Señal de ajuste
Entre pumas animados con IA y telenovelas mexicanas, la TV Pública muta, se recicla en un híbrido de enlatados y PNT. ¿Ajuste, competencia o agonía lenta? Mientras la pantalla se vacía de ficciones locales y contenido federal, el fantasma de la privatización acecha. ¿Puede un medio público regirse solo por la búsqueda de eficiencia? El interés de los distintos gobiernos por el canal estatal fue proporcional a su tensión con los medios privados. ¿Qué rol cumplirá la TVP en la batalla de Milei con el periodismo?
La programación de la Televisión Pública Argentina en la era Milei busca desmarcarse de su pasado reciente. Pumas, zorros y carpinchos animados con inteligencia artificial bailan al ritmo del hit de casamiento Levantando las manos. Vacas, llamas y lobitos de mar lo hacen con «movimiento sexy». La TV Pública está «con vos en todos lados», según su nuevo eslogan, y prioriza el entretenimiento enlatado y las coproducciones con el sector privado.
El canal estatal, que el 17 de octubre de 1951 realizó la primera transmisión oficial de la televisión nacional, está hoy bajo la órbita del interventor de Medios Públicos, Eduardo González, ingeniero aeronáutico y espacial por la Universidad Nacional de La Plata con un máster en Administración de Empresas por la Universidad de Belgrano. González sigue las órdenes del vocero presidencial Manuel Adorni. La gestión libertaria redefinió el rumbo de la TVP, ahora signada por la búsqueda de la eficiencia económica y la competencia por la audiencia. ¿Hay futuro para la televisión pública? ¿O se busca matarla de a poco?
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La nueva gestión de la TVP arrancó con problemas. Juan Parodi, el designado director ejecutivo, renunció después de un mes. Para «la industria» fue una buena señal que lo nombraran:
— Es reconocido. Llegó con la idea de producir programas, pero a los quince días le dijeron que no había plata y se fue— cuenta un productor que tuvo programas en la TVP.
Otro colega es más crítico: dice que se fue cuando vieron que había poco espacio para hacer grandes negocios. A Parodi lo reemplazó Len Cole, gerente general de contenidos. Cole tampoco consiguió presupuesto para contratar artistas y hacer programas nuevos. Pero junto a Carlos Charly Durigoni, gerente artístico con veintidós años de trabajo en el canal, miró el mapa de lo que había y se dio cuenta de que no era tan poco:
— Estaba el archivo y los recursos propios del canal: estudios, productores, cámaras, la técnica, móviles, el transfer digital, escenografía, carpintería y vestuario— dice.
En 2024 debutó Estamos en una!, un magazine de la tarde conducido por Gabriel Corrado, pero la programación de ese año mayormente «se enlató». En el prime time repitieron los festivales de música popular del verano 23/24. Sumaron dos telenovelas mexicanas, La desalmada y Marea de Pasiones. La pantalla estaba vacía, cuenta Cole, y de esa forma pudieron tener ficción sin tener que pagar la suma que les cobraba la Asociación Argentina de Actores por repetir las ficciones nacionales de la TVP.
— Fue un acuerdo directo con Televisa, donde trabajé catorce años. —dice Cole, que desarrolló Bailando por un sueño para el canal mexicano—. Nos dieron un precio por capítulo más bajo que a otros países como Ecuador o Perú, entre 120 y 150 dólares.
Cole y su equipo abrazaron el sistema de coproducción con privados. El canal pone lo que llama sus «recursos hundidos» —estudios, técnica, producción— y «el privado» se encarga, según explican, de la artística, de los guionistas y las figuras que conducen. La productora estima un costo del programa y junto al departamento comercial de la TVP buscan anunciantes para PNT: canjes, menciones, barridas, zócalo durante el programa (los ingresos por la tanda son para el canal). Una vez que se cubre el costo, los ingresos por PNT se reparten a medias entre el privado y la TVP. Si no se cubren los costos, la pérdida es del privado, dice Cole y pone como ejemplo a la productora Kapow. Su programa insignia, Cocineros Argentinos, se fue a América TV y en la televisión pública estrenaron Cocinate, con Ronnie Arias y Madame Papin. No funcionó y en marzo terminó.
Para 2025 todavía prometen un ciclo de musicales al estilo de Badía en Concierto, conducido por Cucho Parisi, con bandas en vivo en dos escenarios en el Estudio Uno, y Topa conducirá la franja infantil a la mañana, de lunes a viernes.
— Si una productora arriesga es porque el negocio le sirve por la cobertura que tiene la TVP— explica Cole—. Topa, una figura de Disney, toma un riesgo porque la cobertura lo ayuda a llenar teatros en todo el país.
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Con la idea de eliminar el déficit, la nueva gestión terminó todos los contratos artísticos, bajó las horas extras, cortó las operaciones en fines de semanas y feriados, puso en marcha un programa de retiros voluntarios y dejó caer todos los acuerdos para transmitir los partidos de la selección argentina, lo único que generaba ganancias al canal.
