¿Qué es la guerra cognitiva?

La verdad no está en disputa, pues ya ha sido anulada, ahora se trata de anular también el discernimiento, la capacidad de pensar y de crear por uno mismo.

Margaret Thatcher

Era 1981 y Margaret Thatcher lo dejó claro en una entrevista al decir, sin tapujos y sin anestesia, que la economía era el método, pero que el objetivo era cambiar las almas. Aún no existían internet ni las redes sociales.

Efectivamente, estamos inmersos en una guerra que se desarrolla en nuestros cerebros y que anula nuestra capacidad de pensar. Ya sabíamos de una guerra informativa con sus fakes, sus posverdades sin escrúpulos, dirigida a manipular nuestros deseos, a hacernos ver enemigos a nuestro alrededor y a que asumamos postulados conspiranoicos. Pero ahora se trata de ir más allá. Se trata, no ya de moldear nuestro pensamiento, sino de anularlo. Se trata de colonizar el cerebro. Es la guerra cognitiva.

Internet, las redes sociales, son el método, el objetivo son nuestras cabezas, nuestros corazones y nuestras almas»

Todo esto no es una paranoia mía, sino que viene descrito en un estremecedor informe interno de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) de 2020 que se llama precisamente así: La guerra cognitiva, firmado por el teniente coronel Francois du Cluzel. El documento adjudica esta guerra a los enemigos de la Alianza Atlántica, Rusia y China, pero en realidad lo que desglosa es aquello que la propia OTAN y las grandes compañías del capitalismo tecnológico y financiero vienen aplicándonos desde hace años. Internet, las redes sociales, son el método, el objetivo son nuestras cabezas, nuestros corazones y nuestras almas. La amenaza de Thatcher hecha informe.

El documento, en sus párrafos iniciales, advierte: «La Guerra Cognitiva interrumpe la comprensión y las reacciones ordinarias a los eventos de una manera gradual y sutil, pero con efectos dañinos significativos a lo largo del tiempo. Los instrumentos de la guerra de la información, junto con la adición de armas neuronales, se suman a las perspectivas tecnológicas futuras, lo que sugiere que el campo cognitivo será uno de los campos de batalla del mañana (…) Con la sobrecarga de información, las habilidades cognitivas individuales ya no serán suficientes para garantizar una toma de decisiones informada y oportuna, lo que dará lugar al nuevo concepto de Guerra Cognitiva, que se ha convertido en un término recurrente en la terminología militar en los últimos años. La guerra cognitiva tiene un alcance universal, desde el individuo hasta los Estados y las organizaciones multinacionales y se alimenta de técnicas de desinformación y propaganda dirigidas a agotar psicológicamente a los receptores».

Esta guerra de cuarta generación pretende menoscabar la confianza mutua y destruir el contrato social»

El informe continúa hablando, casi literalmente, de actuar sobre las creencias, de polarizar, de radicalizar a ciertos grupos para dividir la sociedad y de generar analfabetismo político. La verdad no está en disputa, pues ya ha sido anulada, ahora se trata de anular también el discernimiento, la capacidad de pensar y de crear por uno mismo, para convertir a cualquier usuario en un arma. Cuanto mayor sea la saturación informativa, más se extiende la ira y más trolls y haters aparecen. La mayoría de ellos, anónimos; otros, dando sus nombres, convencidos y cegados por el odio que les han inoculado. Ya no son meros receptores pasivos de una propaganda ideológica, sino militantes activos de esa ideología. Es decir, un lavado de cerebro masivo. Para colmo, la línea entre el ciberespacio y el mundo real se está volviendo borrosa y se multiplican, por ejemplo, los individuos-armas que se manifiestan en Ferraz (incluso para defender a Nacho Cano), que acosan a los Iglesias-Montero en su casa o que agreden a cómicos mientras actúan en bares.

Esta guerra de cuarta generación, a la que se suma el uso malintencionado de la inteligencia artificial, pretende menoscabar la confianza mutua y destruir el contrato social que nos aglutina como sociedad y, para ello, se cuestionan los procesos electorales, la legitimidad de las instituciones o la legalidad de nuestras representantes. La desconfianza será tal que desembocará en un todos contra todos.

Integrante del Consejo Editorial de CTXT, donde se publicó originalmente esta nota bajo una Licencia de Bienes Creativos Comunes.


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