Malabarismos
Con la visión de dos pensadores, separados en más de medio siglo, la nota hace referencia a la importancia del lenguaje «soberano» y a la defensa de éste, poniendo el énfasis en la importancia de la comunicación popular como una herramienta valiosa de transformación social.

El neoliberalismo produce formas de ocio, relaciones afectivas o urbanismo que normalizan la fragmentación, la fragilidad de los lazos sociales y el «todos contra todos”»
Iñigo Errejón
Robert Phillipson es profesor emérito de la Escuela de Negocios de Copenhagen. Aunque su trabajo está relacionado a la enseñanza del idioma inglés, parte de su investigación se enfoca al derecho humano lingüístico. En 1992 publicó el libro Imperialismo lingüístico, allí el autor dice:
El imperialismo lingüístico se entrelaza con una estructura del imperialismo en la cultura, la educación, los medios de comunicación, la comunicación, la economía, la política y las actividades militares. En esencia, se trata de explotación , injusticia, desigualdad y jerarquía que privilegia a quienes pueden usar el idioma dominante. Es estructural: se conceden más recursos materiales e infraestructuras a la lengua dominante que a otras. Es ideológico: creencias, actitudes e imágenes glorifican el idioma dominante, estigmatizan a los demás y racionalizan la jerarquía lingüística. El dominio es hegemónico: se internaliza y se naturaliza como siendo “normal”. El dominio de la lengua imperial y su aprendizaje en la educación implica su consolidación a expensas de otras lenguas: el uso de la lengua sirve así a propósitos sustractivos. Esto implica derechos desiguales para los hablantes de diferentes idiomas.»
En la defensa de lo cultural es imprescindible recuperar, del secuestro ideológico, a las palabras que significan y forman parte del lenguaje colectivo y modelan el pensamiento grupal. El ejemplo de la palabra libertad es suficiente para ejemplificar el fenómeno; se dicen defensores de la libertad y, por supuesto, defiende la libertad, pero la de ellos, cualquier acción reforma, intención de alterar el estatus quo que garantiza el libre accionar sobre el resto, es inmediatamente criticado, judicializado y estigmatizado, de manera tal que, aún los que se ven beneficiados con el cambio, se sientan identificados con el opresor.
Cuando la comunicación funciona a modo de nado sincronizado, sin importar quienes son los ejecutantes, se transforma en un lazo social que, de igual manera, atraviesa a la población sin importar el estamento al que pertenece y transforma el sentido colectivo en una sola expresión, que puede ser de amor, odio, indiferencia y en el peor de los casos en suicidio colectivo. El sistema económico se encuentra maquillado con la libertad de mercado, es un texto sagrado del que no se puede dudar y cualquier tipo de interpelación es contestada con violencia y descalificación. Asi los medios hegemónicos pasan a ser vehículos usados por el poder económico para reproducir su evangelio.
Edward Bernays (1891 – 1995), doble sobrino de Freud, su padre es hermano de la mujer del fundador del psicoanálisis y su madre Anna Freud es su hermana, escribió una gran cantidad de libros vinculados a las relaciones públicas: en 1923, Cristalizando la opinión pública; en 1928, Propaganda,. Justamente este título es como un marcador en la manipulación de la opinión pública. Si se busca el origen de la palabra propaganda veremos qué tiene su origen en el latín propagare y que dicho término fue difundido por el papa Gregorio XV en 1622, cuando estableció De propagare fide, con la finalidad de profundizar y extender la evangelización de los pueblos paganos.
De igual forma Bernays entendió la necesidad de recurrir a la manipulación pública para la obtención de resultados, no siempre a favor de la sociedad; decía:
Si logramos comprender el mecanismo y los resortes de la mentalidad colectiva, ¿acaso no podríamos controlar a las masas y movilizarlas a voluntad sin que ellas se dieran cuenta? La manipulación consiente, inteligente, de las opiniones y los hábitos organizados de las masas juega un rol crucial en una sociedad democrática. Quienes manipulan ese mecanismo social imperceptible forman un gobierno invisible que realmente dirige el país.»
Es entonces cuando el poder real usa, en lugar de sacerdotes, a un grupo de malabaristas periodísticos, que hacen con la noticia y desde la realidad que la forma, un producto por el cual se puede manipular la opinión pública. Por supuesto, la comunicación popular, nace también desde la realidad, pero interpela a aquellos que con su manoseo a la dignidad de la población, del atropello del colectivo social, producen un deterioro moral que muchas veces hace explosión, porque no se puede ocultar, todo el tiempo y con artilugios argumentativos la evidencia cotidiana.
La información elegida en favor del poder, apoyada por comentarios cándidos y sin ningún tipo de explicación ideológica, hacen de la noticia hoy en día, la mejor herramienta para la manipulación pública. Es de urgencia que aquellos que están enrolados en la comunicación popular, pongan a funcionar un esquema de trabajo efectivo, que permita a la sociedad, romper la burbuja noticiosa creada por los malabaristas periodísticos.