Cobertura mediática del asesinato de Charlie Kirk: eufemismos y narrativas en disputa
La cobertura del asesinato de Charlie Kirk de los principales medios argentinos reprodujo sin crítica la línea editorial de la prensa estadounidense, evitando caracterizar a Kirk como un extremista y apelando a definiciones neutras que diluyen su perfil radical.
La cobertura mediática sobre el asesinato de Charlie Kirk —político estadounidense vinculado al trumpismo y promotor de ideas racistas y violentas— reveló una tendencia preocupante: en consonancia con lo que ocurre en Estados Unidos, los grandes medios nacionales —como Clarín, La Nación e Infobae— evitaron catalogarlo como extremista de derecha, limitándose a términos como «activista conservador», «figura influyente de los conservadores estadounidenses», «influencer», «activista trumpista».
Esta estrategia oculta un proceso de normalización de la extrema derecha. El efecto inmediato es un «blanqueo» de figuras radicales, cuyo discurso de odio queda relativizado bajo la etiqueta de «libertad de expresión».
Kirk, cofundador de Turning Point USA (TPUSA), defendía un supremacismo cristiano-patriarcal, obviamente blanco. Aunque provenía de sectores conservadores moderados, radicalizó sus posturas hasta impulsar la violencia política y los ataques contra la izquierda. Su asesinato fue seguido por intentos mediáticos y políticos de presentarlo como víctima de la «extrema izquierda», lo que alimentó un clima de polarización.
La reacción mediática y política buscó responsabilizar del crimen a la «extrema izquierda». Esta línea argumental escamotea que el asesino de Kirk, Tyler Robinson, es hijo de republicanos de clase media, becado por sus buenas notas, fanático de los videojuegos y que sus balas tienen inscripciones antifascistas.
Como dijimos, los principales medios nacionales replicaron sin crítica la narrativa de los medios estadounidenses, reproduciendo eufemismos vacíos de análisis.
De esta manera, al reproducir esa lógica, donde la extrema derecha es presentada como un actor democrático legítimo, los medios nacionales contribuyen a ocultar la naturaleza violenta del discurso y desplazar hacia la derecha los límites de lo políticamente aceptable.
Ciertamente, llamar «activista» a un defensor del exterminio no es muy neutral que digamos. Más bien, parece complicidad. Evitar nombrar el extremismo equivale a reproducirlo y darle nuevos espacios de legitimidad. De hecho, si los medios se pliegan al blanqueo narrativo, se convierten en vehículos de reorganización para las fuerzas antidemocráticas. Y cuando los medios normalizan a los violentos, lo que se erosiona no es la imparcialidad, es la democracia.
En síntesis, la cobertura mediática de los grandes medios nacionales del asesinato de Charlie Kirk muestra cómo los eufemismos y la reproducción acrítica de narrativas estadounidenses terminan por blanquear a la extrema derecha, normalizar su violencia y debilitar los límites democráticos
Cierro con la transcripción del párrafo final de una nota de Moira Donegan, columnista de la versión estadounidense de The Guardian :
A mí no me resulta difícil condenar la violencia política. Para mí, decir que Kirk no debería haber sido asesinado resulta lo más fácil del mundo. Nadie debería ser asesinado, ya sea un influyente de la derecha, un escolar, un comprador de comestibles o un feligrés. Me resulta incluso fácil sentir simpatía por la humanidad de Charlie Kirk, quien, a despecho de todo lo demás que era, era un ser humano al que ahora se le ha robado la oportunidad de aprender, crecer y arrepentirse. Pero esos compromisos —con la vida humana, con la no violencia, con la fe en la posibilidad de la redención y la reconciliación— no tienen por qué llevarnos a mentirnos a nosotros mismos sobre Charlie Kirk. Los mismos valores que nos horrorizan por su violenta muerte son los que deberían reforzar nuestro compromiso de derrotar la política por la que luchó en vida.»
Marcelo Valente
Editor de Esfera Comunicacional.
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