Voto conservador y consolidación libertaria: el nuevo mapa electoral argentino
Según los análisis de Alfredo Serrano Mansilla del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) y del Área de Política Subnacional y Relaciones Intergubernamentales de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), las elecciones del domingo 26 de octubre muestran dos fenómenos complementarios: por un lado, la persistencia de un 40 % del electorado que sostiene opciones conservadoras históricas, independientemente de las crisis económicas o los escándalos políticos; por otro, la consolidación territorial y legislativa de Javier Milei y La Libertad Avanza, que amplían su influencia nacional mientras los gobernadores de distintos partidos pierden peso electoral. Juntos, estos procesos configuran un mapa político donde la polarización se intensifica y la gobernabilidad futura se negociará entre bloques claramente definidos, con un electorado que combina fidelidad ideológica y búsqueda de alternativas rupturistas.
De acuerdo con el informe elaborado por Alfredo Serrano Mansilla —cuyo título es La fidelidad del 40 %— en Argentina la política puede leerse como una serie de crisis que no logran alterar una verdad persistente: cuatro de cada diez votantes eligen, elección tras elección, el mismo tipo de proyecto político, por más que cambien sus nombres, rostros o discursos. Es el voto que sobrevive a los fracasos, que atraviesa la desilusión económica y que no se conmueve ante los escándalos.
El autor recuerda que, en las presidenciales de 2003, Carlos Menem y Ricardo López Murphy sumaron 40,8 % de los votos en primera vuelta, incluso después del colapso de 2001. Dieciséis años más tarde, en 2019, Juntos por el Cambio alcanzó 40,2 % pese al desgaste del macrismo. Y ahora, en las últimas legislativas, el mileísmo volvió a repetir casi el mismo número: 40,8 %. «Ese 40 % no falla», sintetiza Serrano Mansilla. «Es una franja de la sociedad que siempre vota igual, más allá de las circunstancias».
Según los datos del informe, lo más llamativo de este bloque es que no se trata de un sector beneficiado materialmente por las políticas que apoya. La gran mayoría de sus votantes no vive mejor bajo gobiernos conservadores, pero sostiene su adhesión por razones ideológicas y culturales, más que económicas.
El mileísmo, explica el informe, no creó ese voto, sino que lo heredó y lo reorganizó bajo una nueva retórica. Su mérito fue darle una identidad de época a una sensibilidad preexistente: el enojo social, la desconfianza hacia el Estado, la ilusión de un orden fundado en la competencia individual.
El análisis subraya el carácter casi identitario de ese voto. Los escándalos, los retrocesos económicos y los casos de corrupción no parecen afectarlo. «Es un electorado que no reacciona ante el deterioro», explica Seerano Mansilla.
El estudio también mira el otro lado del tablero. Porque —advierte— no toda la sociedad argentina comparte ese ideario. Existe un 60 % restante que no se siente representado por el mileísmo ni por la tradición conservadora, pero que no logra actuar políticamente de manera unificada.
De acuerdo con el análisis de Serrano Mansilla, la dificultad de construir una alternativa radica en la brecha entre la agenda pública y los problemas concretos de la mayoría. Mientras la discusión mediática gira en torno a los viajeros al exterior o las prepagas privadas —temas que afectan a un 10 % de la población—, la mayoría del país espera respuestas sobre vivienda, salud, trabajo y seguridad alimentaria.
El comentario de Serrano Mansilla permite ver con claridad un fenómeno que suele perderse en el ruido electoral: la estabilidad del voto conservador argentino como constante histórica. Más que una preferencia coyuntural, se trata de una estructura emocional y cultural que atraviesa generaciones. El desafío para las fuerzas no conservadoras no es solo político, sino también simbólico: reconstruir una narrativa capaz de volver a nombrar al país real.
Perder de local
De acuerdo con el informe Perder de local, elaborado por el Área de Política Subnacional y Relaciones Intergubernamentales de la Unsam, las últimas elecciones legislativas dejaron una fotografía clara: La Libertad Avanza (LLA) se consolidó como una fuerza de alcance nacional, mientras los gobernadores provinciales sufrieron un retroceso generalizado.
El trabajo —elaborado por Jacqueline Behrend, Iván Jacobsohn, Augusto Abdulhadi, Penélope Vaca Ávila, Nahuel Dragún, Facundo Sánchez, Rodrigo Curto y Rodrigo Malpartida— examina los resultados distrito por distrito y muestra cómo el oficialismo libertario logró mantener e incluso ampliar su presencia legislativa, pese a la caída del respaldo a varios aliados y la fragmentación del resto del sistema político.
El informe señala que el país «volvió a pintarse de violeta», reflejo del dominio territorial que Milei logró extender a gran parte de la Argentina. Sin embargo, ese avance se tradujo también en un fuerte golpe a los gobernadores, muchos de los cuales perdieron en sus propias provincias, incluso aquellos que habían ganado con comodidad en elecciones locales recientes. Este fenómeno repite, según los autores, lo ocurrido en 2023, cuando los votantes diferenciaron entre el voto provincial y el nacional, refrendando a sus líderes locales para la gestión provincial, pero expresando un claro descontento hacia la política tradicional en el plano nacional.
