Del fulgor a la crisis: el futuro incierto del streaming

Las plataformas reformulan sus estrategias en un mercado saturado y en caída, tras el pico de crecimiento que experimentaron durante la pandemia. Las variables van desde incluir publicidad hasta priorizar lo masivo, recortando contenidos originales o de autor. Una vez más, los que pierden son los usuarios.

La burbuja estalló. Fue de golpe, de una manera inesperada. Los datos estaban ahí, pero nadie los veía o, más bien, todos se hacían los tontos. Los últimos años habían sido raros, contradictorios. La misma pandemia que arruinó los negocios —y las vidas— de muchas personas y empresas fue casi una bendición para las plataformas de streaming. Con miles de millones de personas en todo el mundo imposibilitadas o limitadas a la hora de salir de sus casas por un largo tiempo, el entretenimiento online explotó por todos los costados; de los imaginables (incontables videos de YouTube) a los algo más novedosos (vivos de Instagram, la explosión de TikTok). Y las plataformas de contenido estuvieron entre las más beneficiadas de todas. Solo en América Latina —que es un jugador menor en el mercado internacional, aunque uno con gran potencial de crecimiento—, las suscripciones crecieron a un ritmo de 36% anual durante 2020 y 2021.

La expansión del negocio de las plataformas ya era veloz antes de la pandemia: un aumento sostenido de suscriptores y, más que nada, de producción. Primero Netflix, el pionero, y luego Amazon Prime Video, Apple TV+, Disney+, Paramount+ y HBO Max, entre otras, pasaron de ser bibliotecas de películas y series de TV (algo así como videoclubes online con suscripción mensual) a ser sus propias generadoras de contenido, tanto adquiriéndolo como produciéndolo «en casa». El crecimiento fue constante. Y la llegada del covid-19 lo potenció aún más. Cada semana se anunciaban más series y películas de todo tipo, aparecían más plataformas y llegaban a nuevos países. Stranger Things se convirtió en el caballito de batalla de Netflix de estos años; Euphoria fue la entrada de HBO Max en el mercado adolescente; Prime Video finalmente encontró una potencial franquicia en The Boys; Paramount+ creció gracias a Yellowstone y otras series de Taylor Sheridan, mientras que Apple TV+ hizo lo propio con Ted Lasso. En tanto, Disney (y su pariente Star+) crecieron a base de una dieta fija de Marvel, Star Wars y los deportes en vivo vía ESPN.

Mientras las salas de cine seguían cerradas, pedían subsidios para mantenerse abiertas o poder pagarles a sus empleados desocupados, el universo se concentraba en el entretenimiento online. El futuro sería virtual o nada, clasificado por algoritmos, servido en bandeja al gusto del consumidor con solo cliquear dos veces.

¿Pero era un crecimiento real o una de esas burbujas que nacen en épocas de supuesta bonanza? ¿No sería, finalmente, un fenómeno similar a esas explosiones de «canchas de pádel» que arruinaron la economía de tantos cuentapropistas transformados en súbitos inversores?

El año pasado la expansión se empezó a frenar. La pandemia retrocedía, la gente volvía a salir, y ponerse a ver una serie por streaming pasó a ser una opción más como tantas otras. Hasta que un día Netflix habilitó números y quedó todo bastante más claro: los suscriptores no sólo no habían subido lo esperable sino que, algo inédito en su historia, habían bajado de un cuatrimestre a otro. Además, según sus cálculos, iban a seguir reduciéndose, algo que efectivamente sucedió. El 20 de abril de 2022 fue una jornada negra en los mercados: Netflix perdió el 35 % de su valor en Wall Street en un sólo día. Y ya nada fue lo mismo. Pocos meses después, los nuevos directores de la fusión entre Warner Bros. y Discovery anunciaron que la que parecía ser la nueva estrella de la compañía —la recientemente lanzada HBO Max— estaba perdiendo mucho dinero y sería reconfigurada. Empezaron a cancelar series, a abandonar proyectos y a sacar contenidos de la plataforma. A tal punto los números no cerraban que hicieron algo impensado en Hollywood: decidieron meter en un cajón y no estrenar un par de films ya terminados, incluyendo la esperada película de superhéroes Batgirl.

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