Observatorio Incaa: Encuesta federal de producción audiovisual 2021

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) presentó los resultados de la Encuesta federal de producción audiovisual 2021 – Cine, TV, plataformas y otros medios realizada por el equipo del Observatorio Audiovisual.

El relevamiento del Observatorio Audiovisual del Incaa se propuso obtener información sobre el período 2017-2021, con el objetivo de contribuir a contar con un diagnóstico del estado de situación del sector audiovisual, desde una perspectiva federal y contemplando tanto las dinámicas más recientes de la actividad como el impacto de la pandemia del covid-19.

Los tópicos relevados incluyen una caracterización general de la muestra, estrategias de producción y comercialización, políticas de fomento y perspectivas futuras, participación en festivales y, finalmente, necesidades de equipamiento y personal técnico.

Con el informe se pretende dar publicidad a los datos, generar insumos para el sector y para las políticas audiovisuales (nacionales, provinciales, etcétera), como así también colaborar con el desarrollo de una mirada sectorial que permita hacer frente a los desafíos presentes y futuros en un contexto de fuertes transformaciones.

El estudio se llevó a cabo en noviembre de 2021 por medio de una encuesta electrónica, que fue enviada por correo electrónico a todas las empresas y productoras que se encuentran activas en el Registro Público de la Actividad Cinematográfica y Audiovisual del Incaa. Este registro cuenta con 3557 empresas y productoras, de las cuales el 87 % corresponden a personas físicas y el 13 % restante a personas jurídicas. Aunque hay agentes que tienen más de tres décadas en actividad, de hecho el 42 % se inscribieron en 2020 y 2021, años de la pandemia. Por lo demás, todos los registrados —con independencia de su año de inicio de actividades—actualizaron sus datos entre 2019 y 2021. Del total de registrados, 1352 respondieron la encuesta; es decir, el 38 % de los inscriptos en el Registro, lo cual contribuye a la representatividad de los datos obtenidos.

El carácter federal del relevamiento se expresa en el hecho que se obtuvieron respuestas de las veinticuatro jurisdicciones principales del país y en una proporción muy similar a la del Registro. Sin embargo, como podía esperarse, la mayoría de las respuestas provienen de CABA, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

Otro aspecto destacable es que el 76 % de los encuestados comenzó sus actividades a partir de 2008 y que el periodo más activo fue 2016-2019. El impacto de la pandemia se observa en el hecho de que la cantidad de agentes que iniciaron sus actividades en 2020 y 2021 es la más baja desde 2005, aunque cabe señalar que en 2019 también se observa una baja significativa respecto a los años anteriores.

En las conclusiones de la encuesta se destaca que el rasgo transversal más relevante que aparece entre los resultados de la encuesta es que la política de fomento del Incaa tiene dos públicos destinatarios con características muy distintas. Por un lado, un grupo de empresas (prácticamente, uno de cada cinco registrados) que poseen una mayor estructura organizacional, generan mayor empleo estable, tienen volúmenes de facturación relativamente altos, producen más (y con más apoyo del Incaa) y exportan más. Por el otro, una gran cantidad de productores que operan con distintas figuras jurídicas (la gran mayoría declararon ser unipersonales/monotributistas), que se distribuyen de un modo mucho más federal, contratan mano de obra de acuerdo a las necesidades de los proyectos que lleven a cabo y muestran una mayor presencia de la mujer en la toma de decisiones.

No obstante, esto no significa que estos grupos actúen de manera independiente, sino que por el contrario poseen múltiples vínculos entre sí: coproducen, se ofrecen servicios mutuamente, estimulan la actividad de los proveedores de equipamiento y servicios, favorecen la profesionalización del personal. En síntesis, el sector audiovisual está compuesto por una diversidad de actores que cooperan, generan empleo, valor agregado y mantienen la continuidad de la actividad incluso en momentos críticos.

En tal sentido, el gran desafío de la política pública consiste en instrumentar una política sensible a las diferencias que se señalaron, pero que a la vez contribuya a fortalecer los vínculos entre unos y otros. Por ejemplo, el 80 % de las empresas se encuentran en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Eso quiere decir que una concepción federal debe ir acompañada de un esfuerzo por desarrollar mayor escala en distintos puntos del país.

Seguramente, estos resultados obtenidos requieren de nuevos análisis y cruces de información para profundizar la descripción de la situación de la industria. ¿Cuál es el impacto regional de la exportación de contenidos? ¿Cuáles son los estándares de calidad que se consideran para evaluar la capacidad de los profesionales o de los equipamientos? ¿Cuáles son las especificaciones técnicas de los equipos que cubrirían la demanda que se registró en algunas provincias? ¿Qué tipo de proyectos tienen más demanda por parte de las plataformas? ¿Cuáles son los festivales internacionales en los que hubo mayor aceptación de contenidos nacionales? ¿Cómo se podría articular mejor el fomento nacional con el provincial o municipal? Estos son algunos interrogantes que surgen de un primer acercamiento a los datos.

Desarrollo, federalismo y sustentabilidad son tres conceptos que se encuentran estrechamente relacionados entre sí. Finalmente, en un momento en el que lo más duro de la pandemia parece haber quedado atrás, el sector audiovisual argentino tiene la posibilidad de aprovechar las oportunidades que aparecen en un contexto dinámico; y, si no las hubiera, crearlas con el mismo dinamismo que puede observarse en este informe.

El reporte del Incaa señala que en 2020 hubo una caída generalizada del sector y también una desigual capacidad de recuperación. La rama más golpeada fue Producción de filmes y videocintas. Un comportamiento similar se observó en Producción de programas de televisión, aunque con tendencias menos acentuadas y sin estacionalidad. De hecho, tras el impacto en marzo y abril de 2020, el crecimiento es continuo hasta alcanzar su punto máximo en julio de 2021. Por su parte, el rubro Exhibición de filmes y videocintas sufrió un efecto muy marcado y con una lenta recuperación. Las disparidades se vinculan, fundamentalmente, por las características específicas de cada rama. No todas demandan la presencia física y la interacción de distintas personas, algunas —como la postproducción— pueden realizarse en buena medida de manera remota.

En cuanto al nivel empleo, la producción cinematográfica cayó un 31,5 % en 2020, respecto a 2019. Con la aprobación e implementación de protocolos para los rodajes, la actividad comenzó a repuntar, lo cual permitió cerrar el año con un nivel de actividad significativo, aunque levemente por debajo del nivel de años anteriores. En 2021 se observaron niveles relativamente normales hasta abril y un repunte en los meses posteriores, que se ubican por encima de los años anteriores. Así, junio y julio de 2021 son los meses en los cuales el empleo registrado supera la barrera de los ocho mil puestos de trabajo.

En el caso de la exhibición cinematográfica la caída se dio de una manera muy marcada y continua hasta junio de 2021. Esto puede ser atribuido a diversos factores: en primer lugar, al igual que otros espacios cerrados, las salas de cine son lugares con dificultad para implementar algunas medidas de cuidado; segundo, aquellos cines que abrieron debieron reducir su aforo; tercero, podría especularse con un factor de cautela por parte de los espectadores, por el cual los signos de recuperación son más tardíos que en otras ramas. Los números muestran que el sector de la exhibición experimentó probablemente la mayor crisis coyuntural de su historia.

Desde otra fase de la cadena, un dato para el análisis se vincula con los estrenos nacionales y la venta de entradas al cine. El dato llamativo es que no hubo caída en la producción, pero sí en espectadores. Según cifras del Sistema de Información Cultural (Sinca), el año pasado se estrenaron 240 películas, un 372 % más que el total de estrenos de 2020, y a la cabeza estuvieron los films nacionales que representaron el 54 % del total.

No obstante, y a pesar de los buenos números de la producción local, sólo el dos por ciento de las entradas vendidas correspondieron a películas argentinas, lo que marca un cambio en la tendencia de los últimos años, cuando el cine nacional representaba, en promedio, el 12 % de la recaudación total.

Otro dato a tener en cuenta es que en tiempos donde el consumo de contenidos on demand crece escalonadamente, traccionado por los cambios tecnológicos y el factor pandemia, las grandes protagonistas son las compañías de streaming. Aunque en los últimos años estén invirtiendo en contenido nacional, lo cierto es que la oferta local en las plataformas audiovisuales es escasa y poco diversa, al representar menos del uno por ciento de los catálogos. Aunque Netflix sea la plataforma con más presencia de producciones argentinas, con un total de 34 obras, el porcentaje es ínfimo si se tiene en cuenta que tiene más de 5050 títulos.

En cuanto a la producción de programas televisivos, ésta no sufrió un impacto tan marcado durante la pandemia. En parte, porque el volumen de empleo es menor (prácticamente dos tercios del empleo en la producción cinematográfica). Pero también podría especularse con que los programas televisivos «de piso» (magazines, noticieros, entre otros) tienen una mayor estabilidad, y muchos continuaron al aire con columnistas trabajando desde sus hogares. A diferencia del cine, gran parte de la producción televisiva no puede esperar, es decir, tiene una demanda de flujo permanente.

Distinto es el caso de los contenidos seriados (en particular los de ficción), que suelen ser intensivos en mano de obra y en inversiones. En los últimos años, la producción de estos contenidos para televisión fue en descenso, y las convocatorias y políticas de fomento no han logrado pluralizar ni la producción ni los contenidos, que siguen siendo centralizados en CABA y AMBA,

Lo que sí creció fue la producción por parte de las grandes plataformas transnacionales. Vale destacar que los contenidos seriados para estas plataformas son clasificados como «televisivos» en el Sistema de Cuentas Nacionales. Entonces, con esa salvedad, los datos de empleo muestran una recuperación paulatina: en diciembre de 2020 ya se había alcanzado los niveles de 2017 o 2019, y en 2021 se observa una tendencia similar a la de la producción cinematográfica: niveles normales en los primeros meses con récord en julio (4804 puestos de trabajo). Sin embargo, ese impacto en el rubro no es diverso, ya que las productoras que realizan los contenidos originales, y con las cuales trabajan las plataformas, son pocas (apenas una veintena) y «con un criterio centralizado geográficamente y de recurrencia de las mismas firmas», señalan Ana Bizberge y Ezequiel Rivero en su investigación. Algo similar a lo que señalamos que ocurre con las políticas de fomento. Al mismo tiempo, la brecha en términos de competitividad es grande.

Más allá de esos condicionantes, desde el Incaa reconocen el impacto positivo (económico y tributario) que concentra el sector. Por ese motivo, con la colaboración de investigadores de la carrera de Economía de la UBA y del Conicet, el Observatorio Audiovisual construye en la actualidad una nueva «matriz de contabilidad social» (MCS), que permitirá representar el flujo circular de la economía y las interrelaciones entre los distintos agentes.

Para la definición del sector audiovisual y de cara a la actualización de la matriz 2022 se sumó, por primera vez, al sector de videojuegos y se desagregaron las actividades de las plataformas de streaming.

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