En el reino de Milei el que más miente es el rey

El candidato ultraderechista no tiene límites a la hora de difundir noticias falsas. Desde las redes sociales replica o postea supuestos apoyos de Lionel Messi y sin ninguna prueba alienta una «narrativa del fraude electoral».

La ultraderecha avanza por el peligroso andarivel de la difusión de noticias falsas. A días del balotaje que definirá al próximo presidente del país, las fakes news propagadas por Javier Milei y su ejército de operadores en las redes sociales están a la orden del día. No hay límites para el candidato que pasó de decirle a Patricia Bullrich que pone bombas en los jardines de infantes a invitarla a formar parte de La Libertad Avanza. Tampoco se le mueve un pelo cuando inventa mentiras que involucran a Lionel Messi y un presunto apoyo hacia él. Aunque no formalizó ninguna denuncia, está alentando una «narrativa del fraude electoral»; en una entrevista reciente con Jaime Bayly, afirmó que «hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado».

El diputado libertario intentó usufructuar el malestar que generó la falta de combustible con un posteo en el que un trabajador de una estación Shell aparece cargando el tanque de la moto de otro playero, pero de la estatal YPF. «Una foto que dice mucho más que mil palabras… Viva la libertad carajo», escribió en su cuenta de Instagram. Uno de los protagonistas desentrañó la manipulación. «El playero de la Shell soy yo, Mauro Ibarra Molas», aclaró el ahora arquitecto que trabajó en una estación de servicio ubicada en Resistencia entre 2016 y 2017, y explicó que como la estación del playero de YPF estaba llena cargó en la Shell porque «no queda bien estar cargando tu propia moto y hacer esperar a los clientes». El arquitecto reflexionó que «sólo hay libertad cuando hay igualdad de oportunidades» y cerró su respuesta con una frase en las antípodas de la ideología del principal referente de la ultraderecha: «¡Viva la democracia!».

Democracia amenazada

«El «miente, miente, que algo quedará» siempre le resultó cómodo y práctico a la ultraderecha. Desde el nazismo hasta las dictaduras latinoamericanas y la negación de sus crímenes, hasta experiencias más recientes como la de (Jair) Bolsonaro en Brasil o (Donald) Trump en Estados Unidos», dice Aixa Boeykens, presidenta de Redcom (Red de carreras de comunicación y periodismo de Argentina), una de las entidades que emitió un comunicado titulado Las noticias falsas amenazan nuestra democracia, documento también firmado por la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social, que puso el foco en la difusión de supuestos fraudes en el proceso electoral. Boeykins repasa cómo Bolsonaro y Trump buscaron desconocer los resultados de las elecciones en las que fueron derrotados «para desestabilizar e impedir que asumieran las autoridades elegidas».

«Para la ultraderecha el sistema democrático no es un valor en sí mismo sino que es un medio que le sirve para imponer sus propuestas económicas políticas —analiza Boeykins—. En la mayoría de los casos están representadas por la libertad del mercado para poder llevar adelante los intereses financieros sin ninguna regulación estatal. En este sentido la rapidez y sencillez con la que se construyen estas fake news son características que le sirven a la ultraderecha para montarse en prejuicios con las que disputan incidir en la construcción de un sentido común que les es favorable».

Diego de Charras, profesor de Derecho a la Información, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro de la comisión directiva de Redcom, coincide y agrega que la ultraderecha pone en duda la legitimidad del sistema electoral porque «no cree que la democracia sea el único juego posible».

De Charras señala que desde 1983 hubo un acuerdo político que estableció que la democracia es «el único juego posible» y en ese sentido «hay ciertos límites que no se transgredían». El vicedecano de la Facultad de Ciencias de Sociales de la UBA sotiene que desde el intento de asesinato de Cristina Fernández se han ido traspasando ciertos límites de violencia política y de cuestionamientos al sistema democrático que son «muy complicados y peligrosos». La transgresión de estos límites no es privativa de Argentina. «Estamos viendo cómo en España se pone en cuestión la constitución; lo vimos en Francia, en Italia, en Estados Unidos con Trump, lo vimos con Bolsonaro en Brasil; es un esquema en el cual la derecha internacional está actuando coordinadamente, más o menos con los mismos argumentos y planteos, y realmente es un riesgo muy importante porque la violencia discursiva viene acompañada luego de acciones violentas», argumenta De Charras. «Nada más violento que el intento de asesinar a una referente central del sistema político argentino; pero también hay otros hechos de violencia, la toma del Palacio Planalto o la toma del Capitolio. Poner en duda la legitimidad del sistema lo que busca es como contraparte legitimar acciones violentas futuras y eso es realmente muy peligroso».

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