San Martín ordena no pagar la deuda odiosa contraída por Milei
Un repaso al legado de José de San Martín revela que el libertador no era partidario de pagar una «deuda odiosa»; es decir, que perjudica al pueblo. Para San Martín el significado de libertad va más allá de la independencia política, es la construcción de un nuevo orden social libre de las ataduras ilegítimas impuestas por los opresores.
San Martín quién quiso ser sólo protector de la libertad de Perú, no monarca ni emperador. Tenía en claro que, para alcanzar una verdadera independencia se necesitaba no sólo romper con las cadenas propias del colonialismo opresor, también había que tomar decisiones éticas y políticas que impidieran que los nuevos Estados libres que surgieran no cayeran bajo nuevas formas de dominación, particularmente, mediante deudas odiosas.
En este aspecto, la lógica colonizadora de los centros del capital internacional, luego de la gesta por la independencia, buscaron siempre adueñarse de América Latina, dominándola de diversas formas, de acuerdo con sus intereses, más allá de los principios que se pregonaban y la libertad que prometían.
La Argentina está dominada y colonizada por deudas ilegítimas u odiosos y particularmente usurarias, con la complicidad en el endeudamiento de los Estados centrales, de los organismos financieros internacionales y la de sectores de nuestra dirigencia que traicionaron a nuestro pueblo.
El general San Martín contra la deuda odiosa
José de San Martín, nuestro padre de la patria, al dictar el Estatuto Provisorio en 1821 de Perú, dispuso entre los artículos adicionales: «Animado el gobierno de un sentimiento de justicia y equidad, reconoce todas las deudas del gobierno español, que no hayan sido contraídas para mantener la esclavitud del Perú y hostilizar a los demás pueblos independientes de América».
San Martín tenía en claro, desde la justicia y la equidad, que no cabía pagar una deuda que fue contraída por el opresor para financiar la opresión y no para beneficio de la población. C esa postura dejó en claro que el concepto de libertad no se limitaba a la independencia política, sino que implicaba la construcción de un nuevo orden social libre de las ataduras financieras y de deudas ilegítimas impuestas por los opresores. Estableció que no toda deuda es legítima, ni debe ser asumida por el nuevo Estado y menos por su pueblo.
San Martín fue un adelantado en su momento, uno de los primeros de la época en constituciones escritas, legisló teniendo en cuenta las necesidades de las nuevas patrias y oponiéndose, firmemente, a la usura colonialista internacional.
Nuestro máximo prócer buscó distinguir entre las deudas que el gobierno de la nueva república debía reconocer por su naturaleza legítima y aquellas que no, como las usadas para oprimir pueblos y mantener su esclavitud.
Esta perspectiva sanmartiniana sentó un valioso precedente para la doctrina moderna de la deuda odiosa, entendida hoy como un mecanismo de sometimiento económico y financiero que no debería ser exigible.
Postura sanmartiniana copiada por EE. UU
La Constitución de las trece colonias de EE . UU. no contemplaba este tema. Recién en la enmienda del 14 de julio de 1868 se aplica un precepto similar. En la ocasión se dispuso que las deudas contraídas por los estados del sur para la guerra de secesión no eran reconocidas y menos el reclamo de indemnización por haber perdido la propiedad de los esclavos.
Empréstito Baring Brothers
Lamentablemente para la historia de nuestro país, mientras San Martín proclamaba que se tenía que terminar con las esclavitudes de todo tipo, porque ello no permite el desarrollo de los pueblos independientes, en 1824 Bernardino Rivadavia acordó en Londres el empréstito con la Casa Baring Brothers por un millón de libras esterlinas; préstamo del que realmente se recibió 550.000 libras; o sea, la mitad del financiamiento acordado y durante ochenta años se terminó pagando cerca de 4.800.000 libras esterlinas, que equivalían aproximadamente a casi nueve veces más de lo recibido.
Deudas odiosas contraídas por Milei
La deuda externa que negoció y negocia Milei, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y ahora con el Tesoro de EE. UU., rodeada de secretismo y sin cumplir los pasos constitucionales y legales pertinentes, es una deuda odiosa.
Según lo que se sabe el FMI giró, hasta ahora, catorce mil millones y quedan por aportar un saldo de seis mil millones, de los veinte mil millones prometidos.
También se negocian aportes del Tesoro de EE. UU. por treinta mil millones de dólares.
Ninguno de esos endeudamientos cumplió ni cumple con los requisitos legales para aceptarlas y menos pagarlas. Además, no se sabe qué otro tipo de concesiones implican esos desembolsos, tanto en lo que hace a decisiones respecto de nuestros ámbitos soberanos o las riquezas de todo tipo que posee el país, (intelectuales, minerales, hídricas, estratégicas, industriales y muchas otras).
Dichos endeudamientos externos son una típica deuda odiosa, ya que se contrae sin el consentimiento del pueblo, por medio del Congreso. A su vez, es evidente que los recursos obtenidos o por obtener por la deuda referida no se utilizarán para el beneficio de la población sino, podríamos decir, que son más un aporte de campaña en favor del gobierno de Milei. Reparemos que, el secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent, anunció que harán Ӻlo que sea necesario para apoyar a Argentina» durante el mandato de Milei. A su vez, el nuevo embajador de U.S.A. en el país Peter Lamelas, al comparecer ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos para cumplir con los pasos propios para su nominación como embajador, en el discurso que dio dijo, que trae la misión de apoyar al presidente Milei, al que, según afirmó, Trump «ve como un amigo», aunque, cabe referir que, Lamelas leído al revés (salemal) es como un presagio de lo que puede suceder.
Indudablemente, la carga de la deuda odiosa que contrae Milei recae sobre los argentinos, mientras su gobierno está negando asistencia a los discapacitados; está matando a las personas mayores adultas en un verdadero genocidio por goteo; potencia heridas perversas en contra de sectores de la población (periodistas, empleados públicos, etc.); cierra hospitales; desfinancia la educación; destruya la industria nacional y no pretende invertir en ningún emprendimiento en favor de necesidades del país, salvo en pagar escrupulosamente deudas odiosas o ilegítimas y usurarias, y todo ello sometiendo al pueblo a un grave sufrimiento social y económico.
El general San Martín nos ordena no pagar esas deudas por odiosas, porque lo contrario sería una verdadera traición a la patria que él quiso libre y soberana.
Miguel Rodríguez Villafañe
Abogado constitucionalista cordobés, exjuez federal de Córdoba, especialista en Derecho de la Información y periodista de opinión. Vocal de la Comisión Directiva de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Córdoba.
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