desde hace más de treinta años en Oaxaca, uno de los cinco estados con mayor índice de violencia de México, pero nunca hasta ahora había visto niveles tan altos de agresiones a periodistas y a defensores del territorio, unos ataques que a menudo están asociados al crimen organizado y al narcotráfico.

¿Cómo se puede trabajar en el país en el que matan a más periodistas del mundo? «Con mucho miedo», asegura Pau. «Con temor a que cuando salgas a la calle en cualquier momento cualquiera al que no le haya gustado algo que has publicado, te puede matar. Cada día es más difícil. Hay compañeras que me han dicho «ya no quiero publicar», y se preguntan si vale la pena perder la vida por publicar una nota».

La veterana periodista recuerda que, cuando sus cinco hijos eran pequeños, trabajaba para varios medios y fue todo un «sacrificio» no dedicarles el tiempo que merecían y volcarse en las publicaciones. Eso, más la precariedad laboral, el riesgo que conlleva ser periodista y los altos índices de impunidad ante los asesinatos, es totalmente «desmotivador»: «En México cualquiera se da el gusto de matar».

«¿Dónde está la sociedad cuando matan a un periodista?»

Ante los ataques a la prensa, el sector no ha encontrado respaldo de la sociedad, cuando precisamente la prensa se pone en riesgo en numerosas ocasiones para denunciar atropellos cometidos a la población civil. Por ello, Pau se pregunta: «¿Dónde está la sociedad cuando matan a un periodista? Cuando se necesita que la sociedad alce la voz con nosotras, nos dejan solas».

«Hay compañeras que me han dicho ‘ya no quiero publicar’, y se preguntan si vale la pena perder la vida por publicar una nota»

«A mí me desespera, me frustra y me da tristeza ver que la gente paga cifras estratosféricas por ver a un artista y les apoyan, pero no hacen lo mismo con los y las periodistas, porque no se dan cuenta de la labor que hacemos. Para la ciudadanía en general, es muy fácil estar más o menos informada con las nuevas tecnologías y creen que cualquiera puede informar, pero no saben lo que hay que hacer para dar una buena información. Cuando un ciudadano sube una nota, no saben si está bien tratada, si confirmó, si verificó datos, no saben qué hay más allá. Es un poco desesperante porque yo he dejado a mi familia muchas veces por ir a trabajar y ahora matan y matan y matan, y dices: «¿Qué hemos hecho mal para que la sociedad no nos vea y no nos defienda?» Yo estoy en esa crisis».

«Trabajar con el dolor ajeno es agotador»

Mariana Morales, con diez años de oficio a sus espaldas en el estado de Chiapas, asiente a las palabras de su compañera y lamenta que se haya «normalizado» la violencia en México: «La gente se ha acostumbrado a vivir en fuego cruzado, y los gobiernos municipales solo se han dedicado a contar el número de agresiones, no a investigar quién está dando las armas».

«Es un desgaste emocional para nosotras. Traspasa el cuerpo, el corazón, la mente y el espíritu. Hay un cansancio porque el periodista vigila al poder, cuida a las fuentes y denuncia injusticias, nosotras vamos a denunciar y denunciar, pero se nos olvida preguntarnos a nosotras cómo estamos. ¿Quién cuida a las que cuidan? Tenemos que empezar a darnos cuenta, como mujeres y como periodistas, de que trabajar con el dolor ajeno también cansa, es agotador. Se pone en primer plano el trabajo informativo, y queda atrás que somos personas, cuando a veces nos exponemos a todo tipo de riesgos».

«¿Quién cuida a las que cuidan? Tenemos que empezar a darnos cuenta, como mujeres y como periodistas, de que trabajar con el dolor ajeno también cansa, es agotador»

Ser periodista y mujer supone vivir situaciones machistas dentro y fuera de las redacciones. «El trato es diferente ante una periodista, influye la edad y el estado civil. Creo que sí hay más vulnerabilidad y mucha impunidad», admite Mariana. Tal y como alerta la Organización de Comunicación e Información de la Mujer (Cimac), durante la gestión del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, entre el 1º de diciembre de 2018 y el 31 de julio de 2021, se produjeron 585 ataques contra mujeres periodistas. Además, el 43 % de las profesionales mexicanas ha sufrido acoso sexual.

Las dos periodistas de dos generaciones diferentes constatan que ha habido avances en cuestión de feminismo en pocas décadas, ya que cuando Pau empezó, muy difícilmente las dejaban cubrir temas de política, como si ellas solo pudieran escribir sobre prensa rosa, y los artículos con perspectiva de género eran inexistentes. «Había compañeros reporteros que decían «señora, váyase a su casa»», recuerda Pau. Mariana agradece la labor de sus predecesoras en favor de la igualdad, pero todavía hoy vive comentarios machistas por parte de redactores, funcionarios y políticos del tipo «quédese en casa».

Las dos comunicadoras indican que no necesariamente se cometen asesinatos tras haber publicado artículos polémicos o que hayan hecho caer a personas poderosas, sino que a veces se trata de temas más cotidianos. «Han asesinado a gente que no estaba amenazada, a quien no pensábamos que le pudiera ocurrir. No sabes en qué momento te puede tocar. Estás en riesgo solo con escribir algo que atenta contra los intereses de alguien. A veces, es como un cacicazgo regional», resume Pau.

