El culo, una obsesión libertaria
El poder instaló una comunicación con discursos violentos y metáforas que exponen al culo como un paradigma de sometimiento. Natan Sonis y Sebastián Plut dan algunas explicaciones sobre este entuerto.
El gobierno de La Libertad Avanza instaló una modalidad de comunicación que navega entre el discurso sexual violento, metáforas que convierten en animal y enemigo al opositor político, una justicia social banalizada y al culo como un paradigma de sometimiento y humillación. Las agresiones prepararon el terreno para la movilización del sábado 1º de febrero. Dos psicoanalistas tratan de entender los signos de esta nueva época y advierten sobre la falta de amorosidad en los actos del gobierno.
Para Sebastián Plut, el discurso violento del Gobierno no parece ser tan metafórico. De acuerdo a este psicoanalista y doctor en Psicología, «en todo caso, lo que hay que preguntarse es si se debe tomar en serio lo que Javier Milei dice». Y explica: «No son metáforas en el sentido de que va a hacer exactamente eso. Concretamente, si él habla de pedofilia no es que va a violar un niño. Me parece que es un discurso más descarnado».
Además, agrega: «Supongamos que yo diga: «A este tipo lo mataría». Estoy lejos de matarlo, pero es una expresión metafórica de bronca. Me parece que este hombre tiene una degradación del lenguaje que ni siquiera alcanza un nivel metafórico, en el sentido de que lo que él dice expresa escenas que están en su cabeza y que no necesariamente va a poner en actos».
Natán Sonis, a su vez, es psicólogo, psicólogo social, docente en la Universidad Nacional de La Matanza (Unlam) y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Él, en cambio, considera que el presidente habla de metáforas sexuales, y las piensa «como de una sexualidad bélica, porque no es cualquier sexualidad: es una sexualidad de enemigos, de penetrar al otro. Es una sexualidad donde está muy presente la homosexualidad».
Las palabras y las metáforas como dosis de arsénico
Para Sonis «las metáforas impregnan totalmente el lenguaje, porque desde ahí le damos sentido a las experiencias de vida. Nos orientan, nos brindan el formato con el que vamos a ver el mundo, nuestra visión de mundo viene de ahí, y lo que vamos a hacer en el mundo también. Victor Klemperer, un estudioso del lenguaje del nazismo, afirmaba que el lenguaje no solo crea y piensa por nosotros, sino que guía las emociones, dirige el psiquismo y por eso, siempre será mayor el poder que tiene a medida que menor sea la conciencia».
Al referirse a las metáforas, explica: «Si vivimos en una época en la que se cristalizan las metáforas que aluden exclusivamente a la rivalidad interpersonal, así va a ser la subjetividad que se va a construir. Se configura un mapa invisible en donde nos ubicamos con el otro. Por eso las metáforas no son neutrales, sino que son profundamente ideológicas».
Y agrega: «Klemperer hablaba del lenguaje del nazismo en el sentido casi como la dictadura habló acá de «traslados» en vez de hablar de «asesinatos». En el nazismo no hubo «asesinatos», hubo «solución final», todas alusiones o metáforas para disfrazar el sentido de algunas palabras”.
«Una de las cosas más geniales de Klemperer es cuando dijo que las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico. Uno las traga sin darse cuenta, parece no sentir efecto alguno, pero al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico.»
—En el caso de las metáforas sexuales ¿ese efecto tóxico se produciría con lo que cada persona imagina?
—Sonis: Percibimos al otro como un enemigo potencial, algo que nace, quizá también, con la pandemia. El otro me puede contagiar, el otro es tóxico para mí. Si es un enemigo, lo único que tengo que hacer es defenderme. Entonces no se confronta con el otro, sino que se lo enfrenta. Primero son batallas verbales, pero podemos pasar a otras.
—Plut: En relación con las escenas sexuales, no están ligadas al amor sino a una violencia en general, y por eso creo que pierden su carácter metafórico. Pero, además de que están ligadas a la violencia, quizás las podamos dividir porque algunas se refieren a él mismo.Cuando Milei dice que él es el topo que destruye al Estado desde adentro no usa una metáfora estrictamente sexual, pero está en la línea de la animalidad al identificarse con un topo o con un león. Algunas de sus metáforas se refieren a él mismo, otras se refieren al Estado. Estas descripciones oscilan entre la sexualización y la violencia y están distribuidas en distintos personajes. Ahora, hasta Domingo Cavallo pasó a ser un mandril.
