Un reducido grupo de usuarios es responsables de la desinformación a gran escala en Twitter
Una investigación publicada en mayo por la Universidad de Indiana, Estados Unidos, concluyó que un grupo chico de usuarios es responsable de casi toda la desinformación en Twitter (hoy X). De más de 440.000 cuentas supervisadas, solo mil eran responsables del 70 % de las fake news que plagan la red de Elon Musk.
Un pequeño equipo de analistas de redes sociales de la Universidad de Indiana ha descubierto que una gran parte de los tuits que difunden desinformación son enviados por un porcentaje sorprendentemente pequeño de una base de usuarios determinada.
En su estudio, Identifying and characterizing superspreaders of low-credibility content on Twitter, publicado en Plos One en mayo de este año, el grupo realizó una revisión de 2.397.388 tuits publicados en Twitter (ahora X) que estaban marcados como de baja credibilidad y quién los enviaba. Los datos analizados son anteriores a la transformación de Twitter en X. Con posterioridad, la red social eliminó un total de dos mil cuentas bot. Sin embargo, la mayoría de la información de baja credibilidad persistió, lo que sugiere que fueron personas reales las responsables de su propagación.
En los últimos años, los investigadores de los medios de comunicación han descubierto que los sitios de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram pueden tener un gran impacto en las creencias personales y los problemas sociales, ya que influyen en la opinión pública sobre una variedad de cuestiones.
En este nuevo estudio el equipo de investigación confirma que no se necesitan muchas personas influyentes para incidir o condicionar las creencias y opiniones de un gran número de personas. Esto, sugieren, se debe al impacto de lo que describen como superdifusores o superpropagadores.
Aunque la investigación se centra principalmente en los Estados Unidos, sus hallazgos son relevantes para los usuarios de las redes sociales de todo el mundo. Dada la propagación generalizada de información errónea en las plataformas de redes sociales, cualquier conocimiento obtenido a partir de esta investigación podría servir para ilustrar y empoderar a los usuarios de todo el mundo para combatir este problema.
X puede ser una víctima de la guerra que Elon Musk tanto desea
POR PEDRO ELORDUY
Un paréntesis necesario para distinguir entre noticias falsas y contenido de baja credibilidad, conceptos relacionados pero que no significan lo mismo.
Las noticias falsas son informaciones diseñadas con la intención de engañar, desinformar o influir en la opinión pública. En este caso, los autores son conscientes de la falsedad de la información y buscan deliberadamente difundirla para cumplir con un propósito específico.
Por su parte, el contenido de baja credibilidad es un tipo de información que contiene errores, sesgos o es resultado de una mala investigación. No necesariamente se crea con la intención de engañar. El contenido de baja credibilidad puede incluir información parcialmente correcta, rumores o noticias sensacionalistas. Generalmente, estas publicaciones exageran los hechos. Su objetivo no es otro que atraer audiencia. En todo caso, tanto las noticias falsas como el contenido de baja credibilidad contribuyen a la desinformación. Cierre del parentesis.
Ahora bien, los superpropagadores, individuos capaces de «contagiar» a multitudes con contenido publicado originalmente por fuentes no confiables, se encuentran en el epicentro del problema. Las últimas investigaciones apuntan a que estos usuarios incluyen perfiles con un gran número de seguidores, medios de comunicación de baja credibilidad, cuentas personales afiliadas a esos medios de comunicación y los infaltables influencers. Normalmente, utilizan un lenguaje más tóxico que el usuario promedio que comparte información errónea. La naturaleza de sus publicaciones es fundamentalmente política y religiosa.
Normalmente, utilizan un lenguaje más tóxico que el usuario promedio que comparte información errónea. La naturaleza de sus publicaciones es fundamentalmente política y religiosa.
Al igual que los superdifusores que fueron etiquetados como tales durante la pandemia, los superdifusores en Internet tienen la capacidad de «infectar» a un gran número de personas debido a su reputación.
Para saber más sobre la influencia en las redes sociales, el equipo de investigación centró sus esfuerzos en X. Recopilaron datos durante diez meses, que sumaron 2.397.388 tuits enviados por 448.103 usuarios, y luego los analizaron en busca de tuits que estuvieran marcados como que contenían información de baja credibilidad.
Descubrieron que aproximadamente un tercio de los tuits de baja credibilidad habían sido publicados por personas que usaban solo diez cuentas, y que solo mil cuentas eran responsables de publicar aproximadamente el 70 % de dichos tuits.
Señalan que la mayoría de las cuentas de superdifusores no pudieron ser rastreadas hasta un individuo, aunque hubo una serie de publicaciones de alto perfil, como políticos o personas influyentes generalistas, como Donald Trump Jr.
Cabe reiterar, como apuntan los investigadores, que muchas de las cuentas identificadas como de superdifusión fueron desactivadas durante una iniciativa de Twitter en 2020 para reducir la cantidad de desinformación en el sitio. Pero esa tendencia ahora se ha revertido, ya que el sitio, ahora rebautizado como X, ha tomado una nueva dirección tras su adquisición por parte de Elon Musk. En 2022, después de que el multimillonario se hiciera cargo de Twitter, se deshizo de la mayoría de los equipos de «moderación de contenido» en todo el mundo.
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