La prensa opositora introduce al dólar en campaña

Los medios opositores se basan en los movimientos cambiarios de los últimos días para pronosticar una devaluación, un clásico en las campañas electorales. Sirvió al mismo propósito un pronunciamiento del poder financiero internacional contra el Gobierno, con el latiguillo de las condiciones insatisfactorias para los dueños del capital. También anuncian que habrá ayuda de los agroexportadores, que reducirán liquidaciones hasta la votación.

Se cumple así la prescripción que emanó de columnas en Clarín y La Nación, avisando que la hostilidad contra las vacunas y su aplicación era un recurso de poco alcance, insuficiente para que Juntos por el Cambio consiga un buen resultado. A la vez, las disputas internas de la alianza opositora generan tonos indignados de las y los columnistas y también de animadores televisivos que replican estrategias.

Las tapas del viernes dieron gran destaque a la baja en la calificación adoptada contra el país por uno de los grupos de choque de bancos internacionales y demás carroñeros, Morgan Stanley Capital Index. Por supuesto, la desaprobación fue tratada con más respeto, reconocimiento y adhesión que una homilía papal. Infobae acompañó en los títulos principales de ese mismo día.

La metralla editorial fue intensa. Bonelli en Clarín puso en juego la cifra de doscientos pesos por dólar en el mercado ilegal, siempre que la patronal agraria frene la liquidación de divisas. Para dar un pronóstico lleno de peligros hasta la votación, el acuerdo con el Club de París, que evitó el siempre tenebroso fantasma del default mediante el pago de cuotas, no fue presentado como noticia positiva, sino como negativa. ¿Por qué? El relato tiene matices. En algún párrafo se afirma que el Club de París reclama el acuerdo con el FMI. En otro que Cristina Kirchner se opuso a los pagos.

Florencia Donovan de La Nación embistió directo al ministro Guzmán, por lo que llama «sarasa». Wende en Infobae tipeó: «Los inversores se hartaron de la Argentina».

El sábado la andanada fue igual de intensa, con títulos y artículos en los tres medios, todos de igual contenido: la «descalificación» internacional, «el dólar volvió a subir», «las acciones cayeron», «el aumento de la brecha cambiaria», Argentina «en el grupo de la muerte» financiero”, «la crisis sin fin», y otros.

Ya que hubo un entendimiento transitorio con el Club de París, Infobae pasó el domingo a pronosticar una crisis con el FMI en septiembre, con default incluido, salvo que el presidente Fernández se enfrente con «el kirchnerismo duro», el sueño del dispositivo opositor desde la creación misma del Frente de Todos, en 2019. El segundo título de la mañana hizo eco, al hablar de una «bomba de tiempo» económica, y con la letanía sobre la «falta de confianza» de «inversores».

Las preocupaciones por la situación de Juntos por el Cambio tuvieron un tono condenatorio coordinado, en la que la peor parte se la lleva Vidal, por no competir en provincia de Buenos Aires. La exaltación de los propios recae sobre todo en el radical Manes y en Randazzo, quien confirmó su postulación a Clarín, que lo alienta sin disimulo. Roa insistió el miércoles en el mismo diario en el objetivo que viene siendo marcado hace varias semanas: que el oficialismo no consiga quorum propio en Diputados.

El comentarista no se tomó el trabajo de disimular la amonestación a los dirigentes opositores: sus discusiones le «hacen el juego al kirchnerismo».

La llegada sostenida de vacunas y el avance visible del plan de aplicación fuerza acomodos discursivos: títulos y comentarios se centran en la «falta de la segunda dosis», en referencia a la venenosa Sputnik V. Especial esmero puso en este enfoque Morales Solá, en La Nación del miércoles 23, cuando además afirmó que se lanza la vacunación a personas de menor edad porque «se sabe que los jóvenes vacunados en el mundo inclinaron sus simpatías hacia los gobiernos».

Al día siguiente, Sigal en Clarín publicó que el Gobierno supo hace casi seis meses, cuando firmó el acuerdo, que faltaría la segunda dosis de Sputnik V. Y solo firmó porque «el Gobierno argentino quiere ser más ruso que Vladimir Putin». Esta nota, publicada el jueves, seguía en la versión digital del diario más de treinta horas después, en lugares preponderantes.

Alconada Mon sumó sagacidad: un título del domingo dice que una «empresa ligada a Moyano» invirtió para la planta en la que el laboratorio Richmond fabricará la vacuna del laboratorio ruso. Luego el texto expresa que «no hay lazos formales» del dirigente camionero con la empresa en cuestión, aunque «se dice que…»

Y el domingo, Van der Kooy escribió en Clarín que la ministra Vizotti comete una «falacia» cuando dice que las vacunas no vencen. Al contrario de lo que se observa en todo el territorio nacional, el columnista dice que el Gobierno tiene una reserva de cinco millones de dosis y que no las aplica porque teme afrontar carencias en las semanas de las elecciones. La esperanza es volver a titular, por enésima vez: «Faltan vacunas».

La referencia de las urnas termina dominando su discurso, cuando le pregunta a Juntos por el Cambio si es «prudente la lucha encarnizada» y prescribe: «Deberá hallar un mensaje que renueve las expectativas sociales».

 La crisis en Nicaragua. El llamado a consultas del embajador en conjunto con México, una de las medidas diplomáticas de mayor distanciamiento político de un país hacia otro, no es suficiente para estos tres medios: reclaman airadamente que Argentina vote como lo hace Estados Unidos.

La descripción de la situación nicaragüense es por demás amañada: ocultamiento total al hecho de que la rebelión popular que estalló en abril de 2018, y que fue reprimida salvajemente por Ortega, no fue por su condición de «sandinista» sino por traicionar los postulados históricos del movimiento, cuando arregló con el Fondo Monetaria Internacional una de las conocidas «reformas» del sistema previsional que, como es receta común de la institución, iba a recaer en los bolsillos de la población.

El plano internacional dio oportunidad para una maniobra asombrosa: la animadora televisiva Viale, estrella emergente del «Grupo» desde que en 2020 preguntó con afectada inocencia si Alberto Fernández terminaría su mandato, la emprendió ahora contra Francisco por haber definido a la propiedad privada como derecho secundario. Lo increpó con un mensaje en el que le exige que entregue todas las propiedades del Vaticano y de la Iglesia Católica. La ocurrencia de esta súbita experta en asuntos políticos y económicos nacionales e internacionales no significaría nada sino fuera por lo que después hicieron La Nación e Infobae: convirtieron sus palabras en una «noticia», con títulos resonantes.

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