La educación como solución a los problemas

Desde mi punto de vista, la razón de que tengamos una sociedad de la distracción, un problema importante de fake news o una sociedad mucho más manipulable se debe no a que existan redes sociales, sino a la tozudez de un sistema educativo que se ha empeñado en aislarse completamente del contexto tecnológico.

Lo que ocurre no es más que lógica: si renunciamos a educar en una herramienta que se ha convertido en fundamental en la sociedad, y peor aún, asumimos que las generaciones más jóvenes, por obra de algún tipo de mutación genética imposible, ya nacen sabiendo manejarla, obtenemos únicamente una generación de ignorantes que no saben siquiera enviar un maldito fichero adjunto en un correo electrónico, pero se creen dioses por saber hacer doomscrolling en Instagram y manejar interfaces intencionadamente creadas para capitidisminuidos. Es lo que tiene aprender únicamente de la experiencia propia y de lo que te cuentan tus amigos mientras, además, te dejas llevar por la presión social. Son, simplemente, ingredientes para un desastre perfectamente anunciado.

El tremendismo es también un mal aliado: todos esos «estudios» que afirman que al introducir la tecnología, las evaluaciones bajan, obvian algo fundamental: las evaluaciones estaban diseñadas precisamente para favorecer la educación basada en la memorística, lo cual convierte el resultado en una profecía autocumplida. No, no se trata simplemente de introducir tecnología: hay que hacerlo con sentido, cambiando completamente la metodología educativa y, por supuesto, también la forma en la que medimos el desempeño, es decir, los métodos de evaluación.

Los que se dedican a divulgar bulos como «los CEO de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas sin pantallas» o «Suecia ha prohibido los dispositivos electrónicos y ha vuelto al libro de texto» son en gran medida culpables de que tengamos una generación que no aplica el pensamiento crítico para nada: simplemente, las metodologías educativas que hemos empleado con ellos no se adaptaban al contexto tecnológico en el que les ha tocado vivir, y es más, los dejaba completamente indefensos ante él. Si repetimos esos errores en la era de la algoritmia generativa, va a ser todavía peor. Como ocurre con muchos otros errores, las consecuencias se hacen más graves a medida que pasa el tiempo.

El cerebro humano es enormemente plástico y se adapta bien a los cambios de concepto, pero esa adaptación es mucho más adecuada cuando se lleva a cabo de manera controlada y supervisada por el sistema educativo. En su lugar, hemos hecho dejación casi total de esa función. El resultado es el que es: en lugar de nativos digitales, tenemos huérfanos digitales y una sociedad no preparada para el contexto en el que vive. Un maldito desastre. Y lo hemos creado nosotros mismos.

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Enrique Dans

Profesor de Innovación en IE Business School desde el año 1990 y bloguero (enriquedans.com). Comparte los contenidos de su blog por medio de una Licencia de Creative Commons https://creativecommons.org/licenses/by/3.0/es/).

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