Cierre de Télam: Atentado al derecho ciudadano a la comunicación
La decisión del presidente Javier Milei de cerrar la agencia de noticias Telam no tiene —al margen de los argumentos que se esgriman— un motivo económico de peso. Se trata de un nuevo avance contra los derechos de los profesionales que trabajan en la agencia y un atropello a la cultura y a la comunicación democráticas de la sociedad argentina.

En su discurso al inaugurar el pasado viernes la Asamblea Legislativa el presidente Javier Milei incluyó pocos anuncios concretos arropados por frases destinadas a su tribuna ideológica, amenazas y estadísticas —la mayoría de ellas dudosas e incomprobables— con el intento de justificar el brutal e inhumano ajuste que está llevando adelante su gobierno. Entre los anuncios adelantó el cierre de Télam, la agencia pública de noticias. A ello siguió el lunes el vallado de las oficinas principales de la agencia y la página web fue deshabilitada. Según Milei la agencia no puede seguir prestando servicios porque ha sido «agencia de propaganda» de los gobiernos, señalando una vez más al estigmatizado «kirchnerismo». Vale anotar que la agencia no es un «invento» reciente sino que está próxima a cumplir en el mes de abril 79 años de funcionamiento.
Según un estudio realizado a fin del año anterior por los propios trabajadores, la agencia Telam cuenta actualmente con 760 trabajadores y trabajadoras y 803 medios de todo el país están suscriptos como clientes fijos, que reciben no solo servicios informativos, sino también fotos, videos e infografías. Es la única agencia de noticias con cobertura federal con capacidad para reflejar la diversidad informativa de un país como la Argentina. Por este mismo motivo es una fuente imprescindible para alimentar a todos los medios, públicos y privados, con información que de otro modo no se conocería. Permite también a los medios de las provincias argentinas contar con una agenda diferente a la de los medios concentrados capitalinos acostumbrados a una mirada centralista y porteña. La agencia es además una cara informativa del Estado y la sociedad argentina hacia el exterior.
La plataforma de Telam recibe ocho millones de consultas cada día, produce mensualmente más de veinte mil piezas informativas (incluyendo trece mil cables) más fotos, videos, audios e infografías que se verifican en algo más de 450.000 descargas por mes. Para hacerlo trabajan más de setecientas personas.
El cierre de Télam no solo lesiona los derechos de las y los profesionales que trabajan en la agencia, sino que atenta contra toda la ciudadanía, a la que se priva de acceso a la información plural y diversa, que es parte del derecho humano y ciudadano a la comunicación, pieza esencial del ejercicio que tienen las personas a tomar decisiones libres con información fundada.»
A su vez, Télam es fuente de consulta por historiadores y estudiantes de todo el mundo. El archivo periodístico de Télam contiene diversos formatos (cables escritos, fotografías en negativo-diapositiva-digitales, material audiovisual y archivo de radio). Existen 38.000 registros audiovisuales que datan desde el 2009 a la actualidad, mas 2.990.000 documentos periodísticos de archivo, más de un millón y medio de negativos, más de cincuenta mil fotografías blanco y negro en papel.
El relevamiento hecho por quienes trabajan en Télam indica que el peso de las remuneraciones sobre el total de egresos pasó del 68,27 % en diciembre de 2019 al 22,29 % en agosto del 2023. La mejora es de casi 46 puntos porcentuales lo que representa una mejoría del 67,3 % entre puntas. Es decir, que si está bien gestionada no es deficitaria y, en consecuencia, la cantidad de trabajadoras y trabajadores no genera un gasto para el Estado.
El argumento económico es inconsistente.
Pero además la eventual desaparición de Telam, como de otros medios públicos como radio Nacional y la Televisión Pública, dejaría el escenario comunicacional en manos exclusivas del sector privado hoy dominado por corporaciones aliadas con los poderes económicos.
Aunque en este caso no sirva para argumentar ante quien se considera a sí mismo como «anarco capitalista» que detesta el Estado, es evidente que, sin agencia de noticias y publicidad, no solo el Estado sino la sociedad argentina se priva de un instrumento de soberanía y autonomía política, cultural, comunicacional y, en definitiva, democrática. Frente a esto la respuesta oficial es el cinismo del vocero Manuel Adorni cuando sostiene que esta medida «no tiene nada que ver con el pluralismo ni con la libertad de prensa».
La decisión de cerrar Télam y privatizar los medios públicos es una determinación ideológica del gobierno de Javier Milei decidido a entregar todo a manos privadas, ya no porque «todo lo privado es mejor» como se argumentó en otro tiempo y quedó claramente desmentido por la historia, sino sencillamente porque hay capitales aliados con el gobierno y a los que LLA quiere favorecer, que pretenden hacer negocios con todo lo que llegue a sus manos.
Siguiendo con la política implementada hasta ahora el gobierno de Milei arremete contra los derechos de las personas. En este caso no solo se lesiona los derechos de las y los profesionales que trabajan en Télam, sino que se atenta contra toda la ciudadanía, a la que se priva de acceso a la información plural y diversa, que es parte del derecho humano y ciudadano a la comunicación, pieza esencial del ejercicio que tienen las personas a tomar decisiones libres con información fundada.