La prensa opositora aún sin candidato
Los medios opositores, que trabajan de mil maneras para el regreso de la derecha al Gobierno en las elecciones de este año, recibieron el lanzamiento de Rodríguez Larreta con títulos y notas que lo condicionan fuertemente como candidato, y que le dan potencia a las objeciones de los adversarios internos, incluso con inclinaciones al discurso más extremista de Macri y la pata Bullrich.
Pese a los multimillonarios esfuerzos publicitarios del intendente porteño, la línea editorial de Clarín, La Nación e Infobae obstaculizó la oficialización de la candidatura quitándole todo brillo y, en el caso de Clarín, con la pregunta sobre si no es un error el proclamado propósito de «poner fin a la grieta»; es decir, con un respaldo a la postura del expresidente y la exministra.
Las internas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio son igualmente despiadadas, colmadas de golpes bajos, pero como es previsible el énfasis mayor está destinado al oficialismo. Hay límites que para Juntos por el Cambio se respetan, como la censura total a la difusión de conversaciones que comprometen todavía más al ministro porteño D’Alessandro con actos de corrupción, consumada justo el día del gran anuncio de campaña del alcalde.
Sin embargo, sí fue y es muy publicitado por los tres medios el malestar de Macri y Bullrich con la cantinela del precandidato sobre la «grieta», así como la foto que el expresidente se hizo tomar el mismo día junto a María Eugenia Vidal con un cartelito detrás que la anuncia también como aspirante a la Casa Rosada.
La Nación, que el sábado le negó espacio en su portada al acto de lanzamiento de Rodríguez Larreta el día anterior, levantó la apuesta con una nota en la que Matías Moreno incluye a unos voceros anónimos del macrismo que dicen que el expresidente ganaría la interna y, todavía más, que si él se presentara «no juega ninguno».
El jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, se tomó con cierta sorna el eje puesto por el precandidato en la «grieta», agrega que el alcalde «no es carismático» y sentencia que el «marketing» no logrará «mostrar lo que Larreta no es». Al final se sincera: «Macri trató de aguarle la fiesta». En fin, un tono hiriente notable, más si se tiene en cuenta que en el momento del anuncio del jueves, el Clarín en línea se abría con un gigante aviso publicitario del gobierno porteño antes de dar paso a la noticia del lanzamiento.
El poder que despliega las estrategias editoriales está mirando con atención la preparación de la política económica del hipotético gobierno de la derecha. Para esto, hay insistencia con la figura de la «bomba» del FDT. La Nación habló el domingo de la deuda en pesos y del atraso cambiario y de tarifas, para sentenciar que «la poca paciencia de la población obligará a hacer las reformas rápidamente». También dice que todos los equipos económicos de Juntos por el Cambio hablan de un atraso cambiario de 30 %.
Un día antes, Francisco Jueguen había dicho en el mismo diario que ese «consenso» que dice buscar Larreta es para acompañar un «shock doloroso» ante la «bomba», con un «sinceramiento» de tarifas y del dólar. El plan será tan duro que en un supuesto primer año de gestión la inflación será aún mayor que la de 2023. Luego desliza una definición muy inquietante: sostiene que los bancos son los que están financiando al Gobierno, y lo hacen con «los depósitos de los argentinos». Esto conecta directamente con la amenaza opositora de no pagar esa deuda, y por eso la patria financiera está reclamando seguridades.
El despliegue sobre el internismo en la alianza opositora derechista pone cuidado en censurar las noticias sobre las andanzas de D’Alessandro con fiscales y jueces, con las novedades conocidas en el momento en que Larreta quería lucirse y copar títulos. Y ese despliegue por supuesto no logra los espacios mayoritarios, reservados para el FDT, cuya interna, ruidosa y descontrolada, ofrece cada día inigualables oportunidades a los medios que lo combaten.
Los preparativos para la asamblea legislativa del miércoles y el discurso presidencial son presentados en esa misma clave. Ya se puede dar por seguro que habrá un despliegue meticuloso en torno de los gestos y las muecas del presidente y la vicepresidenta y una cobertura que buscará la forma de exaltar su distanciamiento.
Un lugar estelar ya está siendo destinado a los supremos de la Corte: si son invitados y no van; o si no son invitados; o si son invitados y asisten. En cualquier caso tendrán total centralidad, orientada a denostar el proceso en curso en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados.
Clarín y La Nación están propalando con insistencia notas que apuntan a que jueces, fiscales y funcionarios judiciales no asistan a las convocatorias del Congreso. Un llamado a rebelarse, a pisotear las facultades constitucionales del Legislativo, que la Corte ya tiene como costumbre desconocer.
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