Murió Nora Cortiñas, referente histórica de Madres de Plaza de Mayo

Nora Cortiñas, cofundadora de la asociación de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo y uno de los emblemas de la lucha contra la última dictadura militar (1976 -1983), murió este jueves a los 94 años sin saber qué pasó con su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, detenido en 1977.

«Nos queda el orgullo de haber compartido su vida, su impronta y su enseñanza dejarán en su familia y en la sociedad una huella imborrable», publicaron sus familiares para informar sobre su fallecimiento, que tuvo lugar tras varios días de hospitalización.

El hijo de Norita -como se la conocía cariñosamente- Carlos Gustavo Cortiñas, fue detenido el 15 de abril de 1977 y ella, incansable luchadora de la organización de derechos humanos (ahora desde la denominada Línea Fundadora), nunca conoció su paradero.

Gustavo estaba por cumplir veinticinco años, era militante de la Juventud Peronista en un barrio pobre de Buenos Aires y trabajaba en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), cuando fue secuestrado por un grupo militar. Es una de las treinta mil personas desaparecidas que dejó la dictadura en Argentina.

Así, esta mujer menuda y enérgica nacida el 22 de marzo de 1930, madre de dos hijos y psicóloga social de profesión, comenzó a trabajar en lo que se convertiría en la organización Madres de Plaza de Mayo, siendo una de sus principales abanderadas.

Salvo por sus viajes para difundir la lucha de las Madres por el mundo, Norita nunca faltó a las marchas de los jueves alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo. Pese a su avanzada edad, aún pudo vérsela en el lugar hasta comienzos de mayo de 2024, cuando marchó por última vez.

Su figura fue tan emblemática que, incluso, inspiró a un equipo de fútbol —deporte al que era aficionada—, el Norita Fútbol Club, integrado por mujeres y dirigido por Gloria Argentina García, pionera del fútbol femenino en la Argentina.

La organización Abuelas de Plaza de Mayo expresó su «profundo dolor» en un mensaje publicado en la red social X (antes Twitter).

Norita siempre estaba donde había que estar, defendiendo los derechos de quienes ya no están, de quienes habitan este suelo y de los que vendrán. En el último tiempo y a pesar su avanzada edad, aparecía en cuanta marcha o actividad que por una causa justa hubiera.

A lo largo de más de cuarenta años Nora Cortiñas sumó a su lucha las denuncias de todo lo que ella consideraba injusticias e inequidades en el mundo. De contextura pequeña, ágil y vehemente, se la veía llegar a los lugares más recónditos de Argentina con su emblemático pañuelo blanco en la cabeza para acompañar los reclamos de pueblos originarios, de trabajadores despedidos o de víctimas de violencia institucional y darles visibilidad con su sola presencia.

«La lucha primero es por la desaparición de un hijo, que es como que te amputan. Te sacan un brazo del cuerpo. Te dejan sangrando por la herida y no tiene cura. La reparación sirve para calmar la herida, nada más», decía Cortiñas a los 88 años. Explicaba que, con el tiempo, «empezamos a entender también que la reivindicación de la lucha de nuestros hijos e hijas era lo que iba a lograr que haya justicia. Y nosotras defendíamos los ideales de ellos y lo seguimos haciendo hasta el día de hoy».

«A muchos políticos, a la Iglesia, a los militares, al campo de los que tienen historia vivida de complicidades, no les gusta nuestra reivindicación», sintetizaba esta mujer, crítica de todos los gobiernos.

En 2018, cuando estalló en la Argentina la lucha feminista con el reclamo por la legalización del aborto y contra la violencia de género, agregó esa reivindicación y sumó su característico pañuelo verde a su vestimenta. Pero siempre volvía a su hijo desaparecido: «Ustedes nos ven sonreír, vamos a las movilizaciones con la alegría de la lucha, pero extrañamos a nuestros hijos todos los días», afirmó.

Nora Cortiñas se desempeñó como psicóloga social y profesora en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde fue titular de la cátedra libre «Poder Económico y Derechos Humanos» y de la materia curricular homónima para la carrera de contador público.

Además, dictó cursos en universidades, colegios secundarios, centros de estudios y asociaciones de profesionales, organizaciones civiles y sindicales. Su incansable búsqueda de verdad y justicia la llevó a participar de innumerables congresos y seminarios tanto en la Argentina como en el extranjero.

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