El periodismo de calidad es más importante que nunca
Estudios rigurosos en economía y ciencias políticas confirman que el periodismo de alta calidad tiene una influencia positiva en las normas democráticas, el compromiso cívico y la responsabilidad gubernamental y corporativa. Pero incluso estos beneficios de gran alcance no son suficientes para garantizar que este bien público crucial sea abastecido ampliamente.
Aunque el consumo de noticias se disparó durante la pandemia de covid-19, las suscripciones han disminuido desde entonces y los medios de comunicación de todo el mundo han despedido a periodistas o incluso cerrado por completo. Esas son malas noticias para todos nosotros.
El nuevo informe de la Unesco que preparamos destaca investigaciones recientes que demuestran cuán importante es la información de alta calidad para una economía, una sociedad y una democracia que funcionen bien. Nuevos estudios en economía y ciencias políticas utilizan métodos rigurosos para confirmar lo que los periodistas ya sabían: que su trabajo tiene una influencia positiva en las normas democráticas, el compromiso cívico y la responsabilidad gubernamental y corporativa. Al generar confianza social y promover los derechos humanos, la presentación de informes serios y creíbles también respalda el desempeño económico y el desarrollo sostenible.
La Declaración Windhoek+30 de la Unesco de 2021, que reafirmó la importancia de la información como un bien público (del que todos se benefician y nadie queda excluido), se basó en numerosos estudios de África, India, América Latina y Estados Unidos. Este material muestra que las noticias y el periodismo de alta calidad fomentan la responsabilidad y la capacidad de respuesta incluso en medio de crecientes mareas de mala información y desinformación. De hecho, la verificación de hechos puede contrarrestar las mentiras y distorsiones que ahora inundan las sociedades de todo el mundo.
Además, el periodismo de alta calidad sigue siendo más eficaz que las redes sociales a la hora de difundir noticias precisas y fiables. Si bien la tecnología puede mejorar la difusión de buena información, actualmente está haciendo todo lo contrario. Las grandes plataformas digitales suelen restar importancia a las noticias, alegando que los usuarios están más interesados en otras categorías de contenidos. Pero los datos del Pew Research Center sugieren que el consumo de noticias en todas las plataformas se ha mantenido estable (al menos en EE. UU.) desde 2020. Y este año, en el que se prevé una participación histórica de votantes en las elecciones, la necesidad de un periodismo de calidad es mayor que nunca.
Los gobiernos, especialmente, tienen la responsabilidad de garantizar la provisión de bienes públicos. Para permitir un periodismo de alta calidad se requieren regímenes legales que protejan la libre expresión y el «derecho a contar». Pero eso no es suficiente. Para que los periodistas puedan hacer su trabajo, también deben existir leyes y mecanismos de aplicación para garantizar el derecho a acceder a la información: el «derecho a saber». Si bien muchos países han aprobado leyes de este tipo, rara vez se aplican. Cuando las autoridades públicas ni siquiera se molestan en responder a las solicitudes de información, a menudo lo hacen sólo después de largas demoras y redacciones extensas.
Los medios de comunicación tradicionales son una parte clave del ecosistema de medios y requieren apoyo continuo; pero también lo hacen los más pequeños y los que apuntan a áreas desatendidas. Algunas ideas prometedoras para apoyar el periodismo incluyen proporcionar fondos especiales o exenciones fiscales por empleo o reducciones específicas del impuesto al valor agregado IVA) y emitir vales de suscripción a servicios de noticias. Durante la pandemia, los gobiernos de todo el mundo implementaron variaciones de estas políticas, produciendo así una amplia gama de modelos que ahora pueden emularse.
Otro paso crucial es garantizar que los periodistas reciban una compensación adecuada por su trabajo. Las grandes tecnológicas (las propietarias de los motores de búsqueda, las redes sociales y la mayoría de las plataformas de inteligencia artificial) depende de los medios de comunicación para atraer a los usuarios y mejorar sus productos. Dado que las empresas de tecnología no producen noticias por sí mismas, no tienen forma de satisfacer la demanda de los usuarios de noticias y resultados de búsqueda de alta calidad sin el contenido proporcionado por los periodistas. Sin embargo, durante mucho tiempo han utilizado contenidos producidos por periodistas sin ofrecer mucha (o ninguna) compensación, privando así a los medios de comunicación de una importante fuente de ingresos: la publicidad. Este ciclo está destruyendo el ecosistema de información del que dependen ellos y nuestra sociedad.
Muchos países han ayudado a mantener un periodismo de alta calidad mediante inversiones en radiodifusión pública independiente. Las instituciones públicas de radiodifusión saludables generan confianza social y generan un importante beneficio indirecto: la competencia que obliga a las empresas de medios privadas a exigir estándares más altos. Sabemos bien cuáles son las estructuras institucionales que facilitan el desarrollo de la radiodifusión pública son bien conocidas; lo que se necesita es voluntad política para establecer los marcos necesarios.
Uno de los principios generales de la economía es que sin apoyo estatal habrá un déficit en la provisión de bienes públicos. Desafortunadamente, el periodismo de calidad se está convirtiendo rápidamente en una pieza de museo de ese principio, a pesar de los rigurosos estudios académicos que demuestran su importancia. El modelo de negocios del periodismo se ve amenazado por el ascenso de la IA y el poder de los monopolios tecnológicos que difunden las noticias sin pagar un precio justo por ellas, y esto ocurre justo cuando la mala información, la desinformación y la polarización política magnifican los peligros de la caída del periodismo.
En todo el mundo crece la sensación de que la democracia está perdiendo terreno, un paso importante para revertir esa tendencia es ampliar el apoyo al periodismo de calidad, y hacerlo ya mismo. El costo de la inacción es enorme.
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