Trump y Musk: la desinformación al poder
La convergencia de Donald Trump y Elon Musk plantea interrogantes sobre el futuro de la comunicación social y digital. La influencia de Musk en X le otorga un alcance significativo para difundir información, tanto veraz como falsa.
Una de las imágenes que más se viralizó después de la toma de posesión de Donald Trump fue la de Elon Musk levantando su brazo derecho, en un gesto que hizo reaccionar a la opinión pública mundial, por su aparente similitud con el histórico saludo nazi. La polémica fue desestimada por el mismo Musk en X, el medio de comunicación del que es dueño.
X no es cualquier medio de comunicación. Es uno de los más importantes del mundo. ¿Qué puede pasar cuando dos hombres millonarios y poderosos, que entienden los medios de comunicación a la perfección, se unen para gobernar el país más poderoso del planeta?
X es la red social que mayor incidencia tiene en los medios de comunicación tradicionales de noticias, porque los periodistas acuden a ella como fuente de información inmediata para obtener declaraciones directas de figuras públicas, organizaciones y testigos.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de La Sabana, en Colombia, encontró que cerca del 75 % de los periodistas emplea Twitter (hoy X) para investigar e identificar tendencias. Estos datos pueden explicar por qué las publicaciones de Trump y Musk son replicadas miles de veces al día por medios de comunicación de todo el mundo, muchas veces en las portadas.

Desde que Musk es dueño de X, la plataforma ha cambiado en sus algoritmos. Hasta ahora parecía haber mantenido los principios de libertad de expresión a partir de los cuales fue creada. Sin embargo, con su auge crecieron también fenómenos como la polarización y la desinformación, escenarios en los que Donald Trump se mueve como pez en el agua. En la campaña presidencial de 2020, el candidato republicano y sus seguidores fueron la principal fuente de desinformación y noticias falsas.
¿Por qué X es tan importante para Trump?
Al observar la corta historia de las redes sociales digitales, Twitter siempre fue una de las más subestimadas. Nunca fue una de las preferidas por los más jóvenes y tampoco competía en el campo de la comunicación empresarial. Pero su relevancia para movilizar sentimientos en la opinión pública digital ha sido y sigue siendo innegable. Ya en las elecciones de 2016, estudios académicos demostraron que Twitter se convirtió en el principal canal de comunicación tanto para Donald Trump como para Hillary Clinton.
La relevancia de esta red social en la construcción de opinión pública en Estados Unidos llevó a que Elon Musk decidiera comprarla en 2022 y llamarla X. Durante la conferencia VivaTech de París 2023, el magnate, dueño de Tesla y SpaceX, reveló que decidió invertir u$s 44.000.000.000s porque, en sus palabras, Twitter genera un efecto corrosivo en la sociedad civil.
«Estaba preocupado porque Twitter estaba teniendo un efecto negativo en la civilización», señaló. «Debemos hacer todo lo posible para apoyar la civilización y movilizarla hacia una dirección positiva. Sentí que Twitter se estaba moviendo hacia una dirección negativa y mi esperanza era cambiar eso».
El problema de la desinformación
En la campaña electoral de 2024, el uso de IA para manipular información y generar noticias falsas por medio de deepfakes (vídeos y audios manipulados) y otro tipo de contenido se convirtió en una de las estrategias principales para confundir a la opinión pública.
Una investigación publicada en agosto por el Centro para Contrarrestar el Odio Digital puso al descubierto cincuenta publicaciones engañosas de Musk en X, donde acumula cerca de doscientos millones de seguidores. Todas ellas relacionadas con las elecciones en Estados Unidos, alcanzaron un total de 1 200.000.000 de visualizaciones entre enero y julio de 2024.
La convergencia de Donald Trump y Elon Musk plantea interrogantes sobre el futuro de la comunicación social y digital. La influencia de Musk en X le otorga un alcance significativo para difundir información, tanto veraz como falsa. Durante la campaña electoral de 2024, se documentaron múltiples ocasiones en las que Musk amplificó teorías conspirativas y desinformación, especialmente en apoyo a Trump.
Esta colaboración entre dos figuras de alto perfil en el ámbito político y tecnológico subraya la necesidad urgente de establecer mecanismos efectivos para combatir la desinformación en las redes sociales.
La Comisión Europea, a partir de la Ley de Servicios Digitales (DSA), ha instado a las grandes plataformas digitales a cumplir con las normativas para garantizar escenarios de participación democrática libre y transparente, especialmente en contextos electorales sensibles.
Recientemente, la Comisión convocó una mesa redonda con representantes de Microsoft, TikTok, LinkedIn, Google, Snap, Meta y X, con el objetivo de asegurar que estas redes sociales implementen medidas preventivas adecuadas.
Desconfianza en las noticias
La falta de credibilidad es una de las mayores amenazas a las que se enfrentan los medios de comunicación en la era de internet. Según el más reciente Digital News Report, elaborado por el Instituto Reuters a nivel mundial, solo el 40 % de los encuestados en 47 mercados confía en la mayoría de las noticias la mayor parte del tiempo. Y, en cuanto a la desinformación, el mismo reporte muestra que el 70 % de los encuestados duda de la veracidad del contenido en línea.
Este panorama pone en evidencia el estado actual del «campo de batalla» donde se libra la guerra informativa. Así como Donald Trump ha hecho de Elon Musk su principal aliado en la comunicación digital y la consecuente incidencia en la política mundial, otros líderes han hecho de X su principal plataforma para desatar controversias históricas. Es el caso del reciente cruce de mensajes entre el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el primer mandatario norteamericano, que casi termina en una crisis económica grave en el país latinoamericano.
SEBASTIÁN SILVA C
Profesor de Comunicación Social, Universidad de La Sabana (Colombia). Artículo publicado originalmente por The Conversation bajo una licencia de Bienes Creativos Comunes.
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