Ejemplifican que, en ocasiones, cuando van a buscar información pública, los funcionarios les preguntan más de lo habitual sobre dónde trabajan y qué objetivos tienen, llegando incluso a sentirse vigiladas e investigadas. Otras veces hay propuestas de entrevistas por parte de círculos económicos en las que, cuando la periodista va al lugar del encuentro, está rodeada de hombres armados y, cuando finaliza su labor, estos le encargan que salga bien el texto. Se trata de comentarios que podrían parecer sutiles, pero no inofensivos. «Es una tensión terrible. No puedes vivir así», lamenta Pau.

En una campaña electoral, un candidato le dijo: «Vamos a ser amigos, Pau, recuerda que voy a ser el gobernador, y tú no puedes seguir así». Eso ocurrió de forma intimidatoria y sin testigos. A Pau le cogió por sorpresa: «Y en ese momento, ¿qué haces? Te sientes como amenazada». Su compañera Mariana aboga por visibilizar y no minimizar estas situaciones.

Enumeran más casos, como golpear a fotógrafos y dañar el material, quitarle a un periodista las llaves de la moto, o cubrir manifestaciones en las que los integrantes llevan pistolas. Pau y Mariana se niegan a considerar este tipo de actuaciones como «gajes del oficio», que es lo que a menudo escuchan.

“Tenemos que encontrar una manera de seguir denunciando sin que nos maten»
Disparos en plena calle

Los periodistas asesinados en lo que va de año en México son: José Luis Gamboa Arenas, Margarito Martínez Esquivel, Lourdes Maldonado López, Roberto Toledo, Herber López Vásquez, Juan Carlos «Choche» Camero Zazueta y Juan Carlos Múñiz Hernández. Este tipo de crímenes suelen producirse por armas de fuego en plena calle al salir del trabajo o de casa, y aunque la corrupción dificulta las investigaciones policiales y judiciales, desde la prensa se apunta a una simbiosis entre narcos y funcionarios.

Con el fin de evitar el asesinato de periodistas, redes de profesionales han optado por firmar artículos de forma conjunta para que la responsabilidad no recaiga en una sola persona y sea compartida, una fórmula que ha utilizado Mariana y con la que se siente apoyada.

A pesar de las dificultades, Pau y Mariana no contemplan un futuro fuera del periodismo, sino formando parte de nuevas estrategias a favor de la libertad de prensa: «Tenemos que encontrar una manera de seguir denunciando sin que nos maten”, asevera Pau. “Tenemos que exigir a las autoridades que hagan su trabajo, que haya justicia, porque no podemos callar, no podemos ser apáticos ante lo que le sucede a la sociedad».

También Mariana cree que hay que buscar la manera de «blindar» a la prensa para que cesen los asesinatos. Afirma que el nuevo mecanismo de protección federal del Gobierno simula proteger a los periodistas, pero no es efectivo: «No sirve; si no, no nos matarían». A su juicio, reconectar a la sociedad con los periodistas tiene que ver con la forma de ejercer el periodismo y con los temas a tratar, como ya abordan algunos foros de diversos países americanos. «Creo que es por ahí, hay que reflexionar sobre ello, y hay mucho trabajo por hacer. En mi caso, yo he estado pensando en cómo hacer un periodismo más comunitario para tener un acercamiento con la sociedad, con la gente».

Mariana se contagia de la energía de sus compañeras: «Conozco a colegas que han recibido amenazas muy fuertes y siguen. A pesar de la situación que se está viviendo en el país, de total impunidad, siguen haciendo periodismo, contando historias de derechos humanos, documentando la búsqueda de las madres que buscan a sus familiares desaparecidos».

Programa de protección de periodistas en Barcelona

Pau Ríos y Mariana Morales participan en el programa Barcelona protege a periodistas de México de la Dirección de Justicia Global y Cooperación Internacional del Ayuntamiento de Barcelona que, en colaboración con la Taula per Mèxic, acoge temporalmente a periodistas amenazados en el ejercicio de su profesión. Durante su estancia en Barcelona, realizan encuentros con otros profesionales de la comunicación de la mano del Colegio de Periodistas, por ejemplo, o participando en actividades como las del Día de la Mujer el 8 de marzo.

Paulina Ríos forma parte de la alianza de medios Red de Periodistas de A Pie  y es fundadora del diario digital Página 3 de la ciudad de Oaxaca. El medio ha sufrido varios ataques informáticos y los trabajadores han padecido una campaña de difamación y desprestigio con la circulación de informaciones falsas sobre la aceptación de sobornos. Ella misma ha sido increpada reiteradamente por funcionarios del estado durante la cobertura de sus informaciones.

Mariana Morales está especializada en temas relacionados con la defensa del territorio y el movimiento migratorio en la frontera entre México y Guatemala. Cuando empezó a investigar la introducción del narcotráfico en Chiapas empezó a recibir amenazas, una de ellas por parte de un alcalde, que la intimidó después de entrevistarle sobre la situación del tráfico de personas y la droga en la zona.

Fotos: Pau Rius

Ana Basanta | Catalunya Plural

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