Comunicación y ambiente
El desafío es construir de manera colectiva las formas comunicacionales más adecuadas para afianzar la transición económica y energética a modelos más saludables, proceso que debe ser acompañado con otra subjetividad que comprenda el ambiente como un espacio posibilitador del desarrollo de la vida en sus distintas dimensiones, en la cual la defensa por los bienes y el territorio sea comprendida como la defensa de la vida misma.

En reiteradas oportunidades manifestamos la necesidad de cuestionar las bases materiales sobre las cuales se desarrolla el sistema capitalista, imperialista, patriarcal, colonial. Hablamos de los procesos económicos en los cuales se asientan la racionalidad económica, especuladora actual, que no respetan los derechos de las poblaciones ni los de la naturaleza, modelos que funcionan a partir de una única lógica: acumular ganancias.
Patrones corporativos, controvertidos, que han conducido a un estado de vulnerabilidad económica, socioecológica y climática sin precedentes. Las instituciones que surgen de este sistema como el político, el jurídico, educativo, cultural y otros configuran miradas, creencias, imaginarios con los cuales interactuamos con la realidad y la mayoría de las veces la recreamos conforme al mensaje que ellas nos ofrecen convirtiendo a la comunicación en un papel central.
En el siglo XXI la comunicación masiva se ha convertido en un aliado fundamental para el poder económico y político. Lo hace por medio del discurso que responde a la necesidad de dar permanencia y legitimidad al sistema desigual, de concentración económica y explotación sin límites de los bienes comunes. Así, la información opera como un mecanismo de control social capaz de incidir en el pensamiento y la acción individual y colectiva convirtiendo a los medios en instrumentos del poder y también en el poder mismo.
A escala mundial y local el poder mediático hegemónico trabaja incansablemente para que las poblaciones acepten los fines y los medios del sistema globalizador de producción, explotación y consumo a través de la tergiversación de la información, tendiente negar o minimizar los efectos devastadores que estos modelos conllevan: crisis sanitarias, caos ambiental global, caos climático, destrucción sostenida de ecosistemas, amenazas para las distintas formas de vida, etcétera.
Medios hegemónicos en Mendoza
En la Provincia pudimos ver como estos medios han actuado durante todo el proceso popular de defensa del agua manipulando información en los momentos clave y sirviendo a los objetivos del poder. A pesar de ello en Mendoza, la estrategia comunicacional de las asambleas socioambientales de visibilizar situaciones y cuestionar el discurso de la alianza empresarial-política fue clave para resignificar en el imaginario social la necesidad de defensa del agua y del territorio. En esa tarea el aporte incansable de los medios de comunicación comunitarios tuvo un protagonismo central. Esta unión de actividades colectivas y estrategias comunicacionales por vías alternativas fue capaz de neutralizar el poder de la comunicación hegemónica y capaz de movilizar el protagonismo colectivo en defensa del agua, principal bien asociado a nuestra identidad individual y colectiva en una historia ancestral de escases.
En Mendoza la millonaria pauta dada a los medios de comunicación para silenciar disidencias busca incidir en la construcción del deseado «consenso social» para los emprendimientos y proyectos extractivos, los que son presentados como el «único camino posible» para salir de la crisis, algo muy alejado de la realidad. Los proyectos de la alianza oficialista-opositora siguen amenazando el delicado equilibrio socioambiental: fracking, minería metalífera, Portezuelo del Viento, emprendimientos inmobiliarios proyectados sobre reservas naturales, etc. Son modelos que reactualizan colonialismo económico y pérdida de soberanía política y ambiental mientras que no modifican la situación de pobreza y desigualdad.
Surge entonces el interrogante si ante la restitución de la Ley 7722 por el pueblo podemos dejar de estar en alerta respecto a la disponibilidad y calidad del agua.
Indudablemente que no. El poder busca incansablemente lograr una base social para introducir finalmente proyectos que no tienen licencia social. Lo hace dando una imagen de participación, de pluralidad de voces convocadas desde distintos sectores a la hora de pensar la ampliación de la matriz productiva. Pero en realidad son espacios donde el pensamiento extractivo predomina y en los cuales no tiene cabida la expresión popular de 2019.
Entre las cuestiones que debería contemplar la estrategia comunicacional de quienes luchan por un ambiente sano como medio para posibilitar una vida digna una es cómo contribuir a la ruptura del mito que la economía basada prioritariamente en una visión agroexportadora y de explotación de bienes comunes intensiva y con métodos depredadores es sinónimo de progreso para la región. Este modelo es implementado sin considerar los costos en términos sociales, ambientales, económicos y sin evaluar los resultantes de un modelo asimétrico de comercio exterior, las formas de distribución de la renta y la no consideración de los costos políticos en términos de pérdida de soberanía y dependencia al mercado mundial entre otras cosas.
Ante la disputa del sentido de lo que significa «desarrollo» para esta clase dirigencial y la que va surgiendo en el proceso de esclarecimiento popular, que reclama mayor participación junto con otra manera de relacionarse con la naturaleza, el poder se ha apropiado de conceptos para invadir subjetividades. Es muy importante trabajar sobre la manipulación de términos como «sostenible», «innovación tecnológica», «minería responsable», despojados de su concepción original para encubrir un modelo de política económica que sigue apostando a la agricultura tóxica, pérdida de soberanía alimentaria, pérdida de ecosistemas, explotación de energías extremas, etc.
En sí, el desafío es ir construyendo colectivamente las formas comunicacionales más adecuadas para afianzar la transición económica y energética a modelos más saludables, que debe ser acompañado con otras subjetividades; otras que comprendan el ambiente como ámbito posibilitador del desarrollo de la vida en sus distintas dimensiones, en la cual la defensa por los bienes y el territorio sea comprendida como la defensa de la vida misma.