En las legislativas de este año, esa tendencia se profundizó: en trece provincias los jefes provinciales fueron derrotados. El radicalismo, el PRO y los partidos provinciales no pudieron sostener el caudal que habían obtenido en sus comicios locales. «El radicalismo quedó desdibujado, el PRO se integró a La Libertad Avanza y Provincias Unidas, el nuevo espacio de gobernadores, no logró convertirse en una alternativa viable», destaca el informe de la Unsam.
Los gobernadores peronistas, por su parte, resistieron mejor, con la excepción significativa de la provincia de Buenos Aires. Allí, Fuerza Patria —el principal espacio opositor— perdió por una diferencia mínima frente a la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO, en un contraste notorio con el triunfo provincial de Axel Kicillof apenas dos meses antes. En términos generales, el estudio indica que la mayoría de los gobernadores que sufrieron reveses pertenecen a partidos provinciales atrapados en la polarización entre Milei y el peronismo.
La pérdida de representación de los partidos locales fue evidente en distritos como Río Negro, Misiones, Neuquén, Santa Cruz o Chubut, donde fuerzas provinciales que habían dominado por años quedaron relegadas o directamente sin bancas.
El informe describe un reacomodamiento profundo del sistema de representación, con un Congreso donde LLA se expande principalmente a costa del PRO, la UCR y los partidos provinciales, y no tanto del peronismo. En la Cámara de Diputados, los libertarios capitalizaron el voto de las fuerzas conservadoras y del desencanto con los espacios tradicionales, mientras que en el Senado incrementaron su bloque, fortaleciendo la posición del Ejecutivo.
Los autores interpretan estos resultados como una señal de gobernabilidad reforzada para Milei, aunque advierten que «aun con un bloque ampliado, el oficialismo no tendrá quórum propio y deberá seguir negociando con la oposición o recurrir a los vetos y decretos presidenciales».
El estudio también dedica un apartado a la lectura provincial de los resultados, destacando el caso bonaerense como epicentro del cambio de tendencia. Allí, los libertarios dieron vuelta una diferencia de catorce puntos en apenas mes y medio. En contraste, en distritos del norte y el sur del país se consolidaron bastiones peronistas, como Formosa, Tucumán, Catamarca o Santiago del Estero, donde los oficialismos locales retuvieron el poder con holgura.
Desde una perspectiva más amplia, el análisis de la Unsam subraya que las legislativas confirman una doble tendencia: la nacionalización del liderazgo de Milei y el debilitamiento de los equilibrios federales tradicionales. Los gobernadores, que históricamente habían funcionado como actores clave en la negociación política argentina, pierden capacidad de incidencia frente a un Ejecutivo, que se legitima directamente en el voto nacional y que articula su poder mediante alianzas coyunturales más que institucionales.
En esa línea, los investigadores remarcan que «las elecciones intermedias son una radiografía de la correlación de fuerzas hacia el Congreso y un termómetro de la gobernabilidad futura». Pero también advierten que no necesariamente anticipan lo que ocurrirá en 2027: la historia reciente muestra que los resultados de medio término no siempre se replican en las presidenciales siguientes.
Sin embargo, la diferencia actual radica en el grado de consolidación territorial del mileísmo, que ya cuenta con estructura en casi todas las provincias y un discurso homogéneo que sigue interpelando a un electorado de identidad antisistema. La proyección, según el informe, es la de una fuerza que busca institucionalizarse sin perder su impronta rupturista, una combinación que desafía a las coaliciones tradicionales.
Para el peronismo, el panorama es de transición. «Las elecciones mostraron el agotamiento del kirchnerismo como motor del espacio, tanto en la provincia de Buenos Aires como a escala nacional», indica el estudio. A la vez, se abre paso la figura de Axel Kicillof como posible articulador de un nuevo liderazgo federal dentro de la oposición.
En esa perspectiva, la Unsam interpreta que el resultado electoral reordena el tablero político nacional en torno a una polarización nítida entre Milei y el peronismo, sin una tercera vía consolidada como la que pretendía construir Provincias Unidas. Esa ausencia de un actor intermedio refuerza la lógica binaria y, con ella, la gobernabilidad presidencial a corto plazo, aunque también incrementa los riesgos de fragmentación institucional en el mediano plazo.
Resumiendo: 1) Las elecciones legislativas confirman la nacionalización del liderazgo de Milei y el retroceso de los gobernadores como actores centrales del federalismo argentino; 2) La Libertad Avanza amplió su presencia en ambas cámaras, pero deberá seguir negociando para gobernar: no tiene quórum propio ni estructura territorial consolidada.
En pocas palabras
Según estos análisis, las elecciones recientes revelan la coexistencia de dos fenómenos centrales en la política argentina: la fidelidad histórica de un 40 % del electorado hacia opciones conservadoras, resistente a crisis económicas y escándalos políticos; y la consolidación territorial y legislativa de Javier Milei y La Libertad Avanza, que logran proyectar un liderazgo nacional y reorganizar el mapa político. Juntas, estas tendencias muestran un país polarizado, donde la gobernabilidad futura dependerá de la capacidad de negociar entre dos bloques, mientras se mantiene la tensión entre continuidad ideológica y búsqueda de alternativas rupturistas. Esta lectura unificada permitiría comprender que, más allá de los resultados de cada elección, se están definiendo las coordenadas de la política argentina para los próximos años.
Marcelo Valente
Editor de Esfera Comunicacional.
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