Jugar en primera
El fenómeno de las grandes plataformas internacionales, como Netflix y Amazon Prime, y su relación con la producción local de contenidos.
Dentro de los procesos ya existentes que la pandemia amplificó y aceleró está el fenómeno de las grandes plataformas internacionales y su relación con lo local, tanto en la cantidad de producción de contenidos como en el acceso y el consumo.
En el último año, aumentaron las suscripciones a los servicios de streaming, aumentó la cantidad de tiempo de visionado dedicado a series y películas, aumentó la cantidad de plataformas que operan en nuestro país y, por supuesto, se amplió la cantidad de oferta audiovisual que, cada vez más, exige características particulares y atractivas para que las empresas acaparen la fidelidad de los hogareños espectadores frente a la competencia.
Paralelamente y con la industria audiovisual nacional casi paralizada, directores, guionistas y productores se buscaron mutuamente con esas grandes plataformas internacionales para producir y financiar sus proyectos. También ellas los necesitan para anclar en lo local.
Algo similar pasó respecto a los estrenos de cine. Con las salas cerradas, muchas películas fueron al streaming directo, alcanzando una cantidad y un perfil de espectadores mucho mayor que si hubieran estrenado solo en el cine, incluso se vieron y se ven en lugares tan remotos a los que no hubieran llegado nunca en las pantallas grandes.
Como contrapartida inmediata, las plataformas sumaron películas nacionales muy disímiles entre sí, mostrando un criterio de programación tan interesante como impredecible. Por ejemplo, Netflix incorporó en el último año Loco corazón de Marcos Carnevale, protagonizada por Adrián Suar, pero también Crímenes de familia, de Sebastián Schindel, y la poderosa Las mil y una de la correntina Clarisa Navas.
Mucho de esto ya venía pasando hace años. La diferencia y novedad radica no solo en la intensidad y la cantidad de los números que hoy hay detrás, sino también en las nuevas relaciones (de intercambios y de tensiones) que se establecen entre lo internacional y lo local: nuevas formas de trabajo y producción audiovisual, nuevas apropiaciones de formatos y de géneros, nuevos diálogos entre las películas y las series, entre las plataformas y las salas, entre industria y autor.
Esto se verifica en esa misma guerra de las grandes plataformas productoras que, en su afán de sumar suscriptores, incorporan y solventan nuevas voces y miradas. Como también —quizás sin proponérselo— amplían y fomentan una mirada cada vez más exigente y abierta de los espectadores a los nuevos contenidos.
► Seguir leyendo en El Cohete a la Luna