Población mundial, más de ocho mil millones

El pasado 15 de noviembre la Tierra alcanzó los ocho mil millones de habitantes, solo once años después de que se alcanzaran los siete mil millones. De nuevo –desde hace ya más de trescientos años– las voces del malthusianismo vuelven a las andadas, presumiendo de filantropismo futurista.

Tokio | Pixabay

Se espera que alcancemos los diez mil millones de personas en el planeta entre los años 2070 y 2080, según estimaciones de la ONU. El Fondo Mundial para la Naturaleza achaca la disminución de vida silvestre (en dos tercios entre 1970 y 2020) al crecimiento de la población mundial.

Paradójicamente, Elon Musk tuiteó que «el colapso de la población debido a las bajas tasas de natalidad es un riesgo mucho mayor para la civilización que el calentamiento global».

Algunos de los nuevos adalides –visibles– del viejo malthusianismo son Bill Gates, Klaus Schwab o George Soros; a saber: esta gente no trama nada bueno, lo cual es visible en sus mismos sitios de referencia.

-Bill Gates, vinculado a la esterilización transgénica de semillas y a los experimentos bacteriológicos sobre humanos #BillGatesBioTerrorist.

-En cuanto a Klaus Schwab, ya sus distinciones denotan un entramado ultranacional profundamente oscuro. [4]

-Sobre George Soros, nada que añadir a sus propias declaraciones, en las que sostiene a menudo que únicamente le interesa hacer dinero, a costa de lo que sea.

La salud de la población mundial no esta segura en las manos de estas personas y sus respectivos entes. Nuestra supervivencia pasa por una visión no genocida sobre el viejo tema del crecimiento demográfico.

El Documento Humanista (1993) sostiene:

Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.

El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos.

Solo hemos que desplazarnos por una carretera entre ciudades distantes para ver las grandes extensiones de terreno en las que no vive nadie. En muchos casos estas extensiones son áridas y descuidadas (no bosques frondosos).

Podemos desarrollar nuevos núcleos poblacionales atuosostenibles sin necesidad de vivir todos hacinados en la proximidad en las grandes metrópolis. Y lo más importante: debemos cambiar nuestro estilo de vida tecnoconsumista por un nuevo paradigma humanista.

Javier Belda

Integrante de Instituto Humanista de Pronosticación Sistémica (https://www.pressenza.com/es/author/ihps)

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