Cristina y la fase endoscópica del lawfare

El video en que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner delata el funcionamiento de la justicia argentina, nos permite inferir una situación anómala en nuestro país: aquello que está por suceder, en realidad, ya ha sucedido en los medios.

El Lawfare siempre contiene un procedimiento de anticipación: en él lo que sucederá ya ha sucedido. Las condenas que se dan a conocer, por ejemplo, muchas veces ya se han producido antes de iniciarse el proceso que terminará en ellas. Más aún, las causas se impulsan porque previamente se ha decidido quienes deben ser declarados culpables.

Lo expresó con claridad la vicepresidenta cuando, en el video que ella misma grabó para denunciar a los cuatro cortesanos, afirmó que la Corte «dio un aval anticipado para la condena, que tal como dije el 1° de diciembre de 2019 ante el Tribunal Oral, ya la tienen escrita y creo, a esta altura, hasta firmada».

Por ello, el video es una operación contra esa operación: denuncia que lo que se producirá —la condena— ya se ha producido. Porque las condenas son anteriores a su proceso de producción. Esa anticipación temporal, propia del lawfare, muestra que el máximo tribunal no persigue justicia sino intervenir en favor de los sectores económicos concentrados y sus socios políticos. No hay búsqueda futura de justicia: hay operación pasada y presente de intereses.

Dice Cristina Fernández en el video: «En esa dirección es que los medios de comunicación hegemónicos comenzaron a anticipar, cual modernos Nostradamus, cómo iba a fallar la corte de los cuatro en la causa fraguada y conocida mediáticamente como Vialidad u Obra Pública. La misma que con el calendario electoral en mano iniciaron el juicio oral el 21 de mayo de 2019, exactamente un mes antes de que cerraran las listas para las elecciones presidenciales. Así, y con tres años de demora, la corte de los cuatro falló exactamente como anticiparon esos medios, rechazando todos y cada uno de los recursos y las medidas de prueba que habíamos solicitado».

Como lo que sucederá ya ha sucedido, lo que va a suceder es anticipado por esos medios hegemónicos. En ese escenario, el video interviene buscando modificar el sentido de lo que esos medios han adelantado que iba a ocurrir porque ya ha ocurrido.

Esa temporalidad dislocada también está presente en la estructura narrativa del video: los subtítulos van apareciendo como si estuvieran siendo escritos con una máquina de escribir en ese instante y, por eso, escuchamos el sonido característico de la presión sobre las teclas. La escritura ocurre en ese momento y en todos los momentos en que se mira el video: es la invención retórica de un tiempo presente y continuo que coloca la pelea contra estos mecanismos de persecución en un proceso también presente y continuo. La persecución permanece: la denuncia contra esa persecución también.

En paralelo, los diarios o los portales aparecen incorporados a la operación de mediación del video: recortes de Infobae, Clarín, Perfil, La Capital, además de Página 12 y Tiempo Argentino, entre otros, son utilizados como prueba o refuerzo de la voz en off de la Vicepresidenta. Por lo cual, los medios concentrados, máquinas de captura que median invirtiendo y tergiversando los sentidos de la política, aquí son capturadas por el video para sus propias operaciones de mediación. Es la política la que media y los medios concentrados son puestos al servicio de la producción de sus sentidos alternativos.

En simultáneo, Clarín aparece también mencionado como el actor político que presiona para impedir la aprobación de leyes o para impulsar otras, una especie de ejército de ocupación de la opinión pública.

La contraofensiva

Cristina muestra en el video las operaciones de los medios hegemónicos. Es la política, entonces, mediando a esos medios. Pero, a continuación, el segundo round: los medios hegemónicos intervienen mediando el video. Las siguientes son algunas frases o títulos del diario Clarín:

«Cristina atacó otra vez a la Corte, preocupada por el juicio oral por corrupción en Vialidad.»

«… Cristina Kirchner retomó el tema que más la inquieta y lanzó una serie de ataques…»

«Nunca antes Cristina se había mostrado tan preocupada por su situación penal.»

«Para la oposición, se trata de “otra amenaza desesperada” de la Vice”.»

«Furiosa con su frente judicial, la vice calló datos y atacó con pólvora mojada. En Tribunales la ven «débil e impotente».»

“En Comodoro Py, nunca la vieron tan «preocupada» por su situación judicial.»

¿Cómo la ven? Preocupada, inquieta, furiosa, desesperada, débil e impotente. Además, el video y el término ataque son utilizados prácticamente como sinónimos.

¿Quiénes la ven? Los jueces y camaristas de Comodoro Py.

Se trata del aparato del lawfare en el despliegue de su mirada endoscópica: el gran diario hegemónico describiendo lo que los jueces ven en el interior de la vicepresidenta juzgada y al ataque.

Se trata de un encadenamiento de miradas: Clarín mira la mirada de los jueces cuando estos miran la interioridad vicepresidencial. Y, allí, encuentran un estado de preocupación, inquietud, desesperación, furia, debilidad e impotencia.

Es la creación de una Cristina débil e impotente: de una vicepresidenta sin poder. La maniobra forma parte de la estrategia del establishment local e internacional de llevar la concentración del poder desde la economía, los grandes medios y la justicia hacia la política.

Al revés, la política gubernamental, durante el kirchnerismo, ha intentado el proceso inverso: llevar la democratización del poder hacia la economía, los grandes medios y la Justicia.

La disputa es entre concentración y distribución del poder. Es decir: la expansión de la lógica democrática de la política sobre la lógica corporativa de la economía, los medios y la justicia o viceversa.

Por supuesto: el objetivo que parecen perseguir es clausurar la anomalía Kirchnerista. ¿Cómo? Mostrándola, entre otras cosas, ineficaz. Buscan desarmar uno de los principales atributos del Peronismo: su capacidad de gobernar. Y, sobre todo, su capacidad de gobernar las crisis.

El vacío, lo hueco y lo desaparecido

El cuerpo presidencial es transparente: algunos periodistas pueden ver todo lo que sucede en su interior. Según Jorge Liotti en La Nación: el presidente está «en estado de conmoción», «abatido», «sin reacción», «elusivo», «muy golpeado», «emocionalmente quebrado». El análisis político se ha tornado una práctica introspectiva. La esfera pública se superpone con la esfera íntima ¿Y que delata el interior del cuerpo presidencial? Que estamos ante un presidente sin poder: en estado de impotencia.

Por otro lado, Jorge Fernández Díaz, también en La Nación, dice «la criatura parida por Perón ha mutado definitivamente en una confusa y desconcertada confederación de caudillos huecos que se apropiaron de su apellido y de su sigla, conducidos por una oligarca capaz de iniciar una guerra contra la Corte por un problema personal (…)».

Todos: el presidente, la vicepresidenta y el kirchnerismo están en una posición de debilidad e impotencia. En su lugar hay un gran vacío. Y, este vacío, se complementa con la existencia de caudillos huecos. No hay nada afuera ni hay nada adentro. La mirada endoscópica y la panorámica se encuentran con lo mismo: con la nada. La extinción del peronismo viene anticipada por su autoextinción. El peronismo muere en las propias manos del peronismo. En las tierras del lawfare permanece la metáfora siniestra e inconmovible de la desaparición.

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Daniel Rosso

Sociólogo, docente y especialista en Comunicación. Exsubsecretario de Medios de la Nación. Director de la AM530, la radio de las Madres (https://am530somosradio.com/).

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