El nuevo canon fotográfico

La confluencia de la digitalización y plataformización aceleró la construcción de un universo icónico que crece a ritmo infernal cada día que pasa. Esto afecta a la producción (se sacan más fotos), la circulación (buena parte de la transferencia de datos a nivel global está formada por imágenes fijas y en movimiento) y el consumo (en menos de una hora vemos más imágenes que un campesino del medioevo en toda su vida). Y ahora, desde la difusión masiva de aplicaciones como DALL-E, Midjourney o Stable Diffusion, nuestras pantallas se han llenado de fotos más o menos hiperrealistas que nos invitan a sospechar masivamente de todas las imágenes.

La historia de la fotografía está sembrada de imágenes que hoy podemos considerar «clásicas». Se trata de obras que, ya sea por motivos técnicos, semióticos o estéticos, aparecen de forma repetida en los libros y webs dedicados a la historia de este medio. Ese canon, que se amplió durante un siglo y medio a un ritmo constante, sufrió una aceleración en los últimos 25 años. La difusión de la fotografía digital (que abarató los costes de cada disparo), las plataformas de contenidos (que facilitan la circulación acelerada y casi instantánea de las imágenes) y la incorporación de las cámaras en los teléfonos móviles generaron una explosión fotográfica que no para de crecer.

Hagamos números:

  • Se han tomado 12,4 billones de fotos a lo largo de la historia. Para 2030, este número aumentará a 28,6 billones.
  • Cada año se toman unas 1,81 billones de fotos en todo el mundo, lo que equivale a 55000 por segundo, o 4700 millones por día. Para 2030, se tomarán alrededor de 2,3 billones de fotos cada año.
  • El usuario medio tiene alrededor de 2100 fotos en su teléfono (2023). Los usuarios de iPhone (2400 fotos de promedio) superan a los de Android (1900 fotos).
  • La pandemia mundial redujo la cantidad de imágenes tomadas en un 25 % en 2020 y en un 20 % en 2021.
  • Por región, la cantidad de fotos tomadas por un usuario de teléfono inteligente está liderada por Estados Unidas: 20,2/día, Asia-Pacífico 15/día, América Latina 11,8/día, África 8,1/día y Europa 4,9/día.
  • Los usuarios comparten la mayor cantidad de sus imágenes en WhatsApp: 6,9 mil millones por día. Cada día se comparten 1.300 millones de imágenes en Instagram, con alrededor de 100 millones en publicaciones y más de 1.000 millones en historias y chats.
  • Hay 750 mil millones de imágenes en Internet, que es solo el seis por ciento del total de fotos que se tomaron, ya que la mayoría de las fotos que tomamos nunca se comparten.
  • El 92,5% de las fotos se toman con smartphones y solo el siete por ciento con cámaras.
  • Hay 136 mil millones de imágenes en Google Imágenes. Para 2030, habrá 382 mil millones.

¿Son muchas, no?

El canon fotográfico analógico

Veamos algunas de las imágenes que marcaron la evolución del medio fotográfico. Todos (en realidad, casi todos) los historiadores coinciden en que Point de vue du Gras es la fotografía más antigua que se conserva. Fue tomada por el francés Joseph Nicéphore Niépce en junio de 1826 desde la ventana de su casa.

Detrás de cada imagen que forma parte del canon fotográfico hay una narrativa productiva, un relato perteneciente al género making of, y no pocas polémicas. «Muerte de un miliciano» (1936) de Robert Capa es la imagen clásica de la Guerra Civil Española, la sinécdoque perfecta de los miles de muertos en los campos de batalla. Al descubrirse una larga secuencia de fotogramas similares, se puso en duda la espontaneidad de la imagen original, pero ya era tarde: «Muerte de un miliciano» se había convertido en un meme varias décadas antes de que se inventara esa palabra.

Otras fotos bélicas de referencia que han dejado su impronta en el canon han sido la de Robert Sargent del desembarco en Normandía (Into the Jaws of Death), la de Joe Rosenthal en Iwo Jima (Raising the Flag on Iwo Jima, 1945) o la de Nick Ut de una niña vietnamita huyendo desnuda después de un ataque con napalm (The Terror of War).

Los retratos son un subgénero dentro del canon. Desde esos rostros congelados del siglo XIX hasta la espontaneidad de las instantáneas, hay personajes como Albert Einstein que nos han regalado varias piezas infaltables en esta colección. Uno de los retratos más famosos se lo hicieron en 1951 y fue fruto de la presión de los paparazzi: «Hey, Professor, smile for a birthday photo, please«. Hastiado de tantos flashes, Einstein solo atinó a mostrarles su lengua. El otro retrato fue obtenido veinte años antes, el 14 de enero de 1931, frente a la pizarra del Carnegie Institute en el Mt. Wilson Observatory (Pasadena, California).

En 1937 otra imagen entraría simultáneamente en la historia de los grandes accidentes aéreos y en el canon fotográfico: la explosión del zepelín LZ 129 Hindenburg en New Jersey. El accidente, que marcó el fin de los dirigibles como medio de transporte de pasajeros, fue ampliamente cubierto por lomedios de la época (incluso existen filmaciones) y es también un hito de la mediatización de las catástrofes.

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