¿Eres un robot?
En el último verano, miles de argentinos aceptaron que sus iris sean escaneados, con un aparato que parece llegado del próximo siglo, a cambio de unos miles de pesos que les generaron un ingreso extra en medio de la estanflación. Otros se negaron. Pero casi ninguno sabe exactamente por qué los mismos empresarios que están detrás del ChatGPT necesitan acumular lo que guardan nuestros ojos.

Los argentinos estamos habituados a números exorbitantes que se traducen en números miserables. Según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en febrero de 2024 la inflación fue del 13,2 % con una variación interanual del 276,2 %. En ese contexto, Alejandra, una vecina jubilada de La Matanza, había descartado la posibilidad de comprarle un regalo de cumpleaños a su nieto. Pero cerca de la fecha alguien le comentó que se pagaban sesenta mil pesos solo por «escanearse los ojos». Ella no tiene celular, entonces un familiar le prestó uno para descargar la aplicación de Worldcoin y sacar el turno. Una vez en el lugar, le pidieron que mirara «como si estuviera sorprendida» al aparato en forma de globo ocular que tenía enfrente. Cuenta que apenas vio una lucecita roja que le apuntaba. Se quedó quieta unos segundos y listo. Luego, quien la ayudó con el trámite le pagó en efectivo a cambio de los diez tokens de cortesía que se le acreditaron en la aplicación. No sabe bien por qué lo que acaba de hacer tiene un valor, pero la transacción la sacó de un apuro.
No cuesta nada y te dan buena plata. Al menos eso cuenta Patricio, que vive en José C. Paz, a quien un amigo le ofreció $ 105.000 por escanear su iris. Tiene veinte años y trabaja como peón en construcciones. Cuando le explicaron los pasos a seguir, nada mencionaron acerca de los motivos por los que recibiría el dinero. Se bajó la aplicación y en febrero hizo el mismo recorrido que Alejandra. En marzo todavía lo tenía ahorrado en efectivo y en pesos. Fue un ingreso extra.
Worldcoin es una billetera virtual que ofrece una compensación económica en criptomonedas cuando un usuario se registra por primera vez. Para evitar que se generen cuentas falsas o bots que administren más de un usuario, la plataforma exige un registro de datos biométricos a través del escáner de iris. Hay más de 126 ubicaciones donde llevar a cabo este procedimiento en Argentina —todas en Buenos Aires, principalmente Capital Federal y el conurbano bonaerense—, donde la empresa está presente desde principios de este año. Suelen ser predios espaciosos como boliches bailables, centros comerciales o canchas de fútbol barriales y, a pesar de que se manejan con un sistema de turnos, a veces hay largas filas de personas esperando en las puertas. Según un comunicado oficial de Worldcoin, la aplicación superó los diez millones de usuarios a nivel mundial en abril de este año y se llevan a cabo setenta millones de transacciones a diario.
En Facebook hay decenas de grupos en los que es posible conectarse con una red de personas que comercializan las distintas instancias de registro y uso de la billetera virtual. El grupo Worldcoin compra y venta Argentina tiene más de diecisiete mil miembros y hay otras páginas que sectorizan la oferta, ya que hay muchos vericuetos para generar ingresos a partir de la aplicación. Hay algunos que ofrecen comprar las criptomonedas de bienvenida; otros que ofrecen comprar o vender cuentas no verificadas (para verificarlas con personas que no tienen celular); otros que ofrecen pagar a cambio de que alguien introduzca su código de invitación para luego recibir una compensación; y otros que ofrecen transporte en colectivos para las personas que viven lejos de los puntos de registro. El negocio es tan rentable para algunos que hay testimonios que indican que se compran teléfonos celulares para prestarlos a quienes no tienen y quedarse con la administración de su cuenta que sigue generando ingresos.
Todo tiene un aura un tanto clandestina. Funciona una maquinaria en la que, increíblemente, es fácil obtener dinero y no parece haber fiscalización por parte de la empresa ni de las autoridades estatales. ¿Qué es este «regalo»? Quienes participan y sacan rédito económico no suelen ser buenas fuentes de información. Muchos no saben exactamente para qué es necesario el escáner de iris ni se muestran interesados por averiguarlo. Mientras haya plata, hay disponibilidad para participar de un circuito que, por ahora, es todo ganancia.
Prueba de humanidad
Lo primero que hay que saber para entender el escáner de iris es que todos somos sospechosos. ¿De qué? De ser androides. Que alguien se llame, supongamos, Juan Bautista Herrera o Micaela Soledad Medina no es una evidencia suficiente, tampoco lo es su número de documento. Cualquier robot podría tipear una serie de números asociados a su identidad. Incluso la cara no es una prueba, ya que una inteligencia artificial sería capaz de reproducir su imagen estática o en movimiento a la perfección y simular su timbre de voz. En internet, todos somos máquinas hasta que demostremos lo contrario.