—¿Quién es el enemigo según Milei?
—Plut: Todo aquel que no piense exactamente como él. Pero la gran pregunta es por qué esto se traduce en una suerte de psicología social. Incluso hay autores que comparan lo que está pasando ahora con la Alemania de los años treinta y se preguntan cómo se va gestando el odio. El problema no es entender que alguien odie, eso no sorprende. El tema es que eso se transforma y se distribuye como una psicología social, se desparrama en la sociedad.
Por ejemplo, si alguien dice algo en las redes salen a aniquilarlo y lo justifican diciendo que son el brazo armado del presidente. Recordemos a Daniel «El Gordo Dan» Parisini, que tuvo que aclarar que cuando se refirió a ese «brazo armado» se refería a los celulares, pero en realidad el riesgo es que eso no quede en los celulares. Dicho de otro modo: el problema de esta sexualización violenta es, primero, cómo se traslada a la psicología de lo social.
Cuando comparamos con otros períodos como la Alemania del treinta no es porque pensemos que volverá a ocurrir el nazismo o los campos de concentración: no tenemos por qué asegurar esa predicción, pero sí tenemos que evitar que ocurra. Es como si alguien te dijera que no manejes a doscientos kilómetros por hora, y no porque esté seguro que vas a chocar sino porque podrías chocar y hacerte torta. O si fumás, quizás tengas cáncer. No necesariamente vayas a tenerlo, hay un montón de fumadores que nunca tuvieron cáncer, pero al hacerlo están aumentando las chances.
—Hay muchos políticos de LLA que usan metáforas sexuales que no estaban incorporadas al discurso político. Sin embargo, hay algo que convirtió eso enuna forma de comunicar que hizo efecto en algunas generaciones.
—Plut: Yo tampoco recuerdo antecedentes, incluso si tomamos el ejemplo de Tolosa Paz cuando dijo que en el peronismo se «garcha mucho». Es un suceso puntual y dicho en un contexto humorístico. Era claramente una broma que te puede gustar o no, pero no implicaba ninguna referencia sexual agresiva.
El lenguaje de algunos dirigentes del Gobierno implica una referencia sexual directa, y por eso decía que quizás no sea una metáfora, porque la referencia sexual directa implica la idea de una descarga sin mediaciones. Me enojo con vos y te mando a la puta que te parió. Por ejemplo, pienso en lo ocurrido entre un expolicía y un vecino que escuchaba música muy fuerte. Ahí no hubo mediación alguna: el exagente mató a una persona y no se le ocurrió llamar a la Policía para pedir orden. No se produjo ninguna mediación, sino que hubo una tendencia a la descarga inmediata, que sería como una descarga de la sexualidad violenta que plantea la política hoy.
Hay un planteo de una especie de sexualidad violenta sin ningún tipo de amorosidad, una descarga violenta inmediata y sin mediación. En cambio, en una sexualidad amorosa hay un montón de mediaciones, palabras, caricias, hay tiempos, etcétera. Este tipo de violencia es una tendencia a la descarga directa, que sería, por ejemplo, el de una violación. El problema es entender la regresión social que se está produciendo. Están logrando que se deje de hablar del amor.
—En definitiva, no deja de ser un lenguaje violento.
—Sonis: Exacto, y el arma privilegiada para esta violencia son las metáforas sexuales. Por ejemplo, cuando el presidente hace el gesto de la masturbación a los empresarios que le pidieron levantar el cepo. Ahí vemos como él lleva una discusión política al formato metafórico sexual permanentemente. Esto nos va apabullando directamente, y además es una manera bizarra que también habla de él y de cómo escucha las cosas. Milei, que siempre habla de cuestiones sexuales, lo hace de una manera soez y muy desagradable.
Desde la perspectiva psicoanalítica, la metáfora es una manera de pensar como él está sexualizando el espacio de lo social con sus intervenciones. Fíjate, antes —cuando éramos chicos— se hablaba de tener relaciones sexuales. Ahora se habla de tener sexo, no se habla del vínculo sino de dominio, del sexo como herramienta para doblegar el deseo, como herramienta de sometimiento. Para Freud, lo sexual es todo lo que tiene que ver con el placer, no con lo genital. Y acá vemos que el placer sexual —en las metáforas— está en el sometimiento que propone con su paradigma de las relaciones anales donde parece que el culo ocupa un lugar privilegiado a la hora del insulto y la humillación.