Durante 2025 incorporará a conductores como Denise Dumas, Topa y Guillermo Andino, figuras que, así como no van a generar amores y odios, difícilmente rompan el rating. Otras novedades para este año son: la incorporación de la conductora es Luli Fernández, cuñada del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libaron, al programa Zona Mixta; un envío de entrevistas con políticos y empresarios conducido por Liliana Franco; el dibujo animado de YouTube Plim Plim, el magazine de espectáculos Mediodía bien arriba, con Carlos Monti y otros dos programas de deportes basados en archivo.
La programación es un espanto, dice un productor que conoce la TVP desde adentro, porque se va llenando con lo que venga con tal de que sea gratis. El modelo de funcionamiento que tienen, explica, no encaja con la idea de un servicio público:
— El modelo de convocar a productoras para ofrecerles espacios y operatividad a cambio de participación comercial está muy extendido en el mundo privado, pero ¿así tiene que funcionar un medio público?
Otro productor, que trabaja con plataformas y tuvo programas en el canal estatal con móviles en todo el país, cuenta que la tele de aire está golpeadísima, las nuevas generaciones no saben que existe y ningún canal genera ganancias:
— Cuando estuvimos en la TV Pública entendimos rápido que la pagamos entre todos, entonces tiene que servir —sigue—, tiene que tener valores y contenidos de salud y educación.
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Con treinta y tres millones de personas alcanzadas gracias a las antenas y repetidoras, la TVP tiene la mayor cobertura del país entre canales de aire gratuitos. Telefé llega a unos ocho millones de personas, según fuentes de la industria. Gracias a esa carta, Cole afirma que pudo negociar la permanencia de las transmisiones deportivas: firmaron con la Asociación Corredores Turismo Carretera para transmitir las carreras, pasaron el Rally Dakar y los Juegos Olímpicos de París 2024:
—La suma por los derechos era sideral. Por primera vez una gestión negoció y peleó un número. El costo fue el 25 % del original, siempre con el esquema de coproducción. Nos fue muy bien con el rating y se ganó plata —cuenta Cole.
Los derechos para transmitir los partidos de la Selección de fútbol, sin embargo, son de Torneos, que se los vendió a Telefé. Pero se hizo un acuerdo de palabra para que la TVP transmitiera los partidos de la Copa América. Este año el canal está transmitiendo los partidos de la Selección en las Eliminatorias para el próximo Mundial.
Con la misma estrategia, el canal mantuvo la transmisión de los festivales de música en las distintas provincias y sumó el de Cosquín.
Además de Cocineros, que estuvo en pantalla durante tres gestiones presidenciales —Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández— y se convirtió en uno de los programas más longevos de toda la televisión, en 2024 la TVP levantó programas de actualidad y política como Desiguales y Altavoz, donde debatían jóvenes de todo el país, los culturales Los siete locos, Otra Trama y Filmoteca, con clásicos del cine.
El noticiero se recortó a cuatro ediciones y no se le renovó el contrato a la periodista trans Diana Zurco, aunque sigue habiendo profesionales de mucha trayectoria como Daniel López o Gabriela Radice.
— La idea es que no baje línea sino información —sostiene Cole—. En las cuatro ediciones los periodistas informan y la opinión queda de lado.
Cole y Durigoni aseguran que en la nueva pantalla hay espacio para «todas las voces de la política», pero no quieren «barro de ninguna de las dos partes». Afirman:
—El canal se politizó mucho en otras gestiones y perdió credibilidad entre la gente.
En enero de 2025 esas emisiones hablaban de fútbol y repasaban la fiesta de la revista Gente en Punta del Este. También cubrían la alfombra roja con Miley Cyrus y Zendaya en los Golden Globe y una tormenta en Estados Unidos. Un cronista, en el lugar aunque no en vivo, levantaba las quejas contra Flybondi en Aeroparque. Había policiales y datos de la venta minorista. La experimentada periodista de cultura y espectáculos, Gabriela Radice, anunciaba la enésima separación de Wanda Nara.
El gerente de contenidos admite que en los noticieros hay más cobertura de chimentos porque «funciona». Y reconoce que se atan a lo comercial:
— Queremos salir a competir, no ser un actor más que está pintado.
Los programas de servicios asociados a un canal público, como los de salud y ciencia, o los de cultura, tendrán lugar si adhieren al formato de edutainment, explica Cole, que trabajó durante tres años en la BBC:
— Podés tener un programa de educación, pero si no lo ve nadie, no educa —explica—. Y lo mismo para contenidos de salud, ciencia y tecnología. Pero todo tiene un límite. No programaría un Gran Hermano porque no tiene los elementos que nos interesan, es entretenimiento puro.
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