La pregunta no es nueva. Quien haya navegado por la web ha sido sometido a pequeñas pruebas para corroborar que no es un robot. Y, con el desarrollo de la inteligencia artificial, nacieron las formas de usarla «para el mal». En febrero de este año, la CNN informó que en Hong Kong un empleado de una empresa multinacional pagó veinticinco millones de dólares a estafadores que se hicieron pasar por su director financiero y varios integrantes más de la compañía. La víctima había entrado en una videoconferencia en la que reconoció las caras y las voces de sus compañeros, pero ninguno de ellos era real. Se trataba de recreaciones. Este es solo uno de los miles de casos denunciados, lo que evidencia un problema acaso atendible.
Aquí es cuando hay que mencionarlos con nombre y apellido. En 2019, Sam Altman creó Tools for Humanity junto a Alex Bania y Max Novendstern. Se trata de una compañía con base en las Islas Caimán centrada en aquella pregunta que desvela a los tecnocientíficos en la actualidad: si la inteligencia artificial puede emular el cuerpo y hasta la mente de un ser humano, ¿cómo diferenciar una máquina de una persona en internet, el lugar donde transcurren casi todos nuestros movimientos? Altman es también el dueño de OpenAI, la creadora de ChatGPT, el software que revolucionó con su capacidad de responder con bastante exactitud y rapidez, imitando las habilidades humanas. En ese sentido, podría considerarse que quienes buscan la solución también causaron el problema. Y, para resolverlo, llevaron adelante un proyecto para perfeccionar las pruebas de humanidad (proof of personhood).
La respuesta a la pregunta sobre cómo diferenciar humanos de robots estaba literalmente frente a sus ojos, más precisamente en el iris: este tejido ocular contiene más de 250 puntos únicos con los que es posible elaborar un sistema de reconocimiento biométrico. Algo así como la huella digital o reconocimiento facial, pero —al menos por ahora— más preciso y seguro, ya que todavía no hay tecnología que pueda replicarlo. Concretamente, se captura la imagen del iris y se la procesa para extraer patrones. Luego se genera una prueba criptográfica de conocimiento cero que no se puede revertir —en criollo: del escaneo surge un código, pero desde el código no se puede llegar al escaneo— y se utiliza como validación. No es necesario saber el nombre de quien realizó la prueba, sino que es humano y único. Una especie de nueva identidad hecha de números, letras y símbolos encriptados.
Lo cierto es que suena a película de ciencia ficción y esto, evidentemente, fue considerado por los diseñadores de la aplicación. Al abrir la World App, en la pestaña del World ID, aparece la imagen de un pasaporte, un tipo de documento que todo el mundo conoce. Con un toque abre sus páginas y muestra una hoja donde falta un sello, el de «verificar orb». Para conseguirlo es necesario hacer el escáner de iris, es decir, sacar un turno y acercarse a un punto de registro. Una vez en el lugar, hay que pararse frente al ojo gigante —el orb— y mirar fijo durante unos segundos. Este determinará, finalmente, si el usuario es o no un humano según los estándares programados. Si la respuesta es sí, el usuario estará registrado con su identificación digital, su World ID.
Si bien están programadas con ciertos parámetros, todas las tecnologías con base en inteligencia artificial requieren entrenamiento. Por ejemplo, cuando le hacemos una pregunta al ChatGPT no solo estamos usando sus servicios, también le estamos proporcionando información acerca de nuestras formas de interactuar, nuestras necesidades y nuestros errores. En este caso, se busca que el sistema perfeccione su capacidad de diferenciar humanos de bots. Para incentivar que cada vez más gente se sume al desarrollo de esta nueva prueba biométrica, se creó la billetera virtual que opera con la criptomoneda Worldcoin (WLD). Cada usuario recibe diez monedas de bienvenida al verificarse. Pero antes debe aceptar los términos y condiciones, seis archivos que suman cuarenta páginas en las que se insiste con una idea: «Ni siquiera queremos saber su nombre».
Para recapitular:
- Tools for Humanity creó el World ID, la prueba de humanidad a través del escáner de iris.
- World App es la primera billetera virtual compatible con esta tecnología para el registro de sus usuarios. Worldcoin es una criptomoneda administrada por la Fundación Worldcoin. Se puede operar a través de la World App.
Los objetivos principales del proyecto son, entonces, algo ambiciosos. En primer lugar, popularizar un método de identificación de personas (World ID) que nos diferencie de las máquinas. Y lo segundo, y no menos importante, aportar a la creación de un sistema financiero descentralizado «que integre a aquellos que queden afuera de un mundo laboral» que, estiman, necesitará cada vez menos de su fuerza de trabajo. Así lo explicó una vocera de Worldcoin en diálogo con crisis: «La de la IA es una revolución equiparable a la industrial en tanto disminución del tiempo de producción. Por ejemplo, si cobrás determinada cantidad de dinero por la elaboración de un texto que te solía costar cinco horas, hoy con la ayuda de una IA puedes terminarlo en solo una. Eso puede ser beneficioso, pero también un reto. Si solo algunas personas se apoderaran de toda la productividad, muchos quedarían afuera. La idea es asegurar un sistema para cuando sea necesario establecer una renta universal básica. Sin embargo, el problema es saber si se la estamos otorgando a una persona o a un bot. No necesitamos más datos que ese. La idea de este proyecto es dar acceso financiero para que en el futuro se pueda concretar la idea de renta básica universal. Necesitamos distribuir la riqueza generada por la IA entre todos».