—Como si hubiera una revalorización perversa del culo.
—Sonis: Hay toda una apología del culo. Son muchas las metáforas cotidianas en las que se aborda la penetración anal a otro sujeto que, así, es humillado. Acordate cuando dijo que la cárcel es el paraíso de la socialdemocracia. Es el lugar de la sexualidad desde donde se puede humillar al otro. Y esa es la sexualidad que intenta también, metafóricamente, extender al mundo de lo social.
—¿Y qué ocurre en el receptor de esa violencia? ¿En qué se convierte, qué tipo de actitudes adopta?
—Sonis: Se va reconfigurando. Las metáforas tienen un poder performativo que va creando realidades, modos de pensar que, cuando vienen del poder, como puede ser el de un presidente —con el peso psicológico que eso implica— va creando gustos, rechazos, un campo bélico y la búsqueda de un sometimiento. Milei ofrece una representación de un campo de batalla permanente, y en el campo de batalla siempre la sexualidad anal tiene un mecanismo favorito. ¿Te acordás cuando dijo que «querían meter el dólar en 1800 y les dejamos el culo como un mandril?». O cuando en otra entrevista dijo que nadie le toca el culo a Caputo. El culo parece ser el centro de todo esto.
De metáforas y sadismos
«El otro eje a analizar es que, a partir de esas metáforas, sectores de la población repiensan la sociedad, le dan un nuevo significado y van creando una nueva ética, que tiene una naturaleza sádica», comenta Sonis.
—¿En qué se refleja?
—Sonis: El sadismo es sentir placer provocando dolor al otro. Y encontramos mucha crueldad y sadismo en las metáforas de algunos dirigentes. En el campo de lo social, por ejemplo, cuando se festeja un despido o cuando se guardan alimentos hasta pudrirse. Son acciones en las que se ve el goce haciendo un daño a otro. Martín Kohan, uno de los más grandes escritores actuales, dijo que se puso de moda ser cruel. También hay que decir que esa moda viene muchas veces de arriba hacia abajo y las metáforas son el método con que se van configurando. Por eso insisto en que lo performativo pone de moda la crueldad, el sadismo y el machismo, entre otros componentes en el campo de lo social.
—Plut: Creo que en poco tiempo va a aparecer el meme que diga que tenemos que dejar de hablar de la crueldad durante dos años, porque estamos todos hablando de eso. Y entiendo por qué, pero también es quedar sujetos a una agenda impuesta porque no solo son crueles sino que generan que hablemos de la crueldad y dejemos de hablar del amor. El problema no es solamente que Milei sea agresivo, sino entender cómo esto se contagia a los demás. Por eso, cuando «Bertie» Benegas Lynch afirmó que si hay libertad de expresión se puede decir cualquier cosa, siento que es grave porque no, no se puede decir cualquier cosa. Al contrario, es riesgoso.
—¿Están logrando una banalización de la sexualidad y de la política?
—Plut: Banalización no significa solamente tomar en broma algo que es serio, también significa que nada importa. Ese es el problema de la banalización.
Christophe Dejours escribió sobre la banalización de la injusticia social y dijo que antes de luchar contra la injusticia hay que luchar contra la banalización, porque, si no, no lograremos nada. Podemos salir a decir que tal política de Milei es injusta, y, aunque eso sea cierto, queda en la nada porque todo puede ser dicho de cualquier manera, como cuando un día se dice que el salario promedio es u$s 1.100 y a los dos días que el es de cuatrocientos dólares, y no pasa nada. Y no es que Milei se haya equivocado, es que la lógica que impera es que uno puede decir cualquier cosa: todo razonamiento queda abolido.
La banalización de la sexualidad implica una lumpenización de distintos sectores sociales, pero también es desconocer qué entraña la violencia como lógica de relación entre las personas, que es contagiosa y que destruye todo lo que sea cultura. No en el sentido del cine o la literatura sino en su sentido más civilizatorio, porque ellos están dando una batalla contra la cultura.
—¿Por qué?
—Plut: En términos más psicoanalíticos, lo que está ocurriendo es una «desinvestidura» de la realidad. No importa lo que ocurra en los hechos porque se puede decir otra cosa que ni siquiera es mentira, ya que la mentira intenta ocultar una realidad. Esto es una «desinvestidura» de lo real. Y, en ese sentido, la banalización de la sexualidad es una violencia y falta de amorosidad frente al contrincante, porque se la pasa insultando con este tipo de modalidades sexuales a todo aquel que no esté de acuerdo con sus posturas.
Plut cree que se debe pensar el problema «en términos de regresión social o desestimación del otro, de la realidad o su «desinvestidura»». Y para ello retoma un punto anterior: «Cuando Milei habla de sus hijos de cuatro patas, no está humanizando a sus perros, sino que se está animalizando a sí mismo. Y el riesgo es que nos estemos animalizando todos, porque si yo puedo pegarle al que está al lado estoy ejecutando una conducta anti civilizatoria».
Sonis,por su parte, insiste con que «nadie se arregla solo, nadie vive solo, nadie piensa solo, nadie adquiere el lenguaje solo. Esa es una fantasía que trató de vender Hollywood con Tarzán, el tipo que es criado por los animales. Sólo él es persona y fíjate que creció bilingüe, hablaba inglés y el lenguaje de los animales. Pero eso es una fantasía».
«Hay una película de François Truffaut, «El pequeño salvaje», inspirada en la historia de Víctor de Aveyron, que fue criado por animales en la selva francesa, y nunca terminó de ser persona. Nunca logró adquirir un lenguaje fluido ni su cuerpo se acostumbró a las ciudades, quedó como persona potencialmente posible de llegar a serlo». Y sentencia: «Esto significa que nos constituimos en personas entre personas. Sin embargo, Milei vende una metáfora —una más— en la que cada uno se va a arreglar solo, y eso es una fantasía que cuando estalle contra la realidad nos va a costar mucho: ya van a estar destruidos otros recursos para poder amainar el golpe».
Las metáforas sexuales del poder, o no tanto
«El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina». Javier Milei, en A24, entrevistado por Luis Novaresio. Octubre de 2018.
«Los chairos son el club de los penes cortos». Javier Milei en una disertación en México. El término «chairo» refiere a quien defiende las causas sociales, cercanos a las ideas de la izquierda o el progresismo (conferencia dada en 2018).
«Pobres, medio analfabetos pero sabiendo cómo hacer sexo anal desde la niñez». Victoria Villarruel en su cuenta de Twitter (octubre de 2018) como respuesta a un tuit en el que se informaba que el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) había entregado al gobierno de Mauricio Macri un financiamiento por doscientos millones para el Programa de Apoyo a Políticas de Igualdad de Género.
«Yo no estoy en contra de la educación sexual. Fomento la pornografía. A los chicos les digo que la miren. Si un chico tiene una computadora o un teléfono, se informa sobre eso. Es como yo aprendí de educación sexual» Ramiro Marra, cuando recomendó consumir pornografía en lugar de recibir educación sexual integral (ESI). Junio de 2023.
«Son seres humanos que merecen todo nuestro respeto. Como los rengos, como los ciegos, como los sordos». Ricardo Bussi en un encuentro organizado por el Centro de Investigaciones Tucumán (CIT). Octubre de 2023.
«Nadie le puede tocar el culo a Caputo».
Javier Milei, en una entrevista (junio de 2024).
«Lo quisieron llevar a $1.800 y les dejamos el culo como a un mandril». Javier Milei, sobre la cotización del peso (julio de 2024).
«Mandriles, ensobrados, les cerramos el orto». Javier Milei en un acto en el Parque Lezama, CABA (septiembre de 2024).
«Lo que me están diciendo es que yo le rompa el culo al pueblo argentino con impuesto inflacionario para pagar la deuda, por eso son unos tremendos hijos de remil puta». Javier Milei en el Congreso de Inversiones Inmobiliarias (agosto de 2024).
«Mucho sexo gay». Javier Milei, en Instagram. Se trataba de un posteo en el que comparó la «sociedad progre ideal» con una cárcel a la que calificó como una «panacea socialista» (agosto de 2024.
«Sobame la quena, reina». Lilia Lemoine como respuesta a un tuit de la directora de Auditoría y Control de Gestión del Senado, Iris Speroni (enero de 2025).
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