Es culpalble. ¡Que empiece la fiesta!

La tan preanunciada y anhelada condena a Cristina Kirchner acerca a la oligarquía nacional a su propósito de consumar el exterminio de los rasgos del peronismo contra los que lucha desde mediados del siglo XX. La crisis política y bloqueos institucionales que sobrevuelan el fallo son para la oposición mediática una oportunidad para liquidar la estabilidad económica que consiguió parcialmente el ministro Massa.

En una entrevista con el diario brasileño Folha de Sao Paulo, Cristina Fernández Kirchner dijo que «los jueces puestos por Macri lo protegen a él y protegen a quienes quisieron matarme». Foto: Pensa Cristina Fernández Kirchner

Es momento de rebelarse», fue la consigna que lanzó Clarín en su edición del jueves, cuando la oposición derechista preparaba su acto en la Cámara de Diputados, solo el punto de inicio de una maniobra más amplia que incluye la amenaza a Massa —propalada ampliamente— de frustrarle los acuerdos con el FMI, uno de sus resortes de poder más fuerte. La Nación, igual que Clarín, profundiza día a día operaciones contra el acuerdo con Estados Unidos que permitirá identificar a argentinos con fondos no declarados.

La condena en el juicio por la obra pública fue anticipada alevosamente, en especial desde comienzos de 2022, en decenas de artículos de Clarín, La Nación e Infobae, incluso con párrafos textuales del recitado del fiscal Luciani, uno de los futbolistas de Los Abrojos, mucho antes de que hiciera su muy publicitada puesta en escena.

Con reflejos tardíos, en estos últimos días previos al fallo, estos medios intentaron disimular la manipulación con frases que pretenden poner en duda que el guión está escrito hace mucho tiempo. En una burla descarada, Morales Solá escribió que los jueces «guardan hermetismo», aunque al lado de su suelto dominical otro texto dice que nadie duda sobre qué le espera a Cristina Kirchner.

Esta última nota, firmada por Hernán Cappiello, tiene una línea y media inquietante: a la condena del martes le seguirá un proceso de apelaciones que tomará tiempo y solo quedará firme «cuando la Corte Suprema rechace el último recurso de la imputada». En fin, son deslices para la psicología, pues podría haber escrito «si la Corte rechazara…»

La formidable conquista política que el fallo representa para el poder económico nacional e internacional que, coludido con empresas periodísticas, coloniza a gran parte de la justicia argenta, va a ser usada a fondo en el calendario electoral 2023. Van der Kooy, Roa y secuaces de Clarín, Morales Solá, Cappiello, Rodríguez Yebra y secuaces de La Nación, cumplen cada día la orden de escribir que Ella cargará en adelante con el «estigma» de la condena y que esto condicionará la campaña del año próximo, por más que no habrá obstáculo formal para que sea candidata.

El cartel «korruptos» aplica a todo el oficialismo: hubo enjundia para multiplicar títulos —todos iguales, además— sobre los contratos por la compra de vacunas, el manejo de planes sociales y las acusaciones contra el ministro bonaerense Berni. Van der Kooy reunió todas las acusaciones en un solo «paquete» que reúne, tipeó, a «kirchneristas, albertistas, massistas». En suma, como si dijera: son peronistas.

La secuencia real del enfrentamiento político en curso es lo que menos les importa: al fin harto previsibles, acusan a Cristina Kirchner de haber desatado la crisis en torno del Consejo de la Magistratura, olvidándose de que después de dieciséis años la Corte usurpó facultades legislativas y derogó la ley que establecía cómo debe ser integrado ese organismo, para asaltar el sillón principal y sentar allí a su cabecilla, Rosatti.

Por lo demás, las y los columnistas «prestigiosos» jugaron una suerte de Prode: de tres a cinco años o de cuatro a seis años o de seis a diez años, más inhabilitación perpetua. Más dudoso, coincidieron, es que el tribunal se anime a sostener la fantochada de la asociación ilícita que mandaron a promover al fiscal.

Culpable no solo por lo que dirá este tribunal y otros en el futuro: también por la batahola en Diputados, donde Ella pensó, Ella organizó y Ella ejecutó. Culpable también —y en esto hay un mandato editorial que no permite matices— de «usar» el intento de magnicidio del primero de septiembre para «victimizarse» y complicar a la oposición con lo que apenas es “un grupito de lúmpenes” (Clarín dixit).

Que estos grupos de tareas y de copitos redoblen todos los días esfuerzos para abatir a Cristina Kirchner no es noticia. Sí es más llamativa la progresiva erosión del ministro Massa. Bonelli publicó el viernes en Clarín que algunos empresarios, sin nombre como es habitual en sus textos, esperan una devaluación de 40 %, y están seguros de que el ministro no podrá mantener su resistencia.

Y a esto se agrega el despligue en varias páginas contra el acuerdo con Estados Unidos, para conocer quiénes son las y los argentinos que giraron dinero a ese país y lo mantienen sin declarar. Los títulos agitan el nombre de la AFIP como un monstruo que atacará la propiedad privada. Estos medios, además, coinciden en dar con «tributaristas» y «expertos» que están en desacuerdo con la medida.

Clarín, Infobae y La Nación no dedicaron un centímetro para incluir el lunes los nuevos datos de la promiscuidad de la banda judicial clarinista/macrista que tiene como buen anfitrión al multimillonario Lewis, usurpador a su antojo de territorios del sur andino. Junto con la condena del martes y otras por venir, estos hechos confirman que el Estado de derecho hace agua por todos lados.

NOTA ANTERIOR

Hugo Muleiro

Periodista y escritor.

También te podría gustar...

Deja